La huida que el gobierno ignora

Después de Estados Unidos, México y Canadá han sido los países hacia donde más salvadoreños viajan para pedir refugio. En los últimos años han aumentado las solicitudes en el resto de Centroamérica.

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Ha habido un incremento de los menores migrantes en ruta a EE.UU. este semestre. / Foto Por Josué Parada

Por Xenia González Oliva

2018-06-11 7:55:46

Laura sabe que la pueden matar. Pero su prioridad es mantener a su hijo a salvo. Por eso fue rebelde y huyó la primera vez. Desobedeció la orden de los jóvenes que habían llegado a su casa, no cumpliría lo que le habían ordenado, pese a que le dijeron que si no les hacía caso la matarían. También le dijeron que le quitarían a su hijo y eso sí, no podía permitirlo. Que su niño de cinco años llegue a seguir los pasos de su padre y se una a la pandilla es algo que Laura no puede permitir.

Laura vendió todo, huyó con su hijo y una mochila. Miguel se enfermó durante todo el trayecto, se mareaba y vomitaba mucho, casi no comía. En poco tiempo ya había perdido peso.

Cuando al fin llegaron a México y Laura se sentía un poco más cerca de la seguridad, fueron detenidos. Laura rogó para que no los deportaran,contó todo y pidió refugio.

Pero las respuestas fueron que mejor se regresara a El Salvador, que desde su país pidiera apoyo para conseguir el refugio; pese a que a solicitud de refugio solo se puede hacer en el país en que la persona quiere estar, no desde su país de origen.

También le dijeron que regresara y volviera a intentarlo, que esta vez fuera a Tapachula y que buscara a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Después le dijeron que si de verdad quería aplicar al refugio se iban a tener que estar al menos tres meses detenidos. Laura veía lo débil y delgado que se mantenía Miguel. Cedió y aceptó ser deportada.

Si Laura hubiera logrado procesar su solicitud hubiera sido parte de los miles de salvadoreños que también han buscado refugio en México.

Las solicitudes de refugio de los salvadoreños alrededor del mundo han incrementado considerablemente desde el año 2000. Pasaron de ser 4,995 solicitudes en ese año a 43,302 en 2016, de acuerdo a las estadísticas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

En México el incremento de solicitudes ha sido mayor. En el año 2000 las estadísticas de ACNUR solo reportaban una solicitud de refugio. Para 2016 ya eran 3,488.En ese período México ha reconocido 2,211 solicitudes y ha rechazado 1,453.

El antropólogo e investigador Jaime Rivas expone que el éxito de una solicitud de refugio depende de la solidez del caso que haya podido establecerse desde el país de origen. Pero señala que la mayor parte de las personas no tiene acceso a una organización que pueda orientarlos en términos legales para sustentar un caso sólido desde su país de origen. Rivas añade el problema estructural que existe debido a que la mayor parte de las personas que se han visto en esta situación han tenido que huir de la noche a la mañana, con lo cual no hubo el debido acompañamiento legal para poder sustentar una petición ya sea en México, Estados Unidos, Canadá, donde sea, y poder tener las pruebas que mostrarán ante un juez o una institución como la COMAR.

“Para poder decir por estas razones, por estas pruebas que traigo aquí es que corre peligro mi vida si yo me quedo en El Salvador”, dice.

Rivas ha hecho varias investigaciones en México y ha podido evidenciar que existen casos en los que los mismos agentes de entidades como la COMAR usan estrategias para hacer caer en contradicción a las personas con sus testimonios o desestimar la entrada de una petición.

“No hay una voluntad real de instancias del Estado sobre todo en México para poder brindar la condición de refugiado a más personas. Hay cuotas y hay instancias como la COMAR que se están viendo rebasadas por la cantidad de solicitantes que están pidiendo refugio”, señala Rivas.

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Nadia Nehls del Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE, de la Ciudad de México, revela que en diversas ocasiones le ha llegado la información de que durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se han comenzado a reducir las posibilidades de refugio.

“El Gobierno Mexicano está, por decirlo de una forma decente, no está tomando responsabilidades con respecto al tema del refugio”.

Nehls señala cómo el refugio es la responsabilidad del Estado porque lo que es más fácil para estos lavarse las manos y decir “solo son migrantes”. Cuando un Estado reconoce a una persona como refugiado ha asumido que la persona está bajo amenazada y toma la responsabilidad de protegerla.

“Me parece que es de una enorme falta de responsabilidad, no solamente del gobierno mexicano, del Gobierno de Estados Unidos, es entender que lo que está sucediendo en Centroamérica es un asunto de crisis humanitaria”, afirma Nehls.

Eunice Olán, coordinadora del Comité Estadounidense para Refugiados e Inmigrantes (USCRI), corrobora lo dicho. Señala que México es el país de tránsito, aunque también de destino o descanso, para miles de migrantes.

Pero aunque hayan logrado llegar hasta ahí no todos intentar pedir refugio, muchos desconocen que existe esa posibilidad.

“Lo desconocen, y aquí voy a ser bastante cruel, porque los países de destino no están interesados en que la gente ni nadie irregular conozca la figura de refugio como un derecho”. Olán añade que incluso las organizaciones encargadas de brindar las facilidades de refugio se dedican a desalentar cuando la gente dice que quiere refugio. Le dicen que el proceso es largo, que estará en un centro de detención mientras dure.

Rivas añade que la situación se ha vuelto aún más peligrosa para quienes huyen de la violencia. Señala que hasta hace cinco años se podía encontrar alguna seguridad o esconderse en algunas zonas de la frontera sur de México. “Ahora me cuentan que hay presencia de pandilleros, informantes, toda esa red de información que tiene su origen aquí o en Estados Unidos también recorre las rutas migratorias, es cada vez más difícil encontrar un espacio de seguridad”, dice Rivas.

A partir del año 2014, los salvadoreños que huyen de la violencia y buscan refugio han comenzado a cambiar sus rutas hacia el resto de Centroamérica.

El primer año en que se reportaron solicitudes de refugio de salvadoreños en Costa Rica fue en el año 2007, con 13 aplicaciones. Entre los años 2013 y 2016 hubo un incremento del 602% de las solicitudes en Costa Rica.

En 2016 hubo 1,731 solicitudes de refugio presentadas por salvadoreños en Costa Rica, de acuerdo a los datos de ACNUR.

En ese mismo período, en Belice hubo un incremento del 3,989% de las solicitudes. Ese país pasó de reportar 28 solicitudes de refugio en 2013 a 1,145 en 2016.

Pero en Belice no es tan fácil obtener refugio. Armando De Paz, director de la estrategia regional de Cristosal, expone que el marco legal migratorio de refugio de Belice es totalmente violatorio de derechos ya que las personas pueden ser criminalizadas por ser migrantes. Si un migrante es detenido y no tiene para pagar una multa de $600 puede ser enviado a la cárcel. También si una persona pasa más de 14 días indocumentado ya no puede pedir refugio. De Paz dice que además en Nicaragua desmantelaron su sistema de solicitud de refugio.

“Costa Rica es como el país más óptimo, pero se tardan por lo menos seis meses para darte el refugio, y mientras sos solicitante de refugio, no tenés permiso de trabajo”. De Paz ha conocido de casos de personas que han tenido que regresar porque no pudieron sostenerse. En Panamá el sistema está saturado y se está tardando de dos a tres años en dar un resultado.

“En la región para las personas que salen y solicitan protección internacional es un panorama desmotivante”, comenta De Paz.

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Laura les cuenta todo, los policías confirman el historial de quienes la han amenazado. Pero no le dicen nada. Ella reitera que quiere refugio, que no está segura en el país. Pide al menos la dirección de la embajada de México. Le dan la dirección de Guatemala. Sale del centro aferrada de la mano de su hijo. Teme regresar a su casa, pero es la única posibilidad que tiene en ese momento. Tal vez no los están esperando, pueden llegar a recuperar fuerzas y volver a salir pronto del país.