El streaming da una nueva oportunidad al anime

La industria del anime ha abandonado las formas tradicionales de difundir series y películas. Ahora apuesta por las plataformas digitales, que son más rentables y permiten distribuir más contenido de manera precisa en sitios como Netflix. Asimismo, prolongan la vida de producciones exitosas.

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El anime "Your name" ha sido un éxito.

Por Antonio Hermosín Gandul / EFE

2020-02-05 4:01:50

El anime vive una nueva época dorada gracias a las multinacionales de streaming, que han sacado a esta industria cultural nipona de sus horas bajas llevando sus exóticas series y películas a todos los rincones del planeta.

Tras cautivar durante décadas a generaciones de espectadores con series televisadas en distintos países como “Mazinger Z”, “Dragon Ball”, “Doraemon” o “Shin-chan”, la animación japonesa ha encontrado en webs como Netflix la oportunidad para llegar a más audiencias.

El anime ha vivido tradicionalmente del mercado nipón al margen de producciones puntuales vendidas al extranjero, pero en la primera década del siglo XXI su facturación se estancó a raíz del declive demográfico de Japón y de la caída de los ingresos por televisión y vídeo doméstico.

“Crear una serie de anime cuesta muchísimo tiempo y dinero”, destacó el experto Ryusuke Hikawa, quien señaló que el presupuesto promedio por una temporada típica de 13 episodios ronda los 200 millones de yenes (1.8 millones de dólares).

Este coste se solía cubrir con las emisiones televisivas que servían, sobre todo, como anuncios extendidos para vender temporadas completas de las series o versiones extendidas en VHS, DVD o Blu-Ray y diversos productos de mercadotecnia, indicó este investigador y crítico de anime.

Pero las ventas de formatos físicos se hundieron con la irrupción de Internet y de los “smartphones”, que abrían una ventana a esos mismos contenidos, en ocasiones de forma gratuita e ilícita, y los estudios comenzaron a buscar nuevas vías para sobrevivir, por ejemplo, organizando todo tipo de eventos dirigidos a los fans.

Pese al escenario desfavorable, desde 2010 los ingresos del sector nipón de la animación escalaron de forma sostenida hasta alcanzar la cifra récord de 2,18 billones de yenes (1.99 millones de dólares) en 2018.

En ese año y en el anterior, las ventas al extranjero se dispararon hasta sobrepasar por primera vez al mercado doméstico y rebasar la mitad de la facturación total, según el último informe de la Asociación Japonesa de Anime (AJA).

El principal motor del cambio es la creciente demanda para distribuir contenidos en línea provenientes de China y de multinacionales de streaming como Netflix y Crunchyroll, señaló en una entrevista con Efe el vicedirector de negocios de AJA, Hiromichi Masuda.

“No queríamos depender tanto de las ventas en el extranjero, pero muchas obras han tenido salida comercial en otros países de forma automática”, afirmó Masuda, quien añadió que la calidad de algunas producciones de los últimos años ha sido otro factor determinante.

Y es que la industria nipona volvió a fabricar éxitos globales en la pasada década como el filme “Your Name” (2016), el más taquillero de la historia del anime con una facturación global de 360 millones de dólares, desbancando al clásico de Studio Ghibli y ganador del Óscar con “El Viaje de Chihiro” (2001).

La firme apuesta de Netflix por el anime ha empujado a otros gigantes audiovisuales como Sony y Warner a invertir en el sector a través de sus subsidiarias Funimation y Crunchyroll, y ha “transformado completamente la industria en los últimos cinco años”, subrayó el periodista y escritor Roland Kelts.

Este “boom” global del anime tiene lugar “a pesar de los escasos y a veces auto saboteados esfuerzos de la industria nipona para exportar su propiedad intelectual”, subrayó este autor japonés estadounidense especializado en la influencia de la cultura popular nipona en Estados Unidos.

Los animadores orientales fueron conscientes de la gran oportunidad que suponía Internet y crearon en 2013 su propia plataforma de contenidos (Daisuki) con apoyo estatal, aunque el proyecto fracasó por obstáculos relacionados con las dispares regulaciones nacionales y la distribución de los derechos de autor, según Masuda.

Los estudios “se centran en la producción” y no cuentan actualmente con una estrategia común para fomentar su distribución en el exterior, según admitió el responsable de la principal asociación japonesa del sector.

Un caso destacado es el del venerado Studio Ghibli, fundado por Isao Takahata y Hayao Miyazaki defensor de la animación más artesanal, que dejó atrás sus reticencias a la distribución por Internet al anunciar un acuerdo con Netflix para que esa plataforma ofrezca desde este mes 21 de sus películas.