San Canessa, talento excéntrico del arte visual

Mientras se formaba en EE. UU. como neuropsicóloga, esta salvadoreña encontró un nuevo interés: el arte. Su ascendente carrera artística fluctuó entre Norteamérica y El Salvador; ahora, su formación se solidificará en Europa tras obtener una beca en artes.

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Por Sara Castro

2019-05-09 5:00:47

Los círculos más exclusivos del mundo artístico nacional conocen ya el distintivo arte de Sandra Canessa, conocida en esta esfera como San Canessa. Esquiva con la notoriedad, esta chica de 30 años ya ha expuesto sus piezas en New York, en París, junto a la Unesco, en galerías y subastas privadas de Guatemala y El Salvador.

No estudió artes plásticas en ninguna academia. Su formación ha sido empírica y el camino que la guió fue, en realidad, su grado académico en neuropsicología, enfocado en enfermedades mentales y patologías liberatorias.

Canessa recordó que durante su proyecto final de investigación en el California Institute of Integral Studies, en San Francisco (EE. UU.), entró a trabajar como voluntaria en el Creative Growth Art Center y se convirtió en profesora y asistente de procesos artísticos para personas con síndrome de asperger, autismo, esquizofrenia, entre otras. Allí se dio cuenta que las artes brindaban conversaciones interesantes en torno a la psicología, las personalidades y la ayudaban a “descubrirse”.

Su mundo académico comenzó a mutar y sus intereses se volcaron a la pintura, la fotografía, la danza y la música.

“Hice retratos de personas que se identificaban con neurovariantes, quería darles una cara. Vi que la fotografía hizo que la conversación con otros fuera más grande y otro tipo de gente se interesó también”, explicó Canessa, mientras tomaba una interminable taza de café en su casa, un espacio silente, que refleja su fascinación por el arte y que se convierte en la mejor galería para exhibir sus propias obras.

Fotos EDH / Roberto Molina

Tras esos primeros acercamientos con el arte, Canessa exploró otros países, culturas, formas de vida y maneras de abordar la salud mental. Fue así como llegó a Perú y a otras ciudades de EE. UU., donde también nutrió su alma, sus sueños y su identidad.

Un día de 2015, cuando vivía en la cosmopolita ciudad de New York, Canessa conoció la técnica “5 ritmos”, una terapia somática que facilita la consciencia en torno al cuerpo, que permite “recobrar la sensorialidad, los sentidos innatos y se recupera la espontaneidad y la autenticidad”. Ese suceso fue un punto de quiebre para regresar a las artes visuales y plásticas.

Canessa tenía cinco años de no tomar un lienzo, y al conectarse otra vez con la pintura, “todo sucedió muy rápido”.

“Encontrás inspiración en la universalidad, en lo más mundano. Yo traté de distinguirme, de sentir que no era como los demás y fue doloroso ir viéndome que era exactamente igual que otros",

San Canessa, compositora visual.

De repente, esta artista de raíces italianas, suizas y salvadoreñas tuvo obras subastadas para el Tibet y expuso en cafés y galerías de New York. Pero ella necesitaba una pausa de esa ciudad estrepitosa, donde aseguró que prevalece el egocentrismo, además de que “tenía que ser multimillonaria para tener mi estilo de vida ahí”.

En 2016, San Canessa decidió retornar a El Salvador. Se mudó a Comasagua y una tía fue la primera que vio sus piezas: “‘¿Y eso, Sandra? Con esto podés ganar, las podés vender’, me dijo. Y me compró un cuadro. Y eso fue como un dominó”.

Pronto, las pinturas de esta compositora visual llegaron a la Galería 123, a la subasta Sumarte del Museo de Arte de El Salvador (Marte) y en 2017 representó al país en la Feria de Latinoamérica y del Caribe, organizada por la Unesco.

Sin embargo, para esta chica de cabello rizado y de ojos azul profundo el éxito no necesariamente es exponer en una galería, pues consideró que existen más avenidas donde encontrar triunfos y alegrías. Ella descubrió mucha satisfacción en el proceso de creación y no en el fin.

“El éxito para mí es vivir de mi obra, pagar mis m*** y poder seguir experimentando e investigando temas que me interesan. Qué chivo que hay un sentimiento de retribución cuando tu obra está en algún lado, pero eso no es lo importante para mí. A mí no me interesa tanto hacia donde voy como me interesa quién soy yo”, comentó Canessa, quien demostró que el qué dirán es una nimiedad en su vida y que la búsqueda de calificación hacia su obra y a su personalidad recae exclusivamente en ella.

Y es que las pinturas de esta artista tienen características de abstractos, “pero no lo son”. Canessa aseguró que existe cierta simbología en ellos, que se detecta cuando se contemplan.

El minimalismo, los trazos libres y el alto relieve están presente en la pieza: “Close The Eyes”. Foto EDH / Roberto Molina.

Trazos libres y en alto relieve, figuras geométricas, predominio de blancos y colores primarios son parte de las composiciones de los cuadros de San Canessa, esos que ha creado desde un “contrato personal”, según lo definió, porque “la inspiración es una gran ‘casaca’. Yo no pinto cuando estoy inspirada, esa creencia me hizo no pintar por varios meses. Es como ir a un trabajo: te presentás todos los días, irrelevantemente de que te sintás bien o mal. Hice eso con mi arte y me tomó tiempo asimilarlo. Eso ha sido clave en mi carrera”.

Trayectoria que tomará un nuevo rumbo en unos meses, cuando Canessa parta a Escocia a estudiar un posgrado en Master of Arts and Letters Performance Pathway, especialidad que fusiona la música, el performance, el arte visual y las diferentes herramientas tecnológicas.

Durante su breve, pero prometedor recorrido, Canessa ha enfrentado fantasmas internos y ha desafiado el ámbito artístico, donde considera que la mujer es relegada.

Tomando sorbos de café de tanto en tanto, esta salvadoreña nacida en EE. UU. comentó que ser innovadora en el arte no ha sido fácil y, mucho menos, como mujer, retar ideas. “El hombre artista te dice: ‘yo soy artista’, ‘yo soy fotógrafo’, ‘yo soy…’, es automático. La mujer entra a un espacio y calla, o disimula… minimiza sus logros. Es importante reconocerse y uno sabe lo duro que ha trabajado y lo que ha pasado. No está ahí para probar ningún punto, solo el de que: ‘yo estoy orgullosa de lo que hago y esto es’”, aseveró San Canessa.