Nueva Orleans es la joya multicultural del sur de EE.UU.

Cuna y meca del jazz, y lugar de nacimiento de lumbreras de la música y la literatura. Nueva Orleans es un crisol de historia, cultura y patrimonio tangible. Luego de 300 años mantiene su herencia francesa, española y americana.

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The Outlet Collection at Riverwalk, uno de los atractivos de la ciudad. / Foto Por EDH- Tomás Guevara

Por Tomás Guevera / Washington

2019-02-22 5:50:13

Nueva Orleans la erigieron los franceses en la región de pantanos, riachuelos y olor a salitre en la antigua colonia de Louisiana, al sureste de Estados Unidos, importante bastión de la potencia gala para marcar territorio y movilizar mercancías hacia puertos mar afuera y por el delta del navegable río Mississippi.

Bautizada a la francesa como La Nouvelle Orléans en 1718, la ciudad nació en la punta sur del largo río de más de 6270 kilómetros que atraviesa el norte del continente desde los Grandes Lagos hasta desembocar en el mar Atlántico, la puerta abierta para la Europa que dominaba entonces los mares y territorios en el nuevo continente.

Esta joya del sur estadounidense también tiene estampada la huella española, africana, caribeña y la estadounidense. En la actualidad la ciudad aún conserva parte de ese legado francófono, en especial una amplia franja que va desde las calles Canal y Magazine hasta la orilla del río Mississippi, mismas que albergan el Barrio Francés con la vibrante Calle Bourbon, donde los turistas se aglomeran para disfrutar de los espectáculos de música y cabaret y una variedad de entretenimiento.

Foto EDH / AFP

Pero Nueva Orleans, la principal ciudad del estado de Louisiana, en 300 años de historia ha pasado por diferentes dominios, primero los franceses, luego fue parte de la Corona Española que la recibió en compensación en 1763 por el apoyo de la armada real a las tropas franceses que afrontaban conflictos bélicos en Asia.

Sin embargo, sus residentes mantuvieron el legado francés, su estilo colonial sufrió modificaciones con ordenanzas de construcción bajo los preceptos españoles, que dio paso a la utilización del ladrillo quemado, creación de plazas e iglesias como la Catedral de San Louis, que se conservan hasta la actualidad.

Sin embargo, un gran cambio llegaría en 1801, cuando España, que había perdido fuelle en su poderío imperial, decidió conceder la administración de la ciudad a la joven nación norteamericana que se había independizado de Inglaterra, el 4 de julio de 1776.

Tal acción alteró los planes de Napoleón Bonaparte (1769 – 1821) que para entonces estaba en la cúspide de su revolución, con una Francia expansionista en Europa. En 1801, ante la acción española Bonaparte decidió reposeer la colonia de Louisiana; pero dos años después optó por vender el territorio a los Estados Unidos de América.

Fruto de ese entramado histórico y cultural Nueva Orleans es por antonomasia la reliquia sureña, donde el jazz tiene su cuna, pero también las fiestas carnavalescas, como el tradicional Mardi Gras, que emula la antigua cultura europea.

La ciudad sureña de Estados Unidos es la cuna del jazz. Foto EDH / AFP

En los días previos a las fiestas de carnaval que se celebran este mes de febrero y marzo, la ciudad se prepara para las fiestas, cuadrillas de trabajadores arman las estructuras metálicas para locaciones de los espectadores de los desfiles de bufones en las calles y los balcones con terrazas en hierro forjado empiezan a ser decorados.

Nueva Orleans se prepara para su famoso Mardi Grass. Los trabajadores ya comienzan a ocuparse de las estructuras metálicas para el colorido desfile. Foto EDH / AFP

Nueva Orleans sobrevive gracias a las divisas del turismo; como ejemplo en 2016 los visitantes dejaron unos 7.5 billones de dólares a la ciudad, año que también marcó una cifra récord de turistas al contarse no menos de 10,450,000 visitantes.

El capítulo de destrucción dejado por el Huracán Katrina en agosto de 2005, es aún una herida abierta, catástrofe redujo su población de unos 400,000 habitantes a la mitad, pero poco a poco sus habitantes, en su mayoría afroamericanos que se vieron obligados a migrar hacia estados vecinos han vuelto a esta urbe que conserva un eficiente sistema de tranvía, admirado por los turistas y de gran uso para sus residentes.

El lado poniente de Nueva Orleans tiene los edificios de altura, ahí sobresale el Superdome, estadio techado inaugurado en 1975, ubicado cerca de las salidas de la autopista interestatal 10, esta gigantesca estructura se convirtió en arca de salvación para miles de vidas durante las inundaciones causadas por Katrina, pero también se volvió un símbolo de la vergüenza nacional de cómo la primera potencia mundial atendía a las víctimas del desastre.

Nueva Orleans ha parido grandes figuras como la leyenda del jazz Louis Armstrong, y escritores de la talla de Tennessee Williams y Anne Rice, lo que sin duda convierten a esta ciudad en un punto de atracción turística mundial.

Las manos salvadoreñas que reconstruyeron la ciudad

Pasado el Huracán Katrina en agosto de 2005, la ciudad quedó devastada, los millares de muertos y miles de viviendas destruidas por las inundaciones se reproducían una y otra vez en las pantallas de televisión, el desastre de Nueva Orleans, ciudad ubicada en humedales y a dos metros bajo el nivel del mar le gritaba al mundo.

El salvadoreño Nilson Cañénguez recordó que formó parte de las cuadrillas de trabajadores que se desplazaron desde el Área Metropolitana de Washington a la ciudad sureña para empezar la reconstrucción, desde levantar escombros y drenar partes anegadas.

Él junto a cientos de compatriotas no hicieron mala cara al trabajo en una ciudad en ruinas, y que aún trataba de taponear los diques destruidos por el huracán de categoría 5 que golpeó sin piedad a esta ciudad anclada entre el río Mississippi y el lago Pontchartrain, con salida en el Golfo de México.

Santos Villalta, otro salvadoreño que se mudó a Nueva Orleans para trabajar en las obras de reconstrucción, rememoró, después de 13 años, que llegar a la ciudad fue más difícil que empezar de cero.

“Lo que había quedado eran escombros, basura, humedales y partes todavía intransitables, y así empezamos a trabajar en algunas zonas que habían quedado menos dañadas y donde se habían destinado fondos del gobierno para trabajar”, señaló.

Villalta también reconoció que la reconstrucción ha sido lenta, pero cada año la gente tiene más confianza, en su caso conoció la ciudad hasta después del Huracán Katrina, pero testifica que los cambios han ido para bien.

El Carnaval de Nueva Orleans es todo un espectáculo. Foto afp

También previendo un evento climático similar al que destruyó la ciudad en 2005, los códigos de construcción han cambiado, por ejemplo, las fundaciones de las edificaciones en el suelo fangoso se hacen en madera enterrada a mucha más profundidad y de ahí se anclan las estructuras, con lo que se evitaría que una correntada arrastre las viviendas.

“Hemos hecho de todo: casas, muros de contención, reconstruir edificios dañados, en calles… el trabajo no ha faltado, pero tampoco ha sido fácil, hoy la ciudad está mucho mejor y uno se siente satisfecho porque ha contribuido para mejorarla”, puntualizó este compatriota