Vilma sigue en el hospital pese a tener el alta médica

Trabajadoras sociales de los hospitales deben buscar quienes reciban a los adultos mayores que tienen el alta médica. No pueden valerse por sí mismos y sus parientes no llegan por ellos.

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Por Iliana Ávila

2019-06-15 4:30:29

SAN MIGUEL. Vilma Gloria Rivera Portillo, de 70 años, ocupa la cama 12 de Cirugía Mujeres, en el Hospital Nacional San Juan de Dios, en San Miguel, desde hace 51 días, pero tiene el alta médica ya hace 20.

La anciana no habla mucho, solo se queja. Sus frágiles brazos son atados con frecuencia a la camilla para evitar que se levante y agrave su condición de salud.

Pero la larga estadía le esta dañando su escasa masa muscular, por eso una fisioterapeuta se ha encargado de brindarle terapia para que pueda recuperar la movilidad.

Vilma Gloria no tiene familia, o al menos nadie ha llegado a su cama. Hace pocos días, la trabajadora social del hospital, Emerita Rivas, recibió a una mujer que dijo ser “pariente lejana” de la paciente y se comprometió a trasladar a la anciana al lugar donde vive sola y dejarla ahí, o llevarla a un asilo.

En lo que va del año, la trabajadora social reporta entre 3 a 4 casos de ancianos ingresados y que nadie a visitado. “En su mayoría son personas indigentes, bolitos que pasan en las cantinas, es muy raro que alguna familia venga a dejar a alguien, pero si hemos tenido algunos casos“ explicó.

Parta de su labor es buscar un familiar que llegue por el paciente, o en su defecto, un lugar a donde le puedan recibir. “Se publica la información en la página de Facebook del hospital o se busca a los medios de comunicación para ver si alguien los logra identificarlos y que los vengan a traer; en caso contrario tengo que ver con los asilos o Remar, que es un ministerio que nos ayuda mucho recibiendo a los ancianos hombres”, dijo Rivas.

Pero Remar no siempre puede recibir a los ancianos debido a las limitantes de alimentación y medicamentos.

“Muchos de los ancianos por pasar postrados se tullen, pero en el asilo me piden que vaya rehabilitado porque ya tiene otros ancianos postrados y carecen de personal de enfermería o de medicamento; otros me piden por lo menos una silla de rueda para poderle movilizar y eso cuesta conseguirlo”, expuso Rivas.

Remar funciona en un predio a las afueras de la cuida de San Miguel, carretera a La Unión. Las viejas paredes de una ex fábrica, resguardan a un promedio de 20 hombres, cuyas edades son de 19 a 80 años, y tiene en común una historia de dependencia a drogas y el alcohol.

A Luis Guzmán, de 79 años de edad, lo llegaron a dejar en una ambulancia hace 7 años, aunque para él solo han transcurrido algunos meses. Guzmán recuerda que tuvo un hijo con una señora que vivió en la colonia Presita, pero no supo más de él.

Ahora sus días los pasa sentado en una silla de ruedas debido a una lesión en la pierna izquierda, y un catre mohoso cubierto con una colchoneta es donde pasa sus noches. Sus pertenencias son un par de mudadas, un plato y un vaso de plástico.

Las necesidades en Remar son muchas, reconoce Juan Carlos Flamenco, quien tiene un año de estar encargado del lugar, “la comida nunca nos falta, el arroz y las verduras, pero no está de más una ayudadita, cuando se requiere de asistencia médica vamos a una clínica comunal que esta cerca”, explica.