Un gol a nueve minutos del final del serbio Milinkovic Savic y otro del argentino Joaquín Correa al 90’ propiciaron la revancha de Lazio ante el Atalanta y la conquista de la Copa para los romanos, la séptima de su historia y la primera desde 2013.
El balcánico desatascó definitivamente el partido y empezó a ajustar las cuentas con un rival ‘maldito’ para Lazio esta temporada.
El cuadro de Bérgamo, una de las buenas noticias del curso en Italia, había ganado al equipo de Simone Inzaghi dos veces en la campaña. La más reciente dolorosa. Hace dos semanas, en el Olímpico, que echó por tierra las esperanzas romanas de entrar en la próxima Champions.
Alentado por su buena dinámica, el Atalanta, verdugo de Juventus en el torneo, asumió la final como una ocasión única de reencontrarse con la gloria en un torneo que solo ganó una vez, hace 56 años. Tuvo otras dos finales más, sin éxito, en 1987 y en 1996. La de este 2019 se une a su lista de frustraciones.
El conjunto de Gian Piero Gasperini puso más que su rival al inicio en un encuentro trabado, plagado de interrupciones. Brusco en ocasiones y especialmente táctico. Sin riesgos excesivos y con demasiado respeto. Pudo más el temor a perder que el riesgo. Pero se desató al final.