Sobreviviente de deslave: “Se oía como que venía una rastra”

Victoriano Romero López, nativo del caserío Mazala, en Joateca, relata cómo la noche del sábado pasado se produjo un alud de lodo y rocas que pasó al lado de su casa.

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Por David Marroquín

2018-10-09 7:25:20

En sus 64 años que tiene de vivir, don Victoriano Romero López nunca sintió tanto miedo como la noche del sábado pasado cuando un derrumbe de lodo y enormes rocas que bajó del cerro El Garrobo, pasó como a un metro de su casa.

Por fortuna, el alud no le causó ningún daño a su vivienda como sí le sucedió a otras seis casas cercanas que fueron arrasadas, tanto que dejó un oriundo del lugar muerto y cinco personas golpeadas.

La tragedia ocurrió cerca de las nueve de la noche, según relata don Victoriano. Aún estaban despiertos y caía una fuerte tormenta en el caserío Mazala, cantón El Volcancillo, al norte de Joateca, Morazán.

Algunas calles han quedado destruidas por los deslaves en Joateca. Foto EDH/Lissette Monterrosa

Los estruendos de las rocas que rodaban a gran velocidad llevándose todo lo que encontraban a su paso, lo dejaron perplejo por unos momentos. Pero luego reaccionó para tratar de sacar a su familia.

“Oí el rumor (estruendo) como que venía una rastra, como que una máquina venía, entonces abrí las puertas, me asomé y vi la borda de lava que iba pasando por la calle, que era donde nos podíamos salir de aquí, pero ¿cómo nos salíamos, si iba pasando la lava ahí?”, relató don Victoriano.

El sexagenario, nativo del caserío Mazala, reconoció que nunca en su vida había sentido tanto miedo como esa noche, ni siquiera en el pasado conflicto armado.

De hecho, tuvo que abandonar su tierra natal cuando arreció la guerra en el caserío y radicó durante los años del conflicto junto con su familia en la ciudad de Joateca.

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4 personas han muerto y cientos se encuentran albergados debido a la inundaciones causadas por las lluvias en diferentes partes del país. Árboles caídos y derrumbes han afectado las carreteras.

Hace 25 años volvió con su familia a rehacer su vida en el caserío que lo vio nacer. Para sobrevivir abrió una tienda y además se dedica a la siembra de frijol y maíz.

La noche del desastre, don Victoriano se armó de valor y cuando el alud había reducido su fuerza, sacó a su esposa Rosa Hilda Chicas, de 59 años; y luego regresó por su hijo, José Ramiro, de 38, quien padece de retardo mental.

“Fui a dejar a ella (a su esposa) allá arriba primero y de ahí vine a llevar al muchacho enfermo que tenemos y lo fui a dejar allá arriba también”, cuenta don Victoriano.

Fue hasta ese momento, añade, que se dio cuenta de la magnitud del desastre que había provocado la tormenta.

Foto EDH/ Lissette Monterrosa

“Eran grandísimas, grandes, grandes”, dijo don Victoriano para describir el tamaño de las piedras que se desprendieron del cerro que se encuentra a unos dos kilómetros del caserío Mazala. El cauce del alud se desvió por un sector donde había pocas casas porque, de lo contrario, habría causado muchos daños personales y materiales, explicaron pobladores del lugar.

“Había estado lloviendo todo el día, solo un rato que no llovió, de ahí cuando apretó a llover no soltaba casi, tantito se calmaba, al ratito se venía otro mangazo (lluvia) fuerte, fuerte”, dijo Victoriano.

Mientras pasa el temporal y se reduce el peligro, su esposa e hijo se mantienen en un albergue.

Joateca es uno de los municipios del Morazán más golpeados por el temporal. Más de 200 personas, la mayoría niños y personas de la tercera edad, han sido evacuadas de los sectores de alto riesgo.