Soldados soñaban con ir a una misión a Malí

Una estructura de la MS-13 destruyó los sueños de cuatro soldados de ir a una misión a África. Con lo que ganarían extra edificarían sus casas. Hoy sus familias luchan solas.

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Los soldados Saúl Turbín, Leonidas Morales, Nelson Díaz y Wilfredo Pérez, asesinados por pandilleros en octubre de 2016. Foto EDH / archivo

Por Jorge Beltrán Luna

2019-05-23 10:00:12

A principios de octubre de 2016, cuatro jóvenes campesinos que por necesidad económica decidieron convertirse en soldados, acariciaban dos sueños: viajar a África y al regresar construir una casa digna para sus propias familias.

Éste último sueño dependía del primero y viajar a África dependía de la aprobación de un curso militar que los cuatro estaban realizando en la Fuerza Aérea de El Salvador (FAES). Iban sobre las tres semanas del curso, que duraría seis.

Por aquellos días la Fuerza Armada trabajaba deprisa para conformar la Unidad de Aeródromos con Asistencia en Tierra.

Aquellos cuatro soldados se estaban especializando en rescate y extinción de incendios, según lo aseguró el teniente coronel Roberto Baires Hernández cuando fue entrevistado por investigadores policiales días después de haber sido denunciada la desaparición.

Esa unidad estaba siendo entrenada para ser enviada como parte del contingente militar salvadoreño para integrar la Misión de las Naciones Unidas en Malí (Minusma), en el continente africano, según fuentes militares que pidieron ocultar su identidad por no estar autorizados para hablar del asunto.

Viajar a Malí significaba que durante el año que duraría la misión, recibirían un pago extra, libre de todo, de 925 dólares mensuales.

“Él estaba contento porque aunque estaría lejos de nosotros por un tiempo, al regresar iba a comprar un pedacito (lote de tierra) para hacer una casita”, dijo Lucía Méndez, compañera de vida del soldado Nelson Omar Díaz López, de 22 años.

Funcionarios de la Fiscalía y del Ejército se encuentran en la zona de Vista al Lago, en Ilopango, donde se presume pandilleros enterraron los cuerpos de cuatro soldados luego de torturarlos y matarlos. Foto EDH/Francisco Campos

Junto a Díaz López también desaparecieron Saúl Humberto Turbín Gómez, de 26 años; Leonidas Enrique Morales Morán, de 22; y Wilfredo Pérez López, de 26. Los primeros tres eran originarios de Ahuachapán (municipios de Tacuba, El Refugio y Turín); el último era de Nahuizalco, Sonsonate.

De acuerdo a fuentes policiales cercanas a la investigación, los militares cometieron el error de abordar un microbús que no pasaba por la Fuerza Aérea, sino que iban a la colonia Vista al Lago, un lugar infestado de miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) de la clica Tecolotes Locos Salvatruchos (NOWLS).

Al parecer, en el rapto podría existir complicidad de personas que avisaron a los pandilleros que en el microbús iban cuatro soldados. Cuando llegaron al final del recorrido de la unidad de transporte, unos 40 pandilleros ya los estaban esperando. Los soldados desaparecieron.

Desde entonces las autoridades comenzaron a investigar pero los resultados fueron escasos, hasta que a mediados del 2018 fueron capturados tres pandilleros de esa clica, entre estos un cabecilla. Este, según las fuentes, decidió colaborar a cambió de protección.

Lucha con cuma y azadón

Lucía Mendez solo tiene 21 años, antes de que su marido desapareciera vivía en una zona rural de Chalchuapa, de Santa Ana. La casa en que vivían no era propia.

Recuerda que aquel 10 de octubre de 2016 tenía ocho días de haber dado a luz a Omar, quien ahora tiene 2 años y siete meses de edad.

soldados desaparecidos, Vista al Lago
Las autoridades policiales aseguran que los cuerpos de los cuatro soldados se encuentran enterrados en un predio de la colonia Vista al Lago, Ilopango. Archivo

Ella describe a Nelson como un hombre responsable. Aquel día se llevó los plantares del recién nacido con la intención de asentar la partida de nacimiento. Sin embargo, aquel día la alcaldía estaba llena, así que dobló el documento, lo guardó y salió rumbo a la Fuerza Aérea.

A su mujer le llamó diciéndole que si esperaba, no podría llegar a tiempo al cuartel, donde tendría que estar a las 12 del mediodía. Le prometió que en la próxima licencia inscribiría a su hijo.

Los participantes de aquel curso de rescate y extinción de incendios salían todos los viernes a las 3:00 de la tarde y regresaban a las 12:00 del mediodía del lunes siguiente.

La familia de Nelson asegura que Lucía está muy afectada por la desaparición de su marido, a pesar de que las dos familias le han volcado su apoyo desde que se supo que Nelson había sido raptado por miembros de la MS-13) en Ilopango.

Ayer poco después del mediodía, a Lucía le contaron que la Fiscalía General de la República (FGR) había informado que el cadáver de Nelson y de sus tres compañeros de armas y de infortunio, habían sido localizados en una tumba clandestina de la referida colonia, además de que habían capturado a los responsables de esa masacre.

Iba llegando de trabajar en una finca cafetalera, como lo ha hecho desde hace varios meses para poder proveer algo de lo más necesario a Karla y a Omar, los dos huérfanos del soldado desaparecido.

La joven madre tiene el apoyo tanto de su propia familia como la de Nelson. Sin embargo, sabe que tiene que trabajar duro porque no hay esperanzas de otra ayuda.

Su nicho de trabajo son las fincas de café. En temporada de recolección trabaja cortando café; en tiempo de preparación, agarra la cuma y trabaja desyerbando los cafetales; otros días, como ayer, cambia la cuma por un azadón para “placiar” (preparar la tierra al pie de los cafetos para luego ponerles abono).

Familia esperan recibir pronto los cuerpos

Tras enterarse de que los cuerpos ya han sido localizados, los familiares pidieron a la Fiscalía que agilicen las tareas para recuperarlos, hacer las pruebas genéticas para comprobar el parentesco de cada uno y luego entregárselos.“Es doloroso esto que hemos pasado por nuestros hijos. Pedimos a las autoridades que nos ayuden con esto ya”, afirmó un familiar de las cuatro víctimas.

Mientras Lucía sale a trabajar, Omar queda al cuidado de su abuela. Ayer, antes de que su madre llegara de trabajar, Omar se divertía jugando con un carro de bomberos que le regalaron la navidad anterior y al que ya le hace falta algunas ruedas. Pero Omar se sube y hace como si anduviera manejándolo.

Mientras tanto, Karla, de 5 años, lleva una semana de no ir a la escuela; ya no quiere asistir.

Personas allegadas a la familia consideran que tanto Lucía como la niña deberían recibir ayuda sicológica. Sin duda, afirman, la desaparición de Nelson las ha afectado mucho. La niña suele preguntar a su madre cuándo volverá su padre. Lucía dice que a veces mejor calla porque no sabe qué responderle.

Familias desamparadas

Son 31 meses los que cuatro familias campesinas, económicamente pobres, sufren la ausencia de los cuatro soldados. En el caso de Lucía, ella asegura que de vez en cuando le han llevado alguna canasta con alimentos. Otras dos familias resienten el abandono total de parte de la Fuerza Armada.

Saber que la Fiscalía ha afirmado públicamente que los cadáveres de los cuatro soldados han sido localizados, fue una noticia que, paradójicamente, les ha llevado algo de alivio a la pena que por más de dos años han sufrido.

“Por lo menos eso ya nos va a dar un poco de sosiego; saber que vamos a saber dónde hemos enterrado aunque sea los huesitos”, afirmó el padre del soldado Turbín Gómez, quien como Nelson, había cifrado sus esperanzas en el viaje que haría a Malí, pues con lo que ganara podría construir una casa para él y sus padres.

Hasta ayer en la tarde, ninguna institución se había comunicado con ellos para informarles sobre el avance en la investigación. Supieron de las capturas de varios pandilleros y de la localización de los cadáveres, por vecinos que les comentaron las noticias.

Pandilleros los raptaron

31 meses

El tiempo que llevan desaparecidos los cuatro soldados raptados en la zona de Vista al Lago en Ilopango.

“Se enojan cuando uno le dice algo a los periodistas pero ellos no son quien agarran un teléfono para informarle de algo a una”, dijo ayer, la madre de uno de los desaparecidos, tras recordar que hace varios meses, fueron llamados a un cuartel donde les reclamaron por haber dado declaraciones que ponían a la Fuerza Armada como que no se habían interesado en buscar a los militares.

Allá por agosto de 2018, dicen, un investigador policial les dijo, casi a gritos, que no debían decir nada del caso a nadie, y especialmente a periodistas.