Los herreros de San Juan Nahuistepeque, protectores de un oficio en peligro de extinción
Entre cenizas, hierro, carbón y fuego, un grupo de herreros luchan por no dejar en el olvido a un oficio que hasta este momento les ha dado el alimento para sostener a sus familias en el cantón San Juan Nahuistepeque en San Pedro Nonualco (La Paz).
Por Jonatan Funes
2020-11-13 9:00:50
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Rafael Rodríguez, de 62 años de edad, y Julio Bernal Reyes, de 22, inician su jornada a las 2:00 de la mañana. Lo primero que hacen en preparar el carbón y encender el ventilador que enciende el fuego. Minutos después se corta el hierro, el cual es pasado por el fuego hasta que se da la forma. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Rafael es uno de los herreros más experimentados de todo el lugar y mientras muchos duermen, él ya está fabricando las herramientas. Rodríguez viene de una familia que se dedicó de lleno al oficio de forjar el hierro y convertirlo en herramienta de trabajo. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Su padre se encargó de enseñar a sus ocho hijos el arte de moldearlo. “Éramos ocho hermanos, unos ya se murieron pero de los que hemos quedado hay cinco que somos herreros”, comenta Rodríguez. Foto EDH/ Jonatan Funes
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“La materia prima es el hierro, carbón, fuego y las ganas de trabajar”, esas son las palabras de Rafael mientras hace su trabajo con mucho esmero. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Producen punta de arado, chuzos y su especialidad son las cumas. Las horas de la madrugada es aprovechada por lo fresco del clima ya que la poca ventilación y el fuego que arde a mil hacen insoportable el trabajo. Foto EDH/ Jonatan Funes
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“Lo más difícil de este trabajo es levantarse de madrugada, porque hay días que uno no tiene ganas pero media vez uno se duerma temprano, no tenga sueño ahí viene uno con todo”, explica. Foto EDH/ Jonatan Funes
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El precio del producto varía según el tamaño, la docena de cuma rondan entre los $53 dólares a 63 dólares. Elaborar una cuma equivale a un dólar ganado, pero todo depende de los pedidos que le pidan. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Mientras se trabaja es prohibido ingerir bebidas frías, lavarse las manos o bañarse. Las temperaturas y gases al que están expuestos pueden provocar una enfermedad. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Rafael Rodríguez de 62 años recuerda que al principio se resistió a continuar con la labor, comenzó a trabajar de en otros oficios pero al final se convenció que lo suyo era ser herrero. Él y sus cuatro hermanos continúan con el oficio. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Julio Bernal Reyes comenzó a trabajar de herrero cuando tenía 16 años por la situación económica con la que vivía son sus padres, ahora con 22 es todo un experto. En la actualidad trabaja para mantener a su hijo de un año y su esposa. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Detalle de las manos Julio Bernal, el tiempo que ha trabajado han hecho que las palmas de sus manos estén con ampollas todo el tiempo. Foto EDH/ Jonatan Funes
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En el taller se trabaja con electricidad y carbón. La corriente activa un ventilador que emana gas lo que se convierte en fuego gracias al carbón. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Rodríguez explica que una de las ventajas de sus productos es que son fabricados con base a agua al salir del fuego lo que hace que la hoja de hierro sea mas blanda y pueda afilarse con facilidad. Foto EDH/ Jonatan Funes
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La cuma se pasa por el esmeril para detallar el lugar donde se tiene que dar filo para su uso y este es uno de los últimos procesos para dejar terminado el trabajo.Foto EDH/ Jonatan Funes
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Lo más difícil y delicado es moldear el hierro recién sacado del fuego. Muchos que han intentado aprender terminan. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Foto EDH/ Jonatan Funes
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Las docenas de cumas artesanales rondan entre $53 a $63 dólares, ganando un dólar por unidad fabricada. Una de estas en el taller cuesta entre $4 a $6 dólares. En el mercado varia el precio. Foto EDH/ Jonatan Funes
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La rutina es de 3:00 de la madrugada hasta las 7:00 de la mañana. Se hace una pausa de una hora para ir a desayunar para luego se reanudar las labores que duran al punto del medio día. Aseguran que esta jornada les permite tener más producción. Foto EDH/ Jonatan Funes
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Los artesanos señalan que no hay interés municipal en reconocer su labor, no hay ningún tipo de registro de cuántas personas se dedican a este oficio. “No le han tomado importancia y lo miran como nada”, comentan. Foto EDH/ Jonatan Funes
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“Ya de siete de la mañana para abajo ya está muy caliente la hora, ya se sofoca más, y entre más caliente más se friega el organismo”, comenta el joven. Foto EDH/ Jonatan Funes