Mientras se formaba en EE. UU. como neuropsicóloga, esta salvadoreña encontró un nuevo interés: el arte. Su ascendente carrera artística fluctuó entre Norteamérica y El Salvador; ahora, su formación se solidificará en Europa tras obtener una beca en artes.
Los círculos más exclusivos del mundo artístico nacional conocen ya el distintivo arte de Sandra Canessa, conocida en esta esfera como San Canessa. Esquiva con la notoriedad, esta chica de 30 años ya ha expuesto sus piezas en New York, en París, junto a la Unesco, en galerías y subastas privadas de Guatemala y El Salvador.
No estudió artes plásticas en ninguna academia. Su formación ha sido empírica y el camino que la guió fue, en realidad, su grado académico en neuropsicología, enfocado en enfermedades mentales y patologías liberatorias.
Canessa recordó que durante su proyecto final de investigación en el California Institute of Integral Studies, en San Francisco (EE. UU.), entró a trabajar como voluntaria en el Creative Growth Art Center y se convirtió en profesora y asistente de procesos artísticos para personas con síndrome de asperger, autismo, esquizofrenia, entre otras. Allí se dio cuenta que las artes brindaban conversaciones interesantes en torno a la psicología, las personalidades y la ayudaban a “descubrirse”.
Su mundo académico comenzó a mutar y sus intereses se volcaron a la pintura, la fotografía, la danza y la música.
“Hice retratos de personas que se identificaban con neurovariantes, quería darles una cara. Vi que la fotografía hizo que la conversación con otros fuera más grande y otro tipo de gente se interesó también”, explicó Canessa, mientras tomaba una interminable taza de café en su casa, un espacio silente, que refleja su fascinación por el arte y que se convierte en la mejor galería para exhibir sus propias obras.