El guardián del caserío Las Delicias que cargó a una anciana para rescatarla de la inundación
Wilfredo asegura que no puede dejarlos ahí sin amparo, que no se irá hasta que el último vecino haya sido evacuado y las autoridades garanticen la seguridad de las propiedades.
El campo de fútbol, justo a la mitad del caserío Las Delicias, en Metalío, Sonsonate, estaba bajo un metro de agua, al igual que todos los caminos que llevaban a él.
Junto a uno de los arcos de la cancha, Wilfredo Muñoz permanece de pie, incauto pero atento a todo movimiento a su alrededor. El agua le llega casi a la cintura pero no se mueve porque desde ahí vigila los ríos que hace tan solo dos días eran los caminos y callejones del caserío: su hogar.
Por toda la zona hay decenas de casas desoladas, algunas cerradas con cadena y candado, otras simplemente dejadas a la suerte. De las 72 familias que viven en esa comunidad, solo 26 resisten y se niegan a dejar abandonadas sus pocas pertenencias.
Wilfredo asegura que no puede dejarlos ahí sin amparo, que no se irá hasta que el último vecino haya sido evacuado y las autoridades garanticen la seguridad de las propiedades. “Le hablé a mi jefe y le dije que hoy no iría a trabajar”, dice con la mandíbula temblorosa por el frío.
Wilfredo es empleado municipal de la alcaldía de Acajutla en Sonsonate. “El río se ha desbordado cinco veces”, relata y se ajusta la capa azul que a penas lo protege de la lluvia que comienza a arreciar.