Laura Beatríz García Córdova tenía casi diez años de haber llegado a tierras taiwanesas a estudiar una licenciatura y, posteriormente, una maestría en la carrera de Negocios. Su padre Ovidio García la recuerda como una niña brillante y sorprendente en todo lo que hacía. “Sonreía todo el tiempo”, afirma don Ovidio con la voz entrecortada.
Cuando Laura partió hacia el país asiático, en el año 2012, no tenía ni los 18 años cumplidos. Su padre comenta que aplicó para una beca en la universidad de Ming Chuan de la capital taiwanesa de Taipéi y fue seleccionada. Tuvo que hacer un viaje largo con escala en Europa para poder llegar y establecerse en la institución donde se formó.
Tras su estadía académica, Laura aprendió a hablar mandarín y completó su aprendizaje en inglés, y su desempeño dentro de la universidad fue tan amplio y reconocido que, incluso, trabajó para la institución como asesora en temas de becas para estudiantes extranjeros.
Además, daba clases de inglés y era directora de un grupo de danza folclórica salvadoreña en la universidad, donde logró ser apreciada por gran parte de la comunidad latina y local, misma que hoy en día se ha encargado de organizar una campaña que recolecta fondos para agilizar los trámites de su repatriación.
Sumado a las clases de inglés y a su trabajo como asesora en la Universidad de Ming Chuan, Laura también se ha destacado por ser una miembro muy activa dentro de la comunidad católica a la que pertenecía. Según su papá, "era una niña cristiana que le gustaba atraer a más jóvenes a la iglesia".
“A mis casi sesenta años, nunca he logrado conocer la cantidad de gente que mi hija ha conocido en su vida”, dice el padre de Laura al reflexionar sobre la cantidad de personas que se ganaron la amistad de Laura, quien es recordada con mucho cariño, sobre todo, por su jovialidad.
En un grupo creado en Facebook en honor a ella se pueden leer algunos de los mensajes de sus compañeros universitarios. “Me gustaría mostrarles cómo nuestra Laura estaba llena de vida, disfrutando cada momento de su existencia”, escribió Shurka Shurentsetseg junto a una fotografía donde aparece acompañando a Laura en algunos de los momentos que vivieron juntas.
Según don Ovidio, la vida de Laura en Taiwán era de acuerdo a lo que ella quería. Visitó muchos países del continente asiático y se encontraba en trámites para adquirir una residencia permanente. Vivía con su novio y trabajaba con una gran compañía dedicada a la fabricación de repuestos para vehículos.
La familia García Córdova es originaria del municipio de Cuscatancingo y Laura, quien era la hija única de Ovidio y doña Aminta Córdova, estudió en el Centro Escolar Católico San Luis, del mismo municipio, más tarde estudió su bachillerato bilingüe en el Centro Cultural Salvadoreño Americano.
La última vez que los padres vieron a su hija fue en 2019; ambos la visitaron en el lejano Taiwán y estuvieron alrededor de dos semanas junto a ella. Laura, además de la jovialidad que la caracterizaba, tenía el talento de ser muy influyente y destacada en el ámbito académico.
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“Lo que más recordamos de ella es su sonrisa”, dice don Ovidio, refiriéndose a la familia de Laura que reside en El Salvador, a la vez que agrega que “además de ser una pérdida humana, el fallecimiento de Laura es una pérdida de talento para el país, por eso es que queremos traerla de vuelta, para que esté cerca de su tierra y de nosotros”.
Ante los trámites para la repatriación de su cuerpo, Ovidio afirma que han tenido que movilizarse hacia la embajada de Taiwán en Guatemala, y desde ahí enviar una carta poder que autorice los trámites de repatriación. Ante la falta de familiares de la joven, es su novio quien ha tenido que representar a la familia en todas las gestiones.
Al momento de esta entrevista, don Ovidio afirmó que acababa de entregar una carta dirigida al presidente Nayib Bukele, con la esperanza de que el Gobierno salvadoreño, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, pueda ayudar en las gestiones.
El día en que ocurrieron los trágicos hechos
La tarde del viernes 7 de mayo, Laura se conducía en una motocicleta tipo scooter cuando fue impactada por un camión cementero que invadió el carril. En las grabaciones que difundió el Departamento de Policía de Tainan, ciudad al sur de Taiwán, donde ocurrieron los hechos, se observa la irresponsabilidad cometida por el conductor, un hombre de 41 años de apellido Cheng.
Sus amigos en Taiwán y sus familiares en El Salvador iniciaron una campaña para recolectar fondos que puedan ayudar en su repatriación. En el país, la cuenta del Banco Agrícola que ha sido habilitada para ello es la número 003690791863, a nombre de Pedro Ovidio García Escobar, papá de Laura.
Además, para las ayudas internacionales, también han creado una campaña para recibir donativos en GoGetFunding bajo el nombre Bringing Laura Home (Trayendo a Laura a Casa).