Tan solo 17 minutos habían pasado desde la muerte de una paciente de Covid-19, de 83 años, en un hospital de la ciudad de Birmingham, en Inglaterra, cuando una trabajadora de salud de dicho lugar ocupó su tarjeta de débito para realizar compras en una máquina expendedora.
Fue la misma empleada, identificada como Ayesha Basharat, la que confesó haber tomado la tarjeta y comprar golosinas en la máquina el día en que murió su paciente, el pasado 24 de enero de este año.
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Además, según divulgó el Departamento de Policía de West Midlands, la joven de 23 años realizó cinco compras más e intentó utilizar nuevamente la tarjeta cuatro días después, pero esta ya había sido cancelada.
Al ser descubierta por las autoridades, Basharat afirmó que había encontrado la tarjeta en el piso y la había confundido con la suya, sin embargo, la Policía asegura que ambas tarjetas son de distinto color.
“Esto fue un abuso de confianza abominable y angustioso para la familia de la víctima", afirmó un investigador que tomó el caso para poder procesar a la joven.
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El pasado 9 de junio, la joven enfrentó a la justicia en los Tribunales de Birmingham donde fue acusada de los delitos de robo y fraude por representación falsa al utilizar la tarjeta de la anciana.
Un juez la encontró culpable y decretó dos penas de cárcel de 5 meses, mismas que cumplirá de manera simultánea, y una suspensión de su trabajo de 18 meses.