La escalofriante historia de los niños de 10 años que mutilaron a un bebé en Gran Bretaña

Hace 26 años los dos niños fueron condenados a 15 años de prisión por haber golpeado y torturado a James, de 2 años, y luego haberlo amarrado a una línea de tren.

Por Kevin Rivera

2019-11-21 2:23:04

Era el 12 de febrero de 1993, hacía mucho frío, el hielo penetraba los huesos. Denise Bulger tenía que pasar por la carnicería A.R. Tym’s, iba con su pequeño James, de apenas 2 años. Denise soltó el niño por unos momentos y se concentró en el vendedor que tenía enfrente. Ese fue el peor error que cometió en su vida.

Según un artículo publicado en The Sun,  cuando Denise volvió a bajar la mirada para buscar a su pequeño, ya no estaba. Miró a su alrededor y no lo encontró. Entró en pánico al no saber dónde estaba James, pero nunca se imaginó que en ese momento, dos niños estaban consumando el crimen más escalofriante que se ha escuchado en Gran Bretaña.

Pasaron 3 minutos y Denise preguntó a todos por su hijo. Su miedo iba en aumento. Pidió a los agentes de seguridad del shopping que llamaran a James por los autoparlantes, y nada.

La policía se unió a la búsqueda y pudieron requisar las cintas de seguridad del shopping. Al observarlas con detenimiento se dieron cuenta que dos niños, que parecían tener 10 años por lo menos, habían tomado a James y lo habían sacado del centro comercial.

Ralph Bulger, padre del pequeño desaparecido, al ver los videos se convenció de que todo estaría bien: “Miré a Denise y sonreí. Va a estar todo bien, le dije. Solo son dos pequeños niños”, según el periódico The Sun. Pero nunca se imaginaron de lo que esas “criaturas” eran capaces.

James fue secuestrado el viernes, fue encontrado muerto el domingo 14 de febrero sobre las vías de la estación Walton & Anfield. La noticia resultó devastadora para los padres del pequeño.

Ese mismo domingo, una maestra reconoció las figuras borrosas de los niños secuestradores y dijo que eran alumnos suyos, unos chicos problemáticos que justamente ese viernes habían faltado a clases. Sus nombres eran: Jon Venables y Robert Thompson.

La policía se dirigió a los domicilios de los infantes, y lo que encontraron fue terrorífico: en las habitaciones de los niños había ropa y zapatos con sangre. Ellos eran los asesinos.

El camino de torturas de James

Aquella tarde de viernes, James se alejó de su madre entretenido, siguiendo a dos chicos que se portaron muy amables con él. Al principio, Venables y Thompson lo llevaban de la mano, pero pronto empezaron a torturarlo. En el camino, el pequeño Bulger recibió patadas y golpes. Cuando pasaron por el canal de Leeds en Liverpool, a unas cuatro cuadras del shopping, lo empujaron con fuerza tirándolo de cabeza sobre el pavimento. James se lastimó la cara y un enorme hematoma le salió en la cara.

James Bulger, el pequeño asesinado/ Foto Twitter (@GRXSSER)

Varias personas los vieron, pero pensaron que eran hermanos peleando, así que no le tomaron mayor importancia. Los captores, quienes también eran vándalos, pasaron robando pintura azul, un muñeco Troll y un par de baterías.

Cuando llegaron a la estación de tren semi abandonada, golpearon a James con ladrillos y piedras, le arrojaron pintura azul a los ojos, le patearon la cara (el zapato de Thompson quedó estampado en su mejilla). Luego saltaron en su cuerpo fracturando sus manos y costillas. Le introdujeron las pilas en la boca y le tiraron encima de la cabeza una barra de hierro de diez kilos que le generó diez fracturas más. Para terminar su crimen, los asesinos colocaron a James atravesado sobre las vías y le taparon la cara con escombros. El tren pasó y le cortó el cuerpo a la mitad.

La confesión

Al ser detenidos, según The Sun, el primero en confesar fue Jon Venables que dijo: “Yo lo maté. ¿Qué le dirán a su mamá? ¿Le pueden decir que lo siento? Se mostraba inquieto y gritaba que quería quitarse la ropa porque olía a bebé muerto.

Thompson, en cambio, negó todo, pero se delató dando detalles de lo que James llevaba puesto la tarde que lo mataron. Nada más preguntó si habían llevado el niño al hospital “para revivirlo”. La prensa británica lo mediatizó como “el niño que no llora” y se convirtió en el niño más odiado por la opinión pública.

El 1 de noviembre de 1993 comenzó el juicio que se prolongó durante tres semanas. Se les juzgó como adultos. La corte tomó la posición de que eran lo suficientemente maduros para saber que lo habían hecho estaba muy mal y grave.

El 24 de noviembre de 1993 Venables y Thompson fueron declarados culpables. Se habían convertido en los convictos más jóvenes en la historia moderna de Gran Bretaña. El juez pidió un mínimo de 8 años de cárcel, pero se hizo una campaña en la que se recolectaron firmas y lograron que la pena se aumentara a 15.

Los psiquiatras que evaluaron a ambos niños determinaron que Thompson encajaba en el perfil de un psicópata, no mostraba ningún remordimiento y seguramente fue el líder e incitador del crimen. Venables, por su parte, dijo que la película de “Chucky 3” le había inspirado.

Después de la cárcel

En junio de 2001, poco antes de cumplir 19 años, los asesinos fueron liberados y se les proporcionó nuevas identidades. Los mudaron a sitios secretos de Inglaterra y se les prohibió acercarse a la familia Bulger ni a la zona donde vivían.

Sin embargo, Venables al salir libre recayó, comenzó a beber, a tomar drogas, a distribuir pornografía infantil. En el 2008 fue arrestado por estar alcoholizado, por posesión de cocaína y provocar disturbios y peleas. Salió. Pero pronto volvió a ser encarcelado, en 2011, cuando su supervisor de libertad condicional encontró su computadora llena de pornografía infantil con menores entre 2 y 7 años violados por adultos.

Thompson pareciera que no reincidió, no se sabe mucho al respecto. En el 2006 conformó una pareja gay estable (quien sabía su verdadera identidad) y se quedó al norte de Inglaterra.

En un documental Thomspon dijo: “Me doy cuenta de que ahora soy una mejor persona, tengo una mejor vida y una mejor educación que si no hubiera cometido el crimen. Yo estaba fuera de control porque mi vida en las calles era mejor que mi vida en casa. No había nada para mí en casa”.

Aquel febrero del 93, en Gran Bretaña y en todo el mundo, se acabó el concepto de “inocencia” que se suele asociar a los niños por naturaleza.