Los Jesusitos, una tradición centenaria de Ahuachapán

En 1855 fueron repartidas tres centenas de imágenes de Jesusitos; actualmente hay registro de apenas 45 figuras.

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Jesusito proveniente del cantón El Barro, de Ahuachapán. Su propietario, Carlos Morán, relató que mandó a tallar al Dulce Nombre de Jesús hace cinco años, por el enamoramiento que tiene hacia Jesús Nazareno. Foto por Cristian Díaz

Por Cristian Díaz

2018-02-15 7:30:16

AHUACHAPÁN. Santiago Presidente González es un ahuachapaneco, originario del caserío Los Horcones, cantón El Tigre, que se niega a que la tradición de los Jesusitos desaparezca, luego que fuera iniciada hace 163 años por el entonces párroco de la cabecera departamental, el presbítero y doctor Isidro Menéndez.

La historia narra que fue él quien instituyó las fiestas en honor al Dulce Nombre de Jesús, que se realizaron por primera ocasión el 20 de febrero de 1855, de acuerdo a registros de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción.

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Los Jesusitos de Ahuachapán: una tradición centenaria

En 1855 fueron repartidas tres centenas de imágenes de Jesusitos; actualmente hay registro de apenas 45 figuras. Muchos se niega a que la tradición de los Jesusitos desaparezca, luego que fuera iniciada hace 163 años por el entonces párroco de la cabecera.

Para incrementar la solemnidad y fervor a la nueva celebración, Menéndez distribuyó en la ciudad y municipios aledaños cerca de 300 imágenes de Jesús con la cruz a cuesta, para que llegaran a Ahuachapán en las vísperas de la fiesta.

La llegada al templo era con música de pito y flautas de bambú; además de tambores de cuero crudo y cohetes de vara.

Aunque esto último se mantiene, ya no son tantos Jesusitos los que llegan a la parroquia, lamentó Santiago, de 75 años de edad.

Tampoco es la misma cantidad de feligreses la que acompaña la tradición.

Muchas de las imágenes sufrieron daños por el paso de los años y otras se perdieron cuando los propietarios fallecieron.

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Santiago relató hace seis años, su mayordomo, Encarnación Alonso, falleció por su avanzada edad y le heredó una de las figuras de los Jesusitos.

Santiago trabaja activamente en mantener esta tradición desde hace 52 años, cuando se sumó a la cofradía del Dulce Nombre de Jesús.

En ese entonces, en 1966, había 110 Niños, como él les llama; pero actualmente tienen el registro de apenas 45.

Las figuras deberían de ser llevadas a la iglesia uno o dos días antes de la propia festividad, que en esta ocasión fue 11 de febrero.

Este año fueron cuarenta quienes estuvieron en la misa principal el domingo anterior.

La asistencia es anotada en un libro que comenzó a usarse en 1969.

Lilian Martínez de Juárez es la encargada de dicho documento a partir de 2014.

La ahuachapaneca relató que no hay datos precisos de la ubicación de los otros libros que fueron utilizados antes de finales de la década de los 60, pero el que aún utilizan es una muestra de la devoción que existía anteriormente por el Dulce Nombre de Jesús.

El libro podría ser sustituido dentro de dos años por las pocas páginas en blanco que aún mantiene para futuras llegadas de los Jesusitos al templo principal de Ahuachapán.

Algunas de las imágenes que se siguen llevando podrían ser de las que distribuyó Menéndez, es decir son centenarias.

Otras son más recientes que fueron talladas para sustituir a las originales que sufrieron daños por los años que tenían o debido a algún fenómeno natural, como terremotos que destruyeron las casas de sus poseedores.

Otras fueron mandadas a tallar por la devoción de sus propietarios al Dulce Nombre de Jesús.

La esposa de Santiago, Rhina Pineda de Presidente, tiene 60 años de edad y la mitad de ellos ha sido la encargada de preparar los alimentos para las personas encargadas de recibir las imágenes, durante su llegada anual.

Rhina explicó que para que una pareja tenga en custodia a un Jesusito debe de estar casada, haber hecho un retiro y, principalmente, ser devota al Dulce Nombre de Jesús.

Ella y Santiago, junto a otros feligreses, se encargan de distribuir las cartas de invitación para que las efigies lleguen en la antesala de las festividades. Las invitaciones fueron entregadas el 27 de diciembre pasado.

No siempre fue posible entregarlas el mismo día, ya que antes no ocupaban vehículos para llegar a los lugares más lejanos.

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A los sitios donde no había acceso al transporte colectivo, debían de caminar por horas para llegar hasta las humildes viviendas de los custodios del Dulce Nombre de Jesús.

Don Santiago recordó que habían ocasiones que dormían en cafetales, potreros y zacatales, porque ahí les agarraba la noche.

Esas dificultades generaban que las cartas fueran entregadas en ocho días.

Hace más de una década dejaron de realizarlo de esa forma debido a la situación social que atraviesa el país.