Ekaterina Karaglanova, la influencer rusa de 24 años, era médica y una exitosa instagramer. A dos meses de su brutal asesinato, su cuenta de Instagram sumó más de 25 mil seguidores.
Su cadáver fue encontrado dentro de una maleta en su departamento, su actividad en redes sociales desapareció de la noche a la mañana sin explicación alguna. Sus padres viajaron a Moscú para buscarla, preocupados porque no respondía a las llamadas.
El 26 de julio, una semana después de no poderse contactar con ella, los padres buscaron al propietario del departamento que ella alquilaba, al llegar aseguraron que parecía todo ordenado y limpio, pero en un pasillo estaba la maleta y fue ahí que notaron que dos piernas sobresalían.
El cuerpo fue encontrado en la maleta que ella estaba preparando para su viaje a Ámsterdam, donde iría a festejar su cumpleaños número 25 junto a su pareja.
Según el informe policial, el cuerpo fue encontrado con múltiples heridas de arma blanca, incluido un profundo corte en la garganta. La policía no encontró en el lugar el arma homicida, ni la ropa manchada, tampoco rastros de pelea.
Días después, las cámaras de vigilancia captaron a un hombre con un saco celeste y una gorra visitando el edificio. El hombre fue identificado como Maxim Garayev, de 33 años, exnovio de la influencer. Garayev es un especialista y estudioso de Internet con un MBA de la universidad británica.
La Policía lo encontró en una ciudad cercana y fue llevado a declarar. Antes de su muerte, la joven lo había definido como un “depredador” ante sus amistades.
El 1 de agosto de este año, Garayev confesó el crimen ante el Comité Investigador de la Federación Rusa. Aseguró que había apuñalado en repetidas ocasiones a la joven y luego le quitó la ropa para meterla en la valija.
“Ofendió mi viralidad y me ofendió sobre mis posibilidades financieras (…) Me dijo que era feo y que no me compondría ni una cirugía plástica (…) que me iba a llevar un año ahorrar dinero para volvernos a encontrar (…) no pude soportarlo, no me contuve. Perdí el control. Agarré un cuchillo de la cocina. Ella se dio vuelta y la apuñalé en el cuello. Trató de escapar hacia el baño para encerrarse. La empujé fuera del baño y la acuchillé en el pecho y en el cuello al menos cinco veces más (…)”, declaró.
Después dijo que estaba arrepentido, aseguró que el crimen no había sido planeado sino algo espontáneo que “había perdido el control”. Después de apuñalarla, quemó la ropa y limpió la escena.
