Michelly Lyons presenció 300 ejecuciones de criminales en Texas

La joven presenció dichas ejecuciones primero como periodista de The Huntsville Item y después como trabajadora del Departamento de Justicia Criminal de Texas.

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elsalvador.com

Por Agencias

2018-05-09 2:00:39

Durante 12 años para Michelly Lyons fue normal ver a las madres de los criminales golpeando con sus manos la ventana de la cámara donde sus hijos eran ejecutados, después que un juez decidiera que la inyección letal era la única forma en la que podían pagar por los crímenes inhumanos que habían cometido.

Tenía 22 años, cuando empezó a asistir a todas las ejecuciones, el ver morir a hombres y mujeres después de recibir la inyección no le causaba ninguna sensación. La primera ejecución que presenció fue la de Javier Cruz, él fue condenado por matar a martillazos a dos ancianos.

“Yo estaba a favor de la pena de muerte, pensé que era la forma más apropiada de castigar determinados crímenes. Y como era joven y audaz, todo era blanco o negro. Si hubiera reparado en cómo me hacían sentir las ejecuciones, ¿cómo podría haber vuelto a esa habitación, mes tras mes, años tras año?”, dijo Lyons a la BBC.

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La joven presenció casi 300 ejecuciones entre 2000 y 2012, primero como periodista de The Huntsville Item y después como trabajadora del Departamento de Justicia Criminal de Texas. En esa época su trabajo era observar cada una de las ejecuciones que se llevaron a cabo en ese estado. Ahora, las memorias de esos días están plasmadas en su libro “Death Row: The Final Minutes” o Corredor de la muerte: los minutos finales.

Su trabajo

Era frecuente que Lyons visitara la Unidad de Muros de Huntsville, su función era grabar y transmitir los últimos momentos de vida de los hombres y mujeres condenados a muerte. Entre ellos asesinos en serie y violadores, admiten que llegó a conocer a muchos de ellos, que no le parecían los monstruos que todo mundo decía que eran y hasta llegó a pensar que tal vez podrían haber sido amigos, si los hubiese conocido en otro ámbito.

Ella estaba de acuerdo con la pena de muerte, creía que la forma en que debían de morir los criminales, quizás, por eso no tuvo problemas en guardar detalles de algunas de las ejecuciones que presenció.

 

“Cuando miro mis notas sobre las ejecuciones, puedo ver las cosas que me molestan. Pero cualquier duda que hubiera tenido, la guardaba en una valija en mi cabeza y la empujaba a un rincón. Era la insensibilidad lo que me permitía continuar”, dijo.

Aseguró que durante esos años escuchó las últimas palabras que los criminales decían, algunos pedían piedad, otros se disculpaban, algunos decían pasajes bíblicos o fragmentos de canciones de rock, incluso, algunos hacían bromas minutos antes de ser inyectados con el cóctel de drogas que los mataría.

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Texas llevó a cabo 40 ejecuciones en 2000, este fue considerado un récord para el estado y casi igualaba a todas las ejecuciones realizadas en el resto de Estados Unidos. Lyons, recuerda que durante ese año solamente dejó de asistir a dos ejecuciones y atestiguó 38 casos.

Llegó la sensibilidad

En 2004 el escudo de la joven se debilitó, la sensibilidad, reflexiones de moralidad y culpa empezaron a tocar su cabeza. Ella quedó embarazada y empezó a sentir empatía por las madres que lloraban al ver morir a sus hijos. Una de sus principales preocupaciones era que su bebé escuchara los lamentos de aquellas mujeres y de los ejecutados, en ese punto, las ejecuciones dejaron de ser abstractas y se tornaron personales.

Aseguró que empezó a sentir miedo, tristeza, pero aún así siguió haciendo su trabajo durante siente años más, hasta que decidió renunciar. Ella pensó que alejarse de las ejecuciones le permitiría recuperar su vida, pero eso no fue así.

“No podía parar de pensar en las ejecuciones. Abría un paquete de papas fritas y sentía el olor de la cámara; escuchaba algo en la radio y me recordaba a una conversación con algún interno horas antes de que fuera ejecutado”, recuerda.

Sin embargo, asegura que en la actualidad pensar que no recuerda a todos los ejecutados le atormenta la mente.

Con información de BBC