VIDEO: Alberto Laresca, el imitador salvadoreño de Selena Quintanilla
El joven artista se describe a sí mismo como el fan número uno de Selena Quintanilla en El Salvador. Lleva 17 años dándole vida a su recuerdo con Selena el Show, un tributo a la cantante de tex-mex que hoy hace 25 años fue asesinada por Yolanda Saldívar.
Son casi las 7:00 p.m. y en el Teatro Nacional de Santa Ana empieza a sonar “Disco Medley”, el mashup de “I Will Survive”, “Funkytown”, “Last Dance”, “The Hustle” y “On The Radio”, misma pieza con el que se inició el último espectáculo de Selena Quintanilla el 26 de febrero de 1995, en Astrodome, Houston. Los asistentes en el teatro santaneco se emocionan y empiezan a bailar. Sobre las tablas, una figura femenina luce un vestido morado brillante, igual al que vestía la cantante de tex-mex en aquel show, un mes antes de ser asesinada por Yolanda Saldívar, el 31 de marzo de 1995.
Pero en la Ciudad Morena, la persona enfundada en ese traje morado no es una mujer, es Alberto Laresca, un joven salvadoreño que se describe a sí mismo como el fan número uno de Selena en El Salvador.
Tuve la oportunidad de ver a Selena en vivo en febrero de 1994, cuando vino a una grabación del programa de televisión Siempre en Domingo. Ahí supe quién cantaba ‘Carcacha’, ‘Como la flor’ y quedé enamorado de ella”, recuerda.
Desde entonces, Laresca ha tratado de mantener vivo el recuerdo de la cantante entre los salvadoreños. A finales de los años 90, formó el club de fans oficial de la cantante en el país, con el apoyo de la disquera que tenía los derechos de la artista. Él recuerda que sus amigos sabían de su gusto por Quintanilla, porque en sus fiestas y reuniones siempre cantaba sus canciones, un primer paso que lo terminó llevando a los escenarios para interpretar a su estrella.
Alberto cuenta que todo inició por casualidad, el 9 de abril de 2003, cuando aún estudiaba bachillerato. Su grupo de amigos lo convenció de que participara en un concurso de imitadores donde el premio era de $1,000. “Una amiga me consiguió una peluca, otra me prestó tacones, uno hasta empeñó una cadenita de oro para comprar la tela del traje”, recuerda Laresca.
Además de llevarse los $1000, que repartió con los amigos que le habían ayudado, empezó a darse a conocer. En esa misma competencia, a Alberto le ofrecieron presentarse en un festival que realizaría una discoteca y aceptó. Entre 2004 y 2005, tuvo presentaciones en actos colegiales y eventos de beneficencia, todo ad honorem.