El secuestro de una enfermera que tiene al pueblo de San Julián en zozobra

La víctima trabajó muchos años en clínicas del ISSS. La Policía no tiene muchos avances del paradero de la enfermera.

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Por Óscar Iraheta

2018-03-02 10:38:10

Irma Graciela Cuadra de 62 años no asistió a la primera Santa Eucaristía de aquel domingo 11 de febrero en la iglesia Católica de San Julián, en Sonsonate. Acostumbraba a llegar temprano y se sentaba entre los primeros lugares del templo. Asistía sola y es muy católica.

 

 

Ese día nadie en el pueblo la vio caminar por las calles desoladas. Ningún vecino dio referencia sobre su paradero y tampoco la recuerdan que asistió a la iglesia. Desapareció sin dejar rastros.

La ausencia de Irma Graciela tiene al municipio de San Julián sumido en el miedo. A su familia con mucha angustia y una eterna zozobra que los devasta desde ese domingo de febrero.

Irma Graciela es una reconocida enfermera con más de 30 años de experiencia y con una voluntad desmedida para ayudar al prójimo, relatan sus conocidos.

Su fotografía y datos personales impresos en una hoja de papel están en todas partes. Se encuentran pegados en todos los postes del tendido eléctrico del pueblo, en paredes, en negocios, en la iglesia, en las escuelas y en todos los rincones. San Julián busca a una de sus vecinas más queridas y respetadas.

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Para la religiosa era obligatorio participar en la misa de las 6:30 de la mañana todos los domingos. Además, era parte de las señoras rezadoras del pueblo. Su familiares, acostumbrados a que la señora asistía todos los domingos a la primera misa del día, solo escucharon los movimientos en el baño y cuando Irma Graciela cerró la puerta.

Al llegar las 8:30 o 9:30 de la mañana, la señora no regresó a casa como lo hacía todos los domingos. Su familia creyó que su demora era por comprar en el mercado o desayunar con alguna amiga o vecina.

Llegó el mediodía y empezó la preocupación y angustia que hasta ayer mantiene a sus hijos y familia en “un abismo”, según la relataron a El Diario de Hoy.

Los afectados llegaron a la iglesia a preguntar por Irma y nadie de los vecinos dio referencia de ella.

Sus parientes expresaron que Irma Graciela dejó en la casa su celular, su vehículo y todas sus pertenecías. No usaba joyas y muchos prendas de lujo o similares.

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“Estamos como en un abismo. Todas las noches rogamos a Dios para que aparezca en algún lugar. Ella es buena y noble, incapaz de hacer daño”, relata con tristeza una familiar.

Una llamada y el hallazgo del supuesto cadáver

Tres días después de la desaparición de la enfermera, una mujer se hizo pasar como secuestradora y exigió a la familia 500 dólares como pago de su rescate.

Sin embargo, la llamada dejó muchas dudas a la familia y todos sospechan que se trató de un engaño. La presunta secuestradora no volvió a llamar y los días de angustia siguieron sin tener noticias de la desaparición de Irma. Nadie llama y la angustia destroza cada día a su familia.

La tarde del viernes 16 de febrero, los parientes de la enfermera fueron avisados sobre el hallazgo de un cadáver en un cañal en el cantón Los Lagartos, un lugar con mucha presencia de pandilleros.

Dos parientes de Irma Graciela llegaron al lugar y corroboraron que era una mujer. La Policía les informó que tenía lesiones provocadas con arma blanca y al parecer su cadáver tenía varios días de estar abandonado.

Los investigadores encontraron unas llaves, la única evidencia que hace creer a los familiares que se trata de Irma Graciela, sin embargo, los investigadores dudan de la sospecha y prefirieron hacer comparaciones de ADN (sangre) para entregar el cadáver.

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Las fuentes allegadas a la investigación detallan que los resultados de las pruebas se conocerán hasta dentro de 30 días. Mientras tanto, la familia vive entre la angustia y la desesperanza.

Sobre el caso la Policía y Fiscalía no tienen muchos avances. Los investigadores visitaron la casa de la víctima y realizaron varias entrevistas.

Conocidos de la enfermera afirman que recientemente realizó varias remodelaciones a su vivienda y permitió la entrada a personas que al parecer eran desconocidas.

Irma Graciaela Cuadra trabajó muchos años en la clínica del barrio San Esteban, donde muchas compañeras lamentan la desaparición de la enfermera.