Cocinas de tabanco, una tradición casi extinta

Doña Vilma Escobar, de Dulce Nombre de María, en Chalatenango, es la orgullosa dueña de la última cocina de tabanco.

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Fotos EDH/Ricardo Flores

Por William Santos

2018-07-22 6:31:52

Doña Vilma Escobar, de 66 años, es una señora que reconoce la importancia de mantener las tradiciones, por ello aún conserva la única cocina de tabanco de Dulce Nombre de María, Chalatenango.

Esta señora recuerda que la cocina ya existía antes de que ella naciera, incluso antes de que su hermana mayor viniera al mundo. Por ello estima que la cocina tiene más de 80 años de existir.

“Yo tengo 66 años, así que ha de tener unos 80 porque mi hermana va a cumplir 70 años y ya estaba aquí (la cocina) y yo no me acuerdo que algún día la hayan cambiado”, narró la señora.

Al igual que la cocina, la casa donde creció y en donde aún vive doña Vilma junto a su familia, sigue siendo la misma, conservando casi en su totalidad su aspecto antiguo.

A pesar de tener una cocina moderna, doña Vilma aún utiliza la cocina de tabanco para tostar café, cocer frijoles, hacer sopa de res y otros platillos que toman el peculiar sabor que solo la cocina de tabanco les puede dar.

La singularidad de esta cocina es que cuenta con un entrepiso de vara, comúnmente se utiliza la parte superior como granero, para guardar leña o gramos como maíz o maicillo.

En la base de la hornilla se creaban unos nichos triangulares para que las gallinas llegaran a poner sus huevos.

Vilma Escobar de 66 años es la dueña de la única cocina artesanal de tabanco que queda en el pueblo de Dulce Nombre de María (Chalatenango), ella cree que la cocina tiene alrededor de 70 años de antigüedad. Fotos EDH/ Ricardo Flores

Toda la cocina está hecha de adobe la cual, al ser utilizada, hace que la madera mantenga su fuerza y no se deteriore.

Además, la estructura de la cocina es de 2 pisos y cuenta solo con una salida de aire, que se convierte en una pequeña ventana ubicada a un costado.

“Hasta hace un par de años, en el pueblo existían varias cocinas de tabanco; pero con el paso del tiempo los habitantes decidieron demolerlas para utilizar el espacio”, expresó Brayan Cano, habitante del pueblo.

El lugar es visitado por turistas nacionales y extranjeros que quedan asombrados al conocer una cocina tan especial.

“Encantados se van, yo no sé lo que le miran bonito, yo como aquí vivo ya no le hallo gracia; pero él (Brayan) dice que se van contentos”, contó entre risas doña Vilma.

La sexagenaria dijo estar feliz de tener la única cocina de tabanco en el pueblo, la cual espera seguir conservándola.

Durante su infancia, ella estudió hasta sexto grado. Actualmente se dedica a hacer manualidades decorando botellas, coser cojines y preparar su famoso chaparro curado que regala a sus amigos.

Otro de los orgullos de doña Vilma es su única hija Xiomara Escobar, quien desde pequeña demostró tener grandes dotes en el estudio lo, que le permitió ganarse una beca en una universidad privada de San Salvador, lugar donde vive y trabaja actualmente.

La casa de doña Vilma está ubicada a un par de cuadras del parque central. La cocina de tabanco está abierta a todo aquel que quiera conocerla, aunque doña Vilma se reserva el derecho de admisión.

El techo de la habitación esta cubierto con una espesa capa de hollín por las décadas. Fotos EDH/ Ricardo Flores