El serbio Novak Djokovic venció ayer al español Pablo Carreño, 4-6, 6-2, 6-3 y 6-4 en tres horas y 10 minutos, y se clasificó para las semifinales de Roland Garros, por décima vez en su carrera en Roland Garros.
Pero la noticia estuvo en que Djokovic mostró su rostro más humano, más mortal, aquel que hasta ahora ningún rival le había arrancado y que Carreño lo obligó a rescatar, para ganar el duelo. A Carreño, le sacó una trabajada victoria y ahora se medirá contra el griego Stefanos Tsitsipas, que venció al ruso Alexey Rublev.
Carreño fue el mismo rival que asistió hace poco más de un mes a uno de los incidentes más rocambolescos del tenis reciente, aquella agresión a una jueza en octavos del Abierto de EE.UU. que provocó su descalificación y su única derrota de la temporada.
Por vez primera en el torneo, Djokovic cedió un set y, aunque en el resto del partido sacó el campeón que lleva dentro, a cada instante que bajaba la guardia sintió la amenaza del español.
Djokovic va por su segundo título en la tierra batida francesa. En busca de la primera final desde que levantó el título en 2016. Ante el griego Tsitsipas, será un reto ya que que ha ido de menos a más. De solo 22 años, se deshizo en tres sets, de Rublev, 7-5, 6-2 y 6-3.
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