Contaminación con plástico alcanza a los peces de las zonas altas del país

Es lo que un biólogo marino salvadoreño identificó durante un estudio presentado el año pasado.

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Foto EDH/ Archivo

Por Susana Joma

2019-01-28 9:14:37

Un estudio que el biólogo marino Enrique Barraza llevó a cabo entre 2016 y 2018, para determinar los hábitos alimenticios del pez Bute (Olomina), ha puesto en evidencia que la contaminación por desechos plásticos ya afecta también a especies que habitan en ríos y quebradas ubicadas en puntos altos de montañas de nuestro país.

Barraza detalló que en El Salvador este pez, cuyo nombre científico es Profundulus Kreiseri, habita en ríos del Área Natural Protegida de Montecristo; en el río San Miguel Ingenio, de Santa Ana; en el río Sumpul, en el área de Las Pilas; y últimamente en riachuelos de la parte norte de Morazán.

El Bute, como es conocido, es un pez más grande que el chimbolo, y alcanza los diez centímetros. Es más robusto y, en los costados, presenta una línea oscura. Se le encuentra en afluentes entre los 800 y 1,000 metros de altura sobre el nivel del mar.

Barraza, investigador asociado del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación (ICTI) de la Universidad Francisco Gavidia, sostuvo que durante su estudio logró determinar que se trata de una especie depredadora, es decir que no solo se alimenta de plantas sino también de insectos acuáticos, principalmente. Uno de los principales componentes de su dieta son las larvas de un grupo de insectos de la familia Ceratopogonidae, a los que se conoce como jejenes y son chupadores de sangre.

“Uno de los hallazgos que lamentablemente también detectamos es que, de 178 especímenes (de Bute) que estudiamos, en 37 de ellos encontramos 104 partículas de plástico y hebras de nylon en sus tubos digestivos”, indicó.

Foto EDH/ Archivo

Dos de los ejemplares en los que encontraron plásticos pertenecían precisamente a los ríos San Miguel Ingenio y Sumpul.

“Lo que (esto) nos refleja es que la población humana, la que genera estos desechos (en esas zonas) y estos animalitos los consumen”, aseveró el también catedrático, quien el año pasado presentó su estudio en un simposio latinoamericano realizado en Mérida, México.

El investigador precisó que hasta el momento no han hecho estudios de cuál es el efecto que el plástico pueda tener en este pez. Sin embargo, no descarta que si estos desechos ya están en la cadena alimenticia acuática de esta especie, podría darse el caso de contaminación en su organismo, porque las micropartículas de plástico son imanes de contaminantes como pesticidas e hidrocarburos que pueden ingresar a los tejidos, al torrente sanguíneo y nervios, y en última instancia afectar su ciclo reproductivo.

Explicó que el Profundulus Kreiseri es una de las más recientes especies identificadas para la ciencia, y fue un investigador hondureño quien en 2012 lo ubicó, tanto en esa nación como en El Salvador y Guatemala.

Según expuso, este pez no tiene demanda de consumo porque su cuerpo posee muchas espinas, pero puede ser consumido por otros peces más grandes que sí son apetecidos por la población.

De acuerdo con lo externado por el biólogo marino, el hecho de que este pez es un depredador de jejenes puede tener utilidad como controlador biológico de este insecto hematófago potencialmente transmisor de enfermedades. “Digamos que es un beneficio adicional de estos pecesitos a los humanos y la vida silvestre”, subrayó.