Las especulaciones sobre la salud del líder norcoreano Kim Jong-un resurgieron luego que en su última reaparición pública del 15 de junio, el hombre de 37 años está notablemente más delgado.
La salud de Kim es importante en Seúl, Washington, Tokio y otras capitales del mundo porque no ha ungido públicamente a un sucesor que controle un programa nuclear en avance dirigido a Estados Unidos y sus aliados, si está incapacitado, señala la agencia AP.
En imágenes recientes publicadas por medios estatales, Kim parecía haber perdido peso. La correa de su elegante reloj está más ajustada y su rostro más delgado, detalla el medio.
Algunos observadores dicen que Kim, que mide aproximadamente 170 centímetros (5 pies, 8 pulgadas) de alto y pesaba previamente 140 kilogramos (308 libras), puede haber perdido entre 10 y 20 kilogramos (22 a 44 libras).
No obstante, según Hong Min, analista senior del Instituto Coreano para la Unificación Nacional de Seúl, es más probable que la nueva apariencia del dictador sea un intento por mejorar su salud y no por indicios de una enfermedad.
"Si tuviera problemas de salud, no habría salido en público para convocar la reunión plenaria del Comité Central del Partido de los Trabajadores", una importante conferencia política esta semana que se espera dure de dos a tres días, dijo Hong en declaraciones retomadas de AP.
Efectivamente, Kim Jong-un presidió el martes la inauguración de la tercera sesión plenaria del partido único norcoreano, en la que se espera que se configure la estrategia en política exterior y también en el ámbito nacional para lidiar con la escasez de alimentos, el COVID-19 y otros problemas económicos, de acuerdo con información de AFP y EFE.
Kim reconoció que la situación alimentaria de su país es "tensa", informó este miércoles la prensa estatal, sonando las alarmas en un país que sufrió una devastadora hambruna en los años 1990 que dejó cientos de miles de muertos.
El empobrecido país, que enfrenta numerosas sanciones internacionales por sus programas de armas nucleares y de misiles balísticos, ha luchado por alimentarse en medio de escaseces crónicas de alimentos.
El año pasado, la pandemia del coronavirus y una serie de tormentas e inundaciones agravaron la situación de su alicaída economía.
En la reunión plenaria del comité central del partido norcoreano, Kim dijo que la economía mejoró este año, con un crecimiento industrial de 25%, reportó la agencia noticiosa oficial KCNA. Sin embargo, aclaró que hubo una "serie de desvíos" debido a numerosos retos.
"La situación alimentaria del pueblo se está poniendo tensa porque el sector agrícola no logró cumplir su plan de producción de granos debido a daños causados por el tifón del año pasado", afirmó Kim.
Kim pidió acciones para minimizar el impacto de tales desastres naturales, y dijo que asegurar una buena cosecha es la "prioridad máxima".
En la reunión se discutió también la prolongada pandemia del coronavirus, según KCNA.
El régimen norcoreano ha rechazado recibir ayuda humanitaria del exterior por miedo a la propagación del virus del SARS-CoV-2, que ha motivado un aislamiento todavía mayor del opaco territorio, que asegura no haber detectado ningún contagio con el patógeno en ese país, una versión que ha sido puesta en duda por analistas.
Corea del Norte tiene una infraestructura médica deficiente y sufre una severa falta de medicamentos, por lo que expertos temen que un brote de coronavirus tendría un grave impacto en la nación.
El país impuso un cierre estricto en enero del año pasado para impedir la entrada del coronavirus desde China, de la cual depende la economía norcoreana, lo que tuvo un impacto devastador y llevó el comercio bilateral al mínimo.