Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera se convirtió en el cartel más famoso de México, y sus excentricidades han sido ampliamente documentadas por años. Algunos escritores y periodistas señalan que su notoriedad se remonta al tiempo en el que iniciaba a delinquir.
El periodista británico Malcolm Beith en su libro “El último narco” señala que mientras permanecía en prisión en el Centro Federal de Readaptación Social de Puente Grande, en Jalisco, México, de donde se fugó por primera vez en 2001, el Chapo organizaba fiestas a las que asistían empleadas y reclusas. Él manejaba su propia nomina de empleados del penal, agrega Beith.
El periódico Infobae hace referencia además a una lujosa fiesta celebrada en el mismo penal para Navidad y patrocinada por El Chapo a la que fueron llevados 500 litros de vino y langosta.
En una entrevista con el abogado José Antonio Ortega Sánchez se escucha al jurista preguntarle a Loera por qué lo había hecho esperar tanto, él líder del cartel de Sinaloa respondió que tenía su visita conyugal ese día y que luego tomó un baño turco, después debía tomar una siesta “para saludarlo como usted se merece”.
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El Chapo hizo su fortuna traficando cocaína a Estados Unidos durante los años 90. En 2018, durante el juicio en su contra, uno de los sucesos que despertó gran atención a nivel internacional, un testigo del Gobierno de EE.UU. relató el nivel de vida de su antiguo jefe.
Jets, lujosas casas en cada playa de México con piscinas y canchas de golf, ranchos en cada Estado y su propio zoológico que incluía tigres, leones, panteras y venados, y un tren para recorrerlo, así como un yate, “el Chapito”, en su propiedad en Cancún y “4 ó 5 mujeres” eran parte de los lujos que Loera mantenía con su fortuna.
Miguel Ángel Martínez Martínez, alias “el Gordo” o “el Tololoche”, testificó en una sesión ante el tribunal de Nueva York donde explicó que su entonces jefe le regaló un reloj Rólex con diamantes y durante los noventa le pagó un millón de dólares en salario.
En un solo mes, agregó, le llegó a ordenar comprar más de 50 coches, Buick, Thunderbird y Cougar, para regalar a sus trabajadores, quienes podían escoger el modelo.
Martínez añadió que en la década de los noventa el negocio del narcotráfico estaba “muy bien” y que Guzmán Loera se benefició del “boom de la coca”, y que empleó parte del dinero para pagar sobornos y poder mantener su negocio.
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Afirmó además que el capo recibía uno o dos camiones mensuales que venían desde Estados Unidos con el dinero producto de la venta de la droga, y que posteriormente envió sus jets a recoger ese dinero en Tijuana, que era llevado a Ciudad México y depositado en cuentas de bancos, tras sobornar a empleados, parte del cual lo invirtió en propiedades.
La periodista Anabel Hernández en su libro “Los señores del narco” dice en su escrito que en el antiguo hotel Sheraton Bugambilias de Puerto Vallarta, en Jalisco, el Chapo alquilaba un piso entero para hospedarse.
Su deseo de lograr notoriedad lo llevó además a buscar al actor y productor Sean Penn para que hiciera una película de su vida, la cual inició de manera modesta en Badiraguato, Sinaloa, sus impresionantes fugas de la cárcel y su poder económico.
“El Chapo”, el narcotraficante más buscado del mundo, fue capturado en Sinaloa, más de tres meses después de que Penn y Kate Del Castillo se entrevistaran con él, el 2 de octubre de 2016, y a seis meses de una espectacular fuga de una cárcel de máxima seguridad del centro de México.
En julio de 2019 fue condenado a cadena perpetua por mantener de manera continuada una organización criminal y 30 años por el uso de armas de forma violenta.
