“Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo”, es una de las frases que se lee en una carta que Carlos III manda a sus padres donde describe con lujo de detalles la noche de boda con María Amalia de Sajonia.
La carta responde a la petición de la reina Isabel de Farnesio y es que para la monarquía la descendencia del heredero del trono era importante y de ahí el interés de saber si la relación funcionaba y qué tan pronto Carlos III tendría a su primogénito, según publicación de ABC.
Isabel de Farnesio ha sido una de las reinas con más influencia en la historia de España, fue ella y Felipe V quienes se encargaron de la elección y el matrimonio de su hijo. En ese entonces Carlos III era Rey de Nápoles y Sicilia.
Fue su madre quien eligió a María Amalia Walburga, de Sajonia, hija del Duque de Sajonia y tiempo después Rey de Polonia, para esposa de su hijo. Ella consideró que María Amalia, con tan solo 13 años, tenía la edad suficiente para contraer nupcias y para que el matrimonio fuera consumado.
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La boda tuvo lugar el 9 de mayo de 1,738 en el Palacio de Dresde, en Sajonia, pero la pareja se vio en persona un mes después en Portello, cerca de Milán. Luego de ese encuentro llegó la tan esperada noche de bodas.
Desde España, Felipe V e Isabel Farnesio pidieron a su hijo que les informara si el matrimonio ya se había consumado y si la elegida había sido de su agrado. Ante la petición, Carlos no tuvo ningún tipo de reparo en contestar con una minuciosa descripción de su desempeño sexual:
“Para obedecer a las órdenes de VV.MM. contaré aquí como transcurrió todo. El día en que me reuní con ella en Portella, me puse primero con ella en la silla de postas donde hablamos amorosamente, hasta que llegamos a Fondi. Allí cenamos en nuestra misma silla y luego proseguimos nuestro viaje sosteniendo la misma conversación y llegamos a Gaeta algo tarde. Entre el tiempo que necesitó para desnudarse y despeinarse llegó la hora de la cena y no pude hacer nada, a pesar de que tenía muchas ganas. Nos acostamos a las nueve y temblábamos los dos pero empezamos a besarnos y enseguida estuve listo y empecé y al cabo de un cuarto de hora la rompí, y en esta ocasión no pudimos derramar ninguno de los dos; más tarde, a las tres de la mañana, volví a empezar y derramamos los dos al mismo tiempo y desde entonces hemos seguido así, dos veces por noche, excepto aquella noche en que debíamos venir aquí, que como tuvimos que levantarnos a las cuatro de la mañana sólo pude hacerlo una vez y aseguro a VV.MM. que hubiese podido y podría hacerlo muchas más veces pero que me aguanto por las razones que VV.MM. me dieron y diré también a VV.MM. que siempre derramamos al mismo tiempo porque el uno espera al otro”.
Este es un extracto que se conserva en el Archivo Histórico Nacional y muestra que Carlos III quedó encantado con la elección de sus padres. Además, aseguró que María Amalia era “más hermosa que el retrato” que le habían enseñado de ella y dijo que tenía “el genio de un ángel”.
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Que la familia real haya despojado a su madre de bienes, dinero y de títulos nobiliarios nunca fue del agrado del duque de Cambridge.
Sin embargo, aseguró que “a veces las jovencitas no son tan fáciles y yo tendría que ahorrar mis fuerzas con estos calores”, refiriéndose a la castidad de María Amalia y justificando que solo podían tener relaciones sexuales una o dos veces al día o en la noche para preservar su salud y “no acabar derrengado”.
En cuanto a la pregunta de si María estaba lista para concebir y cuándo estaría naciendo el primogénito del matrimonio, él contestó: “Diré a VV.MM que todavía no lo tiene (el periodo), pero que según todas las apariencias, no tardarán en tenerlo; lo cual espero en Dios, en la Virgen y en San José”.
El matrimonio
María Amalia escribió a sus padres poco después de la boda y les dijo que había encontrado “en su querido esposo tanto amor y complacencia que la obligaban para siempre”.
Según la historia, María Amalia no era una mujer que se caracterizara por la hermosura, además, tenía voz chillona, pero lo compensaba con un carácter “afable y caritativo y tenía un excelente corazón”. En cuanto a Carlos III, era poco parecido, su nariz era más grande de lo normal, pero su poca gracia natural era opacada por una personalidad sencilla y de estricta moral.
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En aquella época no se acostumbraba que los matrimonios durmieran en la misma cama y habitación, sin embargo, el matrimonio lo hizo desde un principio.
El matrimonio tuvo 13 hijos, siete llegaron a adultos y los demás murieron, entre ellos la primogénita de la pareja: María Isabel.
María Amalia no mostró interés por la política, fueron pocos los asuntos de Estado en los que se interesó, a pesar que su esposo se mostraba receptivo a sus consejos.
María murió a los 35 años, se cree que los 13 partos, la pena por la muerte de sus hijos, una mala caída de cabello, la adicción al tabaco contribuyeron al deterioro de su salud. Ella murió un año después de la coronación de su esposo como Rey de España.
Video de ABC