Hijos de padres con TPS encarnan su “último sueño”

Son parte de un proyecto educativo del Boston Experimental Theatre, Massachusetts, llegaron a Washington DC para mostrar una obra teatral que refleja sus vidas, un trabajo amateur de compromiso y que les llena de lágrimas, porque en el trasfondo está la vida real.

descripción de la imagen
Foto Por Tomas Guevara

Por Tomas Guevara / Washington

2019-02-14 7:00:40

El número redondo de pequeños actores y actrices es 13, todos tienen el denominador común: son ciudadanos estadounidenses hijos de salvadoreños que encaran el fin del Estatus de Protección Temporal, TPS, que les dio cobijo legal en Estados Unidos desde el año 2001.

Esta semana estos jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 9 y 17 años, llegaron desde Boston, Massachusetts, a la capital de Estados Unidos con una obra vivencial, “The Last Dream”, (El último sueño) que en las tablas evidencia una verdadera pesadilla, al reflejar un drama de la vida real, al que se enfrentan casi medio millón de jóvenes y niños nacidos en Estados Unidos, cuyos padres están en riesgo de ser deportados de no alcanzarse un acuerdo en el Congreso de Estados Unidos para proporcionarles un estatus permanente.

Y con esa premisa llegaron a DC, la primera cita de su gira la tuvieron en un salón de uno de los edificios administrativos de la Cámara Baja, el Cannon Building, ahí desplegaron no solo la intensidad de cada palabra y acción en la escena, también brotó el dolor que está a flor de piel.

Un solo detonante soltó el grifo de las lágrimas, que brotaron a borbollones en el elenco y contagiaron hasta el público, entre los que estaban al menos dos congresistas.

Uno de los menores solo necesitó un pequeño halago por parte de los organizadores por ser la fecha de su cumpleaños para soltar en llanto porque ni su padre ni su madre están con él; su progenitor lo trajo consigo a Estados Unidos durante la llamada “Crisis migratoria de niños no acompañados”, en el verano de 2014. Agotadas todas las posibilidades para quedarse en la nación norteamericana, y pérdidas una tras otra apelación, el padre del menor fue deportado a El Salvador antes de las recientes navidades.

Ahora la familia que lo ha acogido, son beneficiarios del TPS, por lo que la incertidumbre es grande. “Cada vez que presentamos esta obra es una sensación de tristeza que me da porque uno sabe que el gobierno está detrás de todo esto que nos está pasando y nos rompe el corazón, es una pesadilla completa”, comenta el joven Kevin Palma, uno de los actores que explica que empezaron el montaje hace casi un año y se han presentado cuatro veces cinco veces.

Este jovencito se muestra avispado y decidido a luchar con lo que sus derechos como ciudadano estadounidense le otorgan para luchar porque sus padres permanezcan en Estados Unidos con un estatus de residencia permanente, primera aspiración del colectivo formado por unos 190 mil salvadoreños que tienen TPS y cuyo estatus legal vencerá el 9 de septiembre, sin que a la fecha exista certeza de una solución definitiva, más que una batalla judicial en curso.

Por tratarse de una pieza que recrea sus vidas, la actuación de este lunes en el Congreso, y el martes por la noche en el Imagination Stage, un teatro en la ciudad de Bethesda, Maryland, terminó en una catarsis colectiva, que a pesar de ser un proyecto amateur engancha al público.

Chef salvadoreño se reconecta con su país a través del convenio entre Washington y San Salvador

Jackeline Landaverde, una de las jóvenes que actúa en la pieza dice que es imposible evadir las lágrimas, porque al contar sus historias y ver en perspectiva el peligro al que se enfrentan –si no hay una solución definitiva con la residencia permanente para sus padres- ese miedo les ahoga con angustia e impotencia.

“Nuestro propósito con esta obra es tocar corazones y creo que lo hemos logrado, a nosotros los actores nos viene a lágrimas porque tenemos un compañero que ya sabe que es perder sus padres y estar solo. Nos trae lágrimas pensar que así podemos estar nosotros también”, agrega esta joven, de 17 años.

Belinda Tejada es madre de cuatro de los jóvenes que participan en este elenco coordinado por el proyecto teatral estudiantil, asegura que es tanto el compromiso de estos niños y jóvenes en defender a sus padres que están incluso sacrificando días de la escuela para hacer la gira.

Desde la perspectiva de los padres, la situación no es para menos, esta compatriota que viajo a Washington para acompañar a sus hijos en la movilización propuesta por la Alianza Nacional del TPS, ante la Casa Blanca y El Congreso, espera que se discuta pronta alguna de los borradores de ley que entraron a finales de 2017 en ambas cámaras del legislativo federal.

Tras cancelación de TPS, Cecilia Martínez lucha por comunidad salvadoreña

“No crea, uno cada día se levanta y piensa en qué terminará todo esto, porque no es fácil pensar que uno va agarrar camino después de 20 años viviendo aquí, más que todo porque tenemos los niños. ¿Qué futuro les podríamos ofrecer sino podemos estar con ellos aquí?”, agrega.

La congresista por el distrito 7 de Massachusetts, Ayanna Pressley acudió al salón del primer piso del Cannon, y al ver al grupo de jóvenes y niños sumidos en llanto, les agradeció haber llegado a Washington y les instó a mantenerse con valentía para luchar por sus padres; a la vez, se comprometió a utilizar todas sus facultades como legisladora para defenderles, “ustedes son niños, ciudadanos estadounidenses que están siendo castigados” por un ejecutivo que se niega a entender la complejidad del tema migratorio, explico.

La obra “The Last Dream” culmina con una imagen de fuerza simbólica, en una especie de pesadilla, con un telón negro de fondo, y en la oscuridad, un personaje siniestro con grandes garras observa desde lo alto a estos pequeños ciudadanos; Cristian, Brian, Kathy, Julia, Jackeline y Francisca son absorbidos por la oscuridad, y la pequeña que ha servido de hilo conductor a la historia llama a sus padres, invadida por el miedo. De la escena teatral un saltó a la realidad, el padre de la menor y su madre corrieron a abrazarla al verla destrozada al encarnar su propio personaje.