Al igual que el icónico parque de la colonia Flor Blanca de San Salvador, la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué resurge tras meses de letargo.
Y revive justo cuando agoniza el año de la pandemia por coronovirus, que puso en jaque a toda la humanidad.
La reinauguraron el sábado 19 de diciembre, con un relato fotográfico documentado por el fotoperiodista Óscar Leiva Marinero, quien bautizó la muestra como “Un respiro durante la pandemia de Covid-19”.
Precisamente eso es el Parque Cuscatlán para los actores de la exhibición que el público podrá apreciar lo que resta del año hasta el 8 de abril próximo: una bocanada de aire fresco.
Para el licenciado en Comunicaciones y Periodismo por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), esta es “una mirada sencilla y honesta” a la forma en que los capitalinos más desfavorecidos sobreviven a la “normalidad” heredada por el virus SARS-CoV2.
El objetivo principal de su relato gráfico es expresar a través del arte cómo la pandemia ha incidido en las comunidades que rodean el Parque Cuscatlán.
“Después de este duro año que ha sido tan marcante para todos, es un honor abrir las puertas de la Sala con una exposición tan especial”, expresó Astrid Bahamond, directora de la Sala Nacional de Exposiciones, durante el evento de reapertura, según la cuenta de Twitter del Ministerio de Cultura.
La exposición de fotografías es un hecho gracias al respaldo que Leiva recibió de parte de la Fundación Howard G. Buffett, la Fundación Parque Cuscatlán (FUNDAPARC) y Glasswing International.
En palabras de los capitalinos que estelarizan “Un respiro durante la pandemia de Covid-19”, el parque está más bonito.
El artista de la fotografía documental logró captar con su cámara lo que significa un espacio de sano esparcimiento para los ciudadanos que sobreviven a diario a la pobreza, la inseguridad, la falta de oportunidades y la escasez que incrementó la crisis sanitaria mundial.
La jungla de concreto que ahoga los sueños de miles de residentes del gran San Salvador se desdibuja cuando ellos cruzan los límites del Cuscatlán, esa zona verde que vio la luz el 1 de marzo de 1939 y que fue reinaugurado en septiembre de 2019.
Los que conocieron el rostro más oscuro del parque ahora disfrutan su nueva imagen. Tal y como lo expresó a Leiva Óscar Edmundo Galán, el pintor de media barba que se dedica a elaborar rótulos y pinturas a mano, que reside en la comunidad Tutunichapa desde 1976.
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Para los niños que retrató el fotoperiodista, el Cuscatlán es vida. Es el espacio que los hace sentirse libres, alegres y con ganas de reír y jugar.
Los trabajos de remodelación de la gran zona verde entre la 6ª – 10ª Calle Poniente y la Alamaeda Roosevelt también mejoraron la cotidianidad de muchos citadinos, como la del licenciado en Contaduría Pública Bryan Pocasangre, de la comunidad La Paz.
Para él y sus colegas de Avalancha Free Runners, la zona de parkour es una válvula de escape donde olvidan las largas jornadas laborales y el estrés acumulado en la semana.
Ellos pusieron su granito de arena, defendiendo la importancia de tener un área como esta.