Cristina, la heroína cuyos gritos delataron al monstruo de Chalchuapa

Si Cristina no hubiera gritado pidiendo auxilio, el expolicía y asesino de Chalchuapa aún seguiría matando y sepultando víctimas en su casa. Familiares y amigos de la joven consideran que gracias a ella, muchas familias podrán sepultar los restos de sus parientes desaparecidos.

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Ella era Jacquelinne Cristina Palomo Lima, de 26 años, quien intentó escapar de la casa de Hugo Osorio Chávez, donde éste la mató. Jacquelinne fue la responsable de visibilizar la cantidad de crímenes que sucedían en la casa de Osorio. Foto EDH / Cortesía

Por Jorge Beltrán Luna @Jbeltranluna_

2021-05-20 10:34:48

José Cruz lo tiene claro: en el caso del cementerio clandestino de Chalchuapa, si su nieta Jacquelinne Cristina no hubiese salido a la calle pidiendo auxilio minutos o segundos antes de ser asesinada con un tubo de hierro, es seguro que Hugo Ernesto Osorio Chávez seguiría matando gente y sepultándola en su vivienda, en la casa 11 del Callejón Estévez, de Chalchuapa.

“Por el sacrificio de mi nieta, todas esas almas van a recibir sepultura”, dice el anciano de 79 años que afirma llevar una semana sin dormir nada, atormentado porque la violencia le quitó de tajo a tres de sus parientes: una hija (Mirna Cruz Lima) y dos nietos (Cristina y Alexis Palomo Lima).

Desde el 8 de mayo, horas después de que fueran encontrados los cadáveres de Mirna, Cristina, Alexis y Carlos (hermano de Hugo Ernesto, principal sospechoso de múltiples homicidios y feminicidios), funcionarios del gabinete de Seguridad han manejada el discurso de que la rápida acción de la policía permitió la captura de Osorio Chávez, con el consecuente descubrimiento de fosas donde éste enterró a decenas de víctimas, según su propia confesión a policías y fiscales vinculados al caso.

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Sin embargo, los detalles que los mismos funcionarios han brindado acerca de que Osorio Chávez tenía más de 10 años de matar gente y enterrarla, evidencia que de no haber sido porque los vecinos escucharon a una mujer que en la calle corría gritando, pidiendo auxilio, el expolicía no hubiese sido descubierto como asesino y tampoco se habría recuperado más de una docena de cadáveres, aunque según fuentes policiales y fiscales, de manera extraoficial han dicho que Osorio Chávez ha dicho que enterró a 47.

José Cruz describe a Cristina como una joven enérgica que le gustaba andar en bicicleta y que sabía mucho de defensa personal (yudo, según el anciano).

José Cruz muestra un par de chacos que usaba su nieto Alexis. A la derecha, un puñado de libros de Medicina que usaba el mismo joven. Foto EDH / Jorge Beltrán Luna

Cree que esto último tal vez le permitió a su nieta poner resistencia al expolicía, y tratar de escapar de la casa en donde aparentemente ya había matado a Mirna. Los gritos de Cristina provocaron que varios vecinos hicieran llamadas a la Policía alertándola de un caso de violencia contra la mujer, aunque tres agentes policiales llegaron 70 minutos después de que el 911 recibiera las alertas, según un parte policial al que se tuvo acceso.

Desafortunadamente, al parecer Osorio Chávez ya había golpeado a la joven con un tubo y por eso la habría alcanzado a pocos metros cuando ella logró salir de la vivienda.

De acuerdo con José, tanto el cuerpo de Mirna como el de Cristina tenían evidencias de que habían recibido sendos golpes en el cráneo.

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Que la acción de Cristina delató al expolicía Osorio Chávez como un múltiple asesino, no solo está en la mente de su abuelo.

Vecinos, amigas y compañeros de trabajo de la joven también coinciden en que gracias al sacrificio que Cristina hizo, fue que las autoridades encontraron todo un cementerio clandestino en la casa del exagente policial.

José Cruz muestra el título de Bachiller General de su nieta, Jacquelinne Cristina, asesinada el 7 de mayo en Chalchuapa, junto a su madre y hermano. Foto EDH / Jorge Beltrán Luna

“Por lo menos, gracias a lo último que hizo Cristy, muchas familias tal vez encuentren a sus familiares desaparecidos”, dijo una compañera de trabajo.

Entre tanto, una vecina comentó: “por lo menos, gracias a Cristi, el vía crucis de algunas familias en andar buscando sus hijos o hijas va a terminar cuando les entreguen los huesitos, aunque sea”.

“Por el sacrificio de mi nieta, esas almas van a recibir cristiana sepultura; gracias a lo que hizo, algunas gentes van a encontrar a sus hijos”, puntualizó José.

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Cristina y Alexis no le decían abuelo a José. Siempre le dijeron papá. Él le ayudó a criarlos a su hija, Mirna desde muy pequeños.

Cristina se desvivía en atenciones para sus abuelos. Ayer José comentó que el día que fue asesinada, le había comprado vitaminas inyectables, en tanto que uno de los últimos gestos de amor hacia ellos fue colocarle una puerta de metal en la casa y hacer una especie de pasamanos para que ambos abuelos bajaran unas gradas con seguridad.

Un reo en fase de confianza sale a depositar la tierra y busca algo que pueda servir de evidencia. Foto EDH/ Jonatan Funes

José recordó que su nieta era “buena para las patadas”, en referencia a que sabía un poco de defensa personal.

“Por el sacrificio de mi nieta, todas esas almas (víctimas de homicidio y feminicidio halladas en casa de Chalchuapa) van a recibir cristiana sepultura; la familia va a poder enterrar aunque sea los huesitos de ellos”.

José Cruz, .

De Alexis dijo que también era bueno en artes marciales, mientras mostraba un par de chacos ninja que le pertenecieron al joven. Además mostró un puñado de gruesos libros de Medicina apilados sobre un escritorio, vestigios de que Alexis estudiaba para médico en la Universidad de El Salvador, según comentó.

Cristi, la buena compañera de trabajo

Como su madre, Cristina también había aprendido el oficio de cosmetología, aunque últimamente no trabajaba de eso sino como dependiente en una tienda de conveniencia en una gasolinera de Santa Ana.

Una compañera de Cristi la recordó como una joven alegre y atenta con los clientes. Comentó que algunos de éstos preguntan por ella. “Algunos clientes que no saben lo que le pasó aún preguntan por ella”, indicó una joven.

Aquel sábado 8 de mayo, Cristi tenía que recibir turno a las 6:00 de la mañana; era responsable con su trabajo y por eso causó asombro que no se presentara a la hora convenida. Fue hasta como a las 9:30 de esa misma mañana cuando en afán de indagar si ella estaba bien, recurrieron a preguntar a amigos y familiares, quienes les dieron la funesta noticia: era una de las víctimas de la masacre de Chalchuapa.

Aunque no fueron tantos años los que trabajó en la gasolinera, Cristi dejó un buen recuerdo entre sus compañeras y compañeros de trabajo, quienes aún no salen de su asombro y pesadumbre por el asesinato de la joven, su hermano y su madre.

Alexis fue asesinado horas antes de Cristina y Mirna

José comentó a El Diario de Hoy que aquel viernes 7 de mayo, Alexis salió de su vivienda porque Osorio Chávez le había dicho que ese mismo día saldría rumbo a Estados Unidos, guiado por su hermano, que se dedicaba a llevar gente de forma ilegal hacia aquel país.

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El hombre detalló que, hasta donde le han comentado, Osorio Chávez le dijo a Mirna que a Alexis lo habían secuestrado y que él sabía dónde lo tenían. José dice que todo fue una mentira, nomás para llevar a Mirna y a Cristina hasta la casa donde ya había matado a Alexis.

En la colonia Las Flores el ambiente es aún más hermético, más aún después de las 12 capturas realizadas. Foto EDH/ Menly Cortez

Según José, tres días antes, Mirna le había entregado a Chávez Osorio, $7,000 como pago para que Alexis fuera llevado a Estados Unidos con Carlos, el hermano del expolicía, quien también fue encontrado asesinado en la misma fosa donde estaba el cadáver de Alexis.

José pide justicia. “Ojalá pague lo que hizo con mis hijos”, dice el anciano, al tiempo que también pide a las autoridades barajar la posibilidad de recuperar el dinero que le fue entregado. “A mí las autoridades me han dicho que él tiene dinero en cuentas de banco; nosotros somos pobres, ojalá nos devolvieran ese dinero”, dijo el anciano.