La siniestra historia de Christine Falling, una niñera cuyos retorcidos pensamientos la llevaron a asesinar a los bebés que cuidaba

Su rostro “angelical” fue su mejor coraza para evadir a la justicia, hasta que las investigaciones revelaron sus macabros actos de violencia.

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Foto: Redes sociales.

Por S. López

2021-01-14 11:18:17

Su cálida sonrisa y carácter suave fueron el disfraz perfecto para una niñera adolescente cuya retorcida mente la llevó a asesinar despiadadamente no solo a los bebés que cuidaba, sino también a un anciano.

Se trata de Christine Falling, quien en la época de 1980 y 1982, hizo realidad la pesadilla de cualquier padre que deja a sus hijos en manos de extraños.

Los macabros hechos de violencia ocurrieron en Florida, Estados Unidos. Y su rastro de maldad cobró la vida de cinco bebés y un adulto mayor.

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Su primer víctima fue Cassidy Johnson, de 2 años, quien murió tan solo cuatro horas después de que sus padres la dejaran al cuidado de la siniestra niñera.

Según las investigaciones en esa ocasión fue la misma Christine quien llamó a la Policía. Ella alegó que la bebé se había desmayado por lo que se cayó de la cuna y se golpeó la cabeza.

Foto: Redes Sociales.

La pequeña de 2 años fue trasladada al hospital de Tallahassee. El médico que la revisó observó un sospechoso golpe en la cabeza de Cassidy, pero la niñera lo había justificado contando que se había golpeado al caer desmayada. El diagnóstico fue inflamación cerebral o encefalitis. Tres días después la niña murió.

Pese a que las autoridades le recomendaron a los padres interponer una investigación, ellos decidieron no proceder ya que no concebían que una chica de 16 años pudiera ser la responsable de un hecho tan abominable.

Tras el escándalo, la niñera decidió mudarse a al ciudad Lakeland y solo pasaron tres meses para que volviera a matar a sangre fría.

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Su siguiente víctima fue Jeffrey Davis, un niño de 4 años, hijo de un familiar lejano de Christine. Sin embargo su muerte fue atribuida a un padecimiento de salud ya que el pequeño sufría miocarditis, una inflamación de la capa media de la pared del corazón y que, en alguna ocasión, puede provocar una muerte súbita.

Tan solo tres días después de su muerte, Christine volvió a atacar. Esta vez al primo de Jeffry. Sus padres dejaron a Joseph Spring de 2 años al cuidado de la niñera para asistir al entierro de Jeffry. Desafortunadamente el pequeño murió de las mismas causas de su primo.

Charles y Jeffrey Heil, de 3 años y 14 meses respectivamente, fueron sus siguientes víctimas. Pero afortunadamente no les costó la vida, pues a pesar de haber ingresado al hospital lograron sobrevivir.

Para ese entonces la niñera ya tenía 18 años y decidió regresar a su ciudad natal, Perry, pues los rumores sobre su conexión y los casos de negligencia infantil empezaban a perseguirla.

Cuando llegó a Perry decidió mejor cuidar a ancianos y fue así como fue contratada por un paciente oncológico, William Swindle. Sin embargo el hombre de 77 años murió el mismo día en que la contrató.

Lo hallaron tirado en el piso. Los médicos atribuyeron su deceso a un ataque cardíaco masivo.

El 14 de julio de 1981, la media hermana de Christine, Betty Jean Daniels, de 19 años, llevó a su beba Jennifer a vacunar. Christine la acompañó. Cuando regresaba a su casa, Betty paró en un almacén para comprar unos pañales y dejó a Jennifer de ocho meses en el auto con su tía Christine. Unos minutos resultarían más que suficientes. Cuando Betty retornó al auto Christine le dijo que no escuchaba la respiración de su sobrina. Betty no se asustó, pensó que Christine se equivocaba porque “los bebes no respiran fuerte”, le dijo. Pero cuando se acercó más a su hija se dio cuenta de que tenía la piel azulada y que, efectivamente, no estaba respirando.

Travis, un bebé de diez meses fue su última víctima. Para desgracia del pequeño, su madre no solo había confiado su cuidado a Christine, sino que permitió que durmiera en su casa, pues ella quería salir a celebrar que Travis se acababa de recuperar de una neumonía.

Al día siguiente cuando pasó a recogerlo el bebé estaba muerto, aparentemente sin ninguna señal de violencia.

Detalles macabros

Su último asesinato fue el que la delató. Luego ella revelaría en un juicio los detalles de aquellos agónicos momentos que sufrieron sus víctimas.

Sobre el primer caso dijo: “Eran cerca de las 8.30. Ella se comportaba de manera muy ruidosa… así que la sofoqué hasta que dejó de respirar y se puso violeta. Su corazón había dejado de latir, su pulso se había detenido y no estaba respirando. Entonces, intenté que volviera a respirar y no pude. Llamé al departamento de policía y ellos llamaron a una ambulancia y la llevaron al hospital de Tallahassee”.

Sobre el asesinato de Jeffrey Davis, Christine dijo en el juicio, que lo había asesinado porque “me volvía loca (…)Estaba realmente loca esa mañana. Lo saqué de la cuna y comencé a ahogarlo hasta que estuvo muerto”. En el caso de Joseph, el chico estaba durmiendo una siesta: “… no supe qué pasó. Recibí el impulso y quise matarlo”. Aseguró que puso sus manos alrededor del cuello de Joseph porque tuvo “la urgencia de hacerlo”.

En cuanto a la muerte del bebé de su media hermana dijo, que Jennifer “estaba continuamente llorando y llorando y llorando y me enloqueció, así que solo puse mis manos alrededor de su cuello y apreté hasta que se calló”.

Christine relató sobre la muerte de Travis que “estaba durmiendo cuando lo maté (…) Yo solo lo sofoqué, sin razón aparente”.

La policía interrogó a la niñera quien confesó, sin titubeos, tres de los crímenes. Dijo haber escuchado voces que la instaban a matar. Explicó que los había asfixiado utilizando mantas y almohadas.

“No sé por qué lo hice (…) Le puse una mantita sobre su cara. Una voz me decía dentro de mí: ‘¡mata al bebé!’,¡mata al bebé!’, una y otra vez. Después me daba cuenta de lo que había pasado”, explicó a los detectives, “La manera en que lo hice, es algo que vi en la televisión (…) De todas formas lo hice a mi manera. Fácil y simple. Nadie podría haberlos escuchado gritar (…) Los maté, es todo lo que tengo para decir. No sé por qué”.

Christine se declaró culpable de tres de los asesinatos. Entre septiembre y diciembre de 1982, fue sentenciada a cadena perpetua. Su confesión de los crímenes de Cassidy Johnson, Jennifer Daniels y Travis Coleman, le evitó ir a juicio y la posibilidad de ser condenada a muerte en la silla eléctrica.