¿Cuándo se construyó el primer cine en El Salvador?

Durante los años setenta, El Salvador llegó a tener más de 85 salas de cine, unas 50 solo en San Salvador

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Por Tania Urías

2018-10-11 6:47:42

La exhibición de películas en El Salvador comenzó a finales del siglo XIX en un hotel que se llamaba Americano, ubicado en el centro histórico.

Luego, ya a principios del siglo XIX como aún no habían salas propiamente dichas, se ocuparon los teatros.

En esa época El Salvador contaba con cuatro salas de teatro: el Nacional que estaba en construcción, porque se había incendiado a finales del XIX, el Variedades, el Principal y el Colón.

Los cuatro se localizaban sobre la misma calle: la 2da Avenida (Hoy Avenida Monseñor Romero), una zona de gran actividad cultural, en esos días.

El Variedades se convirtió luego en cine Apolo, pero siguió usándose para realizar el llamado “teatro de variedades”: cantantes, cómicos y figuras de circo, se presentaron ahí, también se daba espacio a espectáculos de boxeo y de lucha, paralelo a conciertos de orquestas de cámara o festivales de ballet.

Las primeras empresas distribuidoras de películas también rentaban el espacio para proyectar cine y fue tanto el gusto que despertó entre la gente, que poco a poco este, y el resto de teatros, fueron perdiendo su carácter original hasta convertirse definitivamente en cines.

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A la mayor parte de adultos, de la tercera edad, recordar los cines que estuvieron en el Centro de San Salvador les lleva a la nostalgia, Ahora las salas de cine forman parte de la historia nacional.

Según investigaciones del historiador Héctor Sermeño,  ya fallecido, en 1922 se construyó la primera sala de cine como tal y fue bautizada como Cine Mundial.

Ahí se estrenó en 1927 Águilas Civilizadas, la película salvadoreña más importante de la etapa muda.

Su aceptación fue tal, que empezaron a surgir pequeñas salas en casi todos los departamentos del país.

Según  el historiador  Sermeño,  llegó un momento que en todo pueblo y municipio de El Salvador había una sala de cine.

El cine fue convirtiéndose poco a poco en un entretenimiento para todos, aunque según comentó Sermeño se hacía una separación de clases a la hora de exhibir las películas.

Algunas salas, en especial las que comenzaron como teatros, siempre tuvieron palcos privados con butacas de terciopelo y balcones de lujo, que eran para las clases altas, había además graderías de madera en la zona inferior, para la gente con menos recursos.

“Existía un sector popular: la galera, y la norma era que entraba todo el público y cinco minutos antes de que empezara la función, la luz se apagaba y se abría la puerta para dejar entrar a las prostitutas… A ellas se les permitía ir al teatro – o al cine- pero no de manera pública… Incluso ahí se sentaba la gente de menos recursos, la función tenía entre tres y cuatro precios distintos, pero eso fue desapareciendo poco a poco”, contó Sermeño.

Los cine-teatros de la época contaban con bar cafetería, baños y todas las comodidades de hoy en día, la diferencia era que pese a que el país tenía menos de la mitad de los habitantes de la actualidad, eran salas gigantescas de mil, dos mil y hasta cuatro mil butacas.

Lo que se proyectaba venía de Hollywood y a partir de los años 30, el cine mexicano entró en gran escala y también las producciones argentinas.

 

La razón es que en esa época, el 80% de la población era analfabeta y las películas venían doblabas al español, algo que aprovecharon las industrias mexicana y argentina que crecieron mucho, ya que la gente en su mayoría no podía leer y por eso las prefería.

Según datos del investigador Sermeño, México llegó a producir hasta 200 películas en un año y Argentina unas 120 o 130, que distribuían en toda América Latina.

La época de oro

El expresidente General Maximiliano Hernández Martínez, fue un apasionado del cine, solía decir que “era un invento maravilloso”.

Él iba solo a ver varias películas a la vez, y luego pedía que cortaban aquellas escenas que consideraba dañinas para los ciudadanos.

Tanto le gustó, que el 9 de julio de 1936 y por Decreto de la Asamblea Nacional Legislativa, creó el Circuito de Teatros Nacionales, destinado a la diversión del pueblo.

También lo usó para llevar fondos a las arcas de la Junta Central de Beneficiencia, el dinero de la taquilla lo destinaba a la manutención de asilos, hospitales y orfanatorios.

Este circuito llegó a poseer casi cincuenta salas que además de divertir a la gente, mantenían importantes proyectos del Estado.

Según una tesis de graduación de la Universidad Francisco Gavidia presentada por Alejandro Alfaro y otros, “paralelo al surgimiento de esta organización, el cinematógrafo se consolidó como el entretenimiento de masas, gracias al cine mudo de Charles Chaplin, Búster Keaton, Rodolfo Valentino y otros”.

“Por orden del Estado, el circuito de Teatros Nacionales construyó en las ciudades más importantes del país edificaciones para espectáculos con el concepto de cine teatro, esto implicaba la existencia de un escenario y una pequeña tramoya…además de una cabina para la proyección de películas y una pared en el fondo, el área de butacas y un espacio..para utilería y camerinos…”, cita la tesis.

Y llegaron más

Por la parte privada, en 1954 surgió Teatros Nacionales de El Salvador, integrado por varias familias que también eran propietarias de numerosas salas de cine.

Según la tesis “La producción cinematográfica, las salas de cine y las agencias internacionales de noticias en El Salvador, de Henry Flores y otros, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, “…Poco a poco se fueron formando tres cadenas , las que empezaron a dominar el mercado del entretenimiento.

Una era del Estado…La segunda…se formó con la participación de varios inversionistas, liderados por Luis Poma y se llamó Teatros de El Salvador S.A.”.

El cine insignia de Luis Poma era el Caribe, era de lujo, él tenía varios cines más localizados en lugares que en ese momento eran estratégicos para la ciudad, por ejemplo el Avenida.

Este quedaba sobre un paseo que en ese tiempo era muy bonito, tenían el cine Central, el cine México, eran cines que en su tiempo fueron grandes y famosos” cuenta el ingeniero Francisco Urdampilleta, propietario del cine Majestic y otros.

Según la tesis mencionada, la compañía de Poma administraba cines localizados en zonas de alto poder adquisitivo.

La otra cadena era la Viéytez, cuya estrella fue el cine Variedades (después Viéytez), y donde hoy funciona una empresa que vende productos médicos. Ellos eran dueños del cine Colonial y los España, que luego vendieron.

A finales de los cincuenta empezó la cadena Urdampilleta, llamada “el cuarto circuito”. La sala cine símbolo de ellos fue el Gran Majestic.

El cine sigue ubicado en el mismo lugar y aunque no recibe gran afluencia, se resiste a cerrar sus puertas. Foto EDH/Archivo.

El cuarto circuito comenzó con el negocio de los cines en los años 50 y en Santa Ana, donde construyeron dos salas, el Novedades y el Colón.

De ahí en asoció con otros empresarios se construyó en San Salvador el cine Modelo, en el barrio del mismo nombre y un cine en San Miguel al que se le llamó Barrios.

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Más tarde construyeron el Cine Majestic y en el año 70, el Universal. Así comienza la cadena a funcionar y a crecer hasta llegar a poseer 31 salas en todo el territorio.

A finales de los 70, San Salvador llegó a tener 42 salas de cine, y en todo el país sumaban casi 100, porque había seis en Santa Ana, cinco en San Miguel, dos en Chalchuapa, dos en Ahuachapán y dos en casi todas las cabeceras.

En esa época muchas de las nuevas salas mantenían un escenario que servía para proyectar también grandes espectáculos.

Cines como el Libertad y el Apolo recibieron artistas de la talla de Pedro Infante, Germán Valdés (Tintán) y Adalberto Martínez (Resortes).

Uno de los teatros que más se usó para este tipo de actividades fue el Libertad, que tenía el escenario más grande de la época.

 

Según investigaciones de Sermeño era el más grande cine-teatro de Centroamérica, con cuatro mil butacas.

Entre 1970 y 1980, se construyeron el Presidente, el Zacamil y el Mar en Acajutla. Además de varios del centro histórico que hoy están abandonados.

El Darío, el Central, el Avenida, el Izalco, el México, el Roxi, el Fausto, el Modelo, el París, el Capitol, y otros, invadieron el centro histórico a finales de los setenta.

Otros eran el Regis y el Tropicana, y ya para 1980 habían varios más como el Terraza, el Viéytez, Cinelandia, Colonial y hasta se construyó un autocinema en el terreno de la ex Plaza Alegre (hoy centro comercial El Paseo, en la Escalón).

También los gemelos Paseo y Uraya, Beethoven 1 y 2, tres multicines Reforma, Metro y tres salas España. Toda ellas llegaron a vender en conjunto más de tres millones y medio de entradas al año.

La época de Semana Santa, era la más esperada, y las películas como Ben Hur y los 10 Mandamientos, las más solicitadas.

Cuando los cines gozaban de esplendor, cada barrio tenía hasta tres cines para que los miles de capitalinos pudieran disfrutar de las mejores películas de época. En el interior, cada cabecera departamental también poseía su propia sala.

Han pasado 95 años desde que se inauguró la primera sala de cine en el gran San Salvador, el Mundial, que se construyó justo en el corazón del centro histórico.

Si bien hay grandes cadenas de cine en los principales centros comerciales, de las más de 80 salas existentes en la época de oro, solo sobreviven cuatro. El resto en su mayoría son edificios abandonados que se han convertido en refugio de delincuentes e indigentes.

CINE LATINO CON GRAN POPULARIDAD EN LOS SESENTA

Las cintas mexicanas tuvieron su apogeo en las salas de cine en El Salvador. Artistas como Pedro Infante, Luis Aguilar, Antonio Aguilar, Sara García, Mauricio Garcés, Fernando Soto y otros hicieron el deleite de los salvadoreños. En las décadas de los 70 y los 80. Ese país llegó a producir hasta 120 películas por año, durante su época de oro.

LA ÉPOCA DE HÉROES DE ACCIÓN Y KARATEcAS

Otras producciones populares fueron Rambo (en todos sus números y versiones) y Prisioneros de Guerra, con un Sylvester Stallone y Chuck Norris como protagonistas.

También estuvo de moda Bruce Lee y toda la saga de películas de kung fu y karate. Las producción de acción eran el fuerte en los años ochenta.