La continua violencia que sufrió Irene y que terminó en su feminicidio en Cabañas

El único sospechoso del asesinato de la joven es su esposo. La Policía no ha logrado capturarlo y es prófugo.

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Irene fue asesinada por su esposo de varios impactos de bala en el pecho. Foto EDH / Francisco Rubio

Por Lissette Lemus

2021-12-02 5:09:59

“Yo solo pido justicia por mi hija”, dice con serenidad Marcelina mientras observa con tristeza el ataúd con los restos de Irene Castro Martínez, de 24 años, quien fue brutalmente asesinada supuestamente por su compañero de vida Melvin Rigoberto Alfaro, de 40 años.

El feminicidio de Irene es un hecho que ha causado indignación y repudio entre familiares y vecinos del caserío El Palomar, en el cantón Paratao, en Victoria, Cabañas, lugar de donde la joven emigró hace un poco más de dos años para trabajar y poder ayudar económicamente a sus padres.

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El caserío El Palomar es un pequeño poblado rural fronterizo con Honduras cuya única calle de acceso es de tierra y donde lo que más abunda son las necesidades. No hay fuentes de empleo para los mujeres y los hombres solo tienen dos opciones: la agricultura y la migración.

José, hermano de Irene, relata que no podía creer cuando el martes por la noche vio en redes sociales publicaciones sobre el asesinato de su hermana.

El feminicidio de Irene es un hecho que ha causado indignación y repudio entre familiares y vecinos. Foto EDH / Francisco Rubio

La familia, la cual vive en una pequeña casa de tierra, tejas y que no tiene puerta, debido a la falta de recursos, buscaron la ayuda de personas altruistas para poder trasladarse a esa hora de la noche hacia Victoria, a más de una hora de distancia por la oscura y sinuosa calle, para verificar si esa información era cierta.

Al llegar al lugar, Lucio, el padre de Irene, no dudó ni un segundo que se trataba de su hija cuando observó a los policías que procesaban la escena, dentro de la vivienda donde Irene vivía con Milton, en un pasaje del barrio San Antonio, en el municipio de Victoria.

El campesino, endurecido por las largas jornadas agrícolas bajo el intenso sol, se quiebra cuando narra que le tocó entrar a la casa para reconocer el cadáver de su hija que yacía sin vida en uno de los cuartos.

Irene fue asesinada presuntamente por Milton, quien le habría disparado al menos cuatro veces en el pecho. El feminicidio fue el final de dos años de golpes y abusos, relatan los familiares de la víctima.

"Vengo a darte un último adiós mi niña", dice la tía de Irene delante del ataúd. Foto EDH / Francisco Rubio

“Él siempre que estaba tomado y le pegaba. Una vez ella lo dejó y se vino para la casa, pero después de diez días se desesperó y se regresó”, relata uno de los hermanos.

El ciclo de violencia que vivió Irene tampoco era ajeno para sus vecinos en el barrio San Antonio, donde la pareja vivía después que se conocieron, cuando ella llegó a trabajar en una pupusería de esa localidad.

“La primera vez que la golpeó (ella), traía una cortadura en la ceja y desde ahí no paró de maltratarla”, relata un familiar.

Según los parientes de Irene, una vez la joven se atrevió a denunciarlo, pero luego retiró la denuncia. Ellos sospechan que bajo amenazas, debido a que el hombre siempre andaba armado.

“Yo le dejo las cosas a Dios", dice con resignación el padre de Irene.

Los padres describen a su hija como una mujer amable y responsable que siempre estuvo pendiente de ellos para ayudarles. Cuando el invierno se acercaba, la joven le daba dinero a su padre para que comprara abono para sus siembras.

“Nunca había ocurrido algo así aquí, ojalá que se haga justicia” comentó Nelson Fuentes, uno de los vecinos que vio crecer a Irene.

El padre de Irene quiso ofrecer una misa para su hija, pero no pudo costear los $400 que le pedían, así que solo se realizó una vela y se rezará un novenario. Foto EDH / Francisco Rubio

El último adiós

La tarde del jueves los restos de Irene fueron sepultados en el cementerio del caserío, localizado en una colina a unos tres kilómetros de la casa de sus padres.

Como creyente, Lucio deseaba que los restos de su hija fueran despedidos con una misa de cuerpo presente, sin embargo, no tenía la capacidad económica para pagar los gastos, que según él dice, le costaría el servicio religioso.

La joven deja en la orfandad a una niña de ocho años, a quien procreó con su anterior pareja sentimental.

Aunque la Policía el día del feminicidio informó a través de redes sociales que había montado un operativo para detener al sospechoso, hasta ahora no han notificado sobre su captura.

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