Sacerdote elabora el platillo tradicional de su natal Venezuela y lo vende en parroquia de Ahuachapán en busca fondos para la iglesia

La comida típica fue comercializada en el marco del quinto agromercado que organiza la parroquia. Actividad se realiza para ayudar a los productores ante la emergencia provocada por el coronavirus

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El padre Ray Valladares cocinó empanadas venezolanas y las vendió entre la comunidad de la parroquia de Ahuachapán, con los fondos de la actividad serán solventadas necesidades de la iglesia . Fotos EDH/Cristian Díaz

Por Cristian Díaz

2020-09-30 3:04:56

El padre Ray Valladares dejó momentáneamente la vestimenta propia de los sacerdotes y se tomó la cocina para elaborar desde muy temprano, empanadas venezolanas, que es un platillo típico de dicho país, de donde es originario.

El miércoles se levantó muy temprano para preparar los ingredientes que llevan las empanadas.

Algunos religiosos de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Ahuachapán, a la cual pertenece desde octubre, degustaron dicho alimento en el marco de la celebración de la independencia de El Salvador.

El padre Ray Valladares, de origen venezolano, cocina un platillo típico de su natal país para ayudar a los productores agrícolas de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Ahuachapán, ante la emergencia por el coronavirus

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Sin embargo, el sacerdote optó en esta ocasión por elaborarlas para recaudar fondos para las obras y gastos de la parroquia.

Su comercialización fue durante el quinto agromercado que se realizó en el atrio del templo, donde participaron seis productores de hortalizas.

“Estamos elaborando las empanadas venezolanas, que son, dentro de la gastronomía venezolana, lo sencillo de la mañana. Antes de irnos al trabajo pasamos por alguna tiendita a comer una empanadita para iniciar un nuevo día con el buen trabajo. Las empanadas están elaboradas con masa, que es de maíz, con un relleno variado. El día de hoy lo estamos haciendo con jamón, queso, requesón, crema y ciertamente condimento. Pero pueden elaborarse también con carne deshilada, frijoles, chicharrón y muy común también de carne molida con verduras”, explicó el religioso mientras cocinaba.

El padre Ray Valladares cocinó empanadas venezolanas y las vendió entre la comunidad de la parroquia de Ahuachapán, con los fondos de la actividad serán solventadas necesidades de la iglesia . Fotos EDH/Cristian Díaz

El padre contó que preparar las empanadas representó un reto principalmente porque proviene de una familia de doce hermanos, siendo seis mujeres por lo que “nunca los varones nos metíamos a la cocina”.

Pero además porque reconoció que proviene de una familia muy patriarcal, donde el machismo era muy marcado.

Su progenitor no aceptaba que estuviera en la cocina y “si alguna vez uno aparecía por ahí, pues se llevaba un regaño y un reproche de ‘¿qué hace usted ahí?, para eso están las mujeres’. Entonces nunca estuve en la cocina; de verdad que al principio no me gustaba y el agua hasta se me quema. Estando en la parroquia es donde la gente quería ver algo nuevo, algo novedoso y quería ver al padre en esa experiencia, en esa expresión y así empecé”.

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Las empanadas venezolanas fueron muy aceptadas por los ahuachapanecos, al punto que en menos de dos horas se habían terminado. Las mismas eran acompañadas con una salsa de aguacate, que en Venezuela se le conoce como guasacaca.

El padre es muy activo dentro de la congregación e, incluso, en la página de Facebook de la parroquia se le observa en transmisiones junto al párroco de la iglesia, padre Oseas Borja.

El padre Valladares recordó que desde pequeño tuvo vocación sacerdotal. Fue el décimo de doce hermanos y cuando era pequeño celebraba Eucaristías con hostias que hacía de barro.

Cuando finalizó la primaria se acercó al padre de su comunidad, en Trujillo, para decirle que quería convertirse en sacerdote.

Se ordenó en 1999 tras haber estudiado en el Seminario San José de la Montaña en San Salvador.

Esto tras pedir a San José que intercediera para que su vocación se concretara.

“Animar a la comunidad a incorporarse, a formar parte de la vida de la iglesia (y) del Cuerpo Místico de Cristo no solo es el anuncio, la predicación. Hay una petición el Día de los Difuntos: que los sacerdotes pongan en práctica lo que predican; entonces creo que esto anima a la gente, cuando el sacerdote se involucra, está presente, realiza alguna actividad o alguna comida. Esto anima mucho a la comunidad y por eso también es muy bonito, es muy simpático, y también las manos que consagran en la Eucaristía son las que hacen las empanadas, también esto creo que a la gente le parece importante”, reflexionó el religioso.