Un nuevo centro de detención para familias migrantes conocido como “el de las carpas”, en Yuma, Arizona, contrasta sobremanera con otros por los que han pasado miles de refugiados, principalmente centroamericanos, a su llega a Estados Unidos en los últimos meses, según testimonios de algunos indocumentados. Sin embargo, activistas ponen en duda ese “cambio repentino”.
Katherine, una inmigrante salvadoreña de 11 años, dijo a Efe haberse sentido “feliz” durante su estadía en este centro, donde, afirma, comió “muchas galletas, frituras, frutas, jugos, leche” y disfrutó junto a otros niños de la película de animación infantil “Rango”.
El centro fue inaugurado a finales de junio ante el flujo “que no disminuye” de inmigrantes que cruzan la frontera y solicitan asilo político, según dijo entonces La Patrulla Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) durante un recorrido con la prensa, al que tuvo acceso Efe.
Con una capacidad para 500 inmigrantes, el centro cuentan con aires acondicionado y aéreas para el recreo infantil. Forma parte de un contrato de 15 millones de dólares entre el Gobierno federal y una compañía privada, que será válido hasta finales de septiembre, con la opción de extender operaciones mes a mes.
La descripción de Katherine y de otras familias contrasta abruptamente, no obstante, con las opiniones que tienen algunos activistas pro inmigrantes.
Para Israel Camacho, pastor de la Iglesia Nueva Esperanza, el “cambio repentino” hacia los inmigrantes obedece a un intento por “limpiar la mancha” que ha dejado la administración Trump en sus políticas migratorias.
“Los están tratando bien en ese centro, pero es solo un espejismo, tienen que justificar el contrato millonario que recibieron. Por medio de ese centro buscan limpiar la imagen y el trato inhumano que han recibido y siguen recibiendo miles de migrantes en los centros de detención”, declaró a Efe el pastor.