En la madrugada del jueves 24 de febrero (hora local, al filo de las 10 de la noche en El Salvador), en diferentes ciudades de Ucrania se registraron los primeros bombardeos, al tiempo que el presidente ruso, Vladimir Putin, disfrazaba de “operación militar especial” un ataque unilateral y sin provocación a su vecino país.
A partir de ese momento, Rusia desató un devastador ataque en todo el territorio ucraniano. Ciudades importantes como Kiev, capital; Odessa, a orillas del Mar Negro; Kharkiv, cerca de la frontera rusa y decenas de localidades, aeropuertos y carreteras fueron blanco de este acto de guerra duramente condenado por la comunidad internacional.
El saldo es, hasta el momento, devastador. Hasta la noche del jueves, según cifras oficiales dadas por el presidente ucraniano Vladimir Zelenski, se registraban 137 muertos y más de 300 heridos.
Además, destrucción en numerosas provincias del país y miles de personas desplazadas, muchas de las cuales intentaron buscar refugio en las estaciones de tren y otros sitios fortificados.
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Y así, con un enorme despliegue de brutalidad, Rusia ha protagonizado la mayor movilización militar que Europa ha visto en décadas. Una que se ha justificado con malabares retóricos, pero parece tener detrás una sola intención: continuar el agresivo juego geopolítico de Vladimir Putin, el presidente que sueña con revivir la gloria del Imperio Ruso de antaño.
Excusas y manipulación de la verdad
Mientras las tropas se preparaban a cruzar la frontera que divide a Ucrania de Rusia y de Bielorrusia, el presidente ruso lanzó un vídeo en el que anunciaba su “operación militar especial”, la cual justificó como una protección a quienes “han sido sujeto de abusos y genocidio por el régimen de Kiev”.
Con esto, Putin hace referencia a las poblaciones rusas que habitan el este de Ucrania, a quienes el Kremlin (gobierno ruso) financia y arma, y quienes buscan desestabilizar y dañar la integridad territorial de Ucrania.
Este ataque, de hecho, no es nuevo. En 2014, tropas rusas anexaron de facto la provincia de Crimea, rodeada casi en su totalidad por el Mar Negro, y desde ahí han azuzado a otras poblaciones para levantarse contra el legítimo gobierno de Kiev.
Además, haciendo uso de un poderoso aparato de propaganda, el mandatario ruso difunde falacias, en las que pretende decir que los ucranianos son realmente rusos y no tienen derecho a su propio país.
Finalmente, Putin dijo a las potencias occidentales que están defendiendo a Ucrania que de interferir, enfrentarán consecuencias que nunca han experimentado.
Ucrania resiste
En un emotivo discurso dado en ruso, el presidente ucraniano salió al paso de las declaraciones de Putin y a recalcar que los ucranianos comparten lazos con Rusia, pero son una nación autónoma con derecho a una libertad, la cual adelantó que defenderán.
Sin embargo, pidió a los rusos la paz. “Sus líderes han elegido dar un paso hacia invadir el territorio de otro país. Y ese paso podría ser el inicio de una gran guerra en Europa”, lamentó, al tiempo que pidió a la población rusa que exija a su gobierno poner fin a esta locura “antes que sea demasiado tarde”.
Foto Agencia EFE
“Las personas de Ucrania queremos la paz, al igual que su gobierno”, recalcó Zelenski y retó a los rusos a hacerle frente al ánimo bélico de sus líderes.
Y muchos, de hecho, lo hicieron. En decenas de ciudades rusas, miles salieron a condenar la guerra y a rechazar a su gobierno. El saldo, miles de protestantes arrestados y violentados por policías del régimen.
Mientras tanto, el mundo está presenciando nuevamente los horrores de una guerra no provocada. La última aventura imperial de Vladimir Putin está dejando grotescas escenas de muerte y destrucción, mientras arriesga la paz y la estabilidad internacional.