Reconstrucción de Notre Dame, entre el plomo y la burocracia

Ya pasó medio año desde el fatídico 15 de abril cuando la icónica catedral parisina fue arrasada por un voraz incendio que convirtió en cenizas el techo y la emblemática torre de la aguja. La presencia de plomo ha dificultado las obras de restauración.

descripción de la imagen

Por EFE

2019-10-16 3:58:26

Seis meses después del fuego que arrasó la cubierta y la flecha de la catedral de Notre Dame, las obras avanzan con lentitud, atascadas aún en la fase de estabilización del edificio, y aumenta la inquietud sobre la presencia del plomo que propagó el incendio.

Si bien la voluntad del Ejecutivo, anunciada por el presidente Emmanuel Macron al día siguiente del incendio, sigue siendo la reconstrucción en cinco años, los trabajos de los seis primeros meses han sido mucho más lentos de lo que se preveía.

La fase de estabilización, orientada a consolidar las zonas más afectadas por el fuego y evitar un posible derrumbamiento, debía haber finalizado en septiembre pero la elevada contaminación de plomo obligó a parar las obras todo un mes. Con ello, el afianzamiento de sus muros se ha prolongado ahora hasta noviembre.

A esto seguirá una fase de diagnóstico, cuyo fin está previsto a finales de la próxima primavera, un análisis exhaustivo de los investigadores para saber cuál es el estado exacto del edificio y qué se puede reaprovechar y qué no.

En la actualidad, hasta 39 empresas intervienen en las obras según la Prefectura de la región parisina, pero hasta que las instalaciones de descontaminación de plomo no avancen, tan solo 80 obreros pueden trabajar al mismo tiempo. A partir de enero, 240 personas podrán hacerlo.

Hasta ahora, la intervención de albañiles, escultores, maestros del vidrio, laboratorios de análisis, etc., ha permitido contener los frontones oeste, sur y norte de la catedral -estos dos últimos presentan fisuras y un riesgo de derrumbamiento real- así como la instalación de cimbras en los arbotantes.

Además, se han puesto a salvo los tesoros, el conjunto de las vidrieras y se han inspeccionado todas las gárgolas, mientras en paralelo las investigaciones de un diverso equipo de investigadores aporta a arquitectos y obreros las claves para avanzar en firme.

Olivier De Châlus, portavoz de la asociación de científicos al servicio de la restauración de Notre Dame del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y jefe de los guías de la catedral hasta el incendio, asegura a EFE que los contactos con el equipo en el terreno están poniendo en marcha distintas investigaciones, pero la tarea es lenta.

“Los científicos de la madera han empezado a ofrecer análisis de cómo puede comportarse una estructura de madera a largo plazo o cuáles son las vías disponible para construir eventualmente una estructura de madera. Los químicos proporcionan datos sobre los efectos del plomo…”, explica.

Él propone además aprovechar la catástrofe para profundizar en lo que no se sabe de Notre Dame. Por ejemplo, levantar el suelo, construido sobre unos cimientos que no fueron utilizados, para hacer exploraciones arqueológicas que permitirían comprender mejor la arquitectura medieval.

Si la lentitud de los avances se debe principalmente a la envergadura del proyecto, la falta de una estructura pública que coordine las tareas -anunciada para noviembre- crea un muro burocrático adicional y dificulta la financiación.

El lunes pasado, la Fundación del Patrimonio, que dirigió la recolecta de donaciones, confirmó que cuentan ya con más de 240 millones de dólares “gracias a la generosidad de 234,000 donantes de 154 países”. De estos, 49 millones han sido transferidos ya al Ministerio de Cultura para las obras de urgencia.

La Fundación desmintió, como se ha publicado en diversos medios, que los grandes mecenas y las grandes empresas se hayan echado atrás en sus millonarias promesas.

Si el dinero no ha llegado, según el presidente de la Fundación, Guillaume Poitrinal, es porque esperan a fijar el marco con el Estado para firmar las distintas convenciones con los mecenas.

Una vez la integridad del edificio esté asegurada y el organismo público esté en marcha -dirigido por el general Jean-Louis Georgelin, exjefe mayor del Estado-, será el momento de organizar el concurso público para la reconstrucción, lo que podría llevar aún unos 10 meses.