Aracely, la maestra asesinada que quería ser enfermera

Su sueño fue estudiar enfermería; sin embargo, la docencia se le presentó como una opción más viable y terminó encariñándose con esa profesión a la que dedicó más de 20 años de su vida.

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El asesinato de la profesora Aracely Miranda Hernández ha causado gran conmoción en Cojutepeque y Oratorio de Concepción. En este último lugar daba clases a niños de segundo y quinto grado. Sus compañeros la recordaron como una persona conciliadora. Foto EDH / Jonatan Funes

Por Jorge Beltrán Luna @Jbeltranluna_

2021-05-25 8:50:04

En las dos escuelas públicas donde ejerció como profesora, Aracely dejó una marcada huella: en una transformó infraestructura y en la última, logró vencer un aparente divisionismo que había entre algunos maestros, según cuentan sus familiares.

Aracely Miranda Hernández, de 47 años, fue asesinada el sábado anterior, en el centro de la ciudad de Cojutepeque, misma en la que vivía, a 290 metros de la delegación de la Policía Nacional Civil (PNC).

Según informes policiales, la mataron para robarle parte de un dinero que había retirado de una agencia bancaria. La profesora caminaba por la Cuarta calle Poniente de Cojutepeque. Testigos afirman que solo escucharon gritos, luego una detonación y cuando salieron a ver, vieron a la profesora. El disparo la mató de inmediato.

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La maestra fue sepultada el domingo en un cementerio de Cojutepeque. Sus parientes afirman que ella había pedido que cuando ese día llegara, que no la tuvieran mucho tiempo en velación.

A pocos metros de donde Aracely fue asesinada hay dos cámaras de videovigilancia dirigidas hacia la calle. Sin embargo, la Policía aún no ha podido dar con los responsables del crimen, según fuentes policiales.

El caso ha causado gran conmoción social. El Gobierno también ha ordenado enfocar esfuerzos en esclarecer el caso, de tal manera que ha ordenado que las investigaciones sean retomadas por la División Central de Investigaciones.

Copapayo, la escuela que amplió a bachillerato

Aracely se graduó como profesora de la Universidad de El Salvador en 1996. Luego de trabajar en dos colegios privados en Ciudad Delgado y en Cojutepeque, le salió una plaza para trabajar con el Ministerio de Educación, aunque implicó mucho sacrificio para ella y para sus hijos, pues tenía que viajar desde Cojutepeque hasta el cantón Copapayo, ubicado en la ribera del embalse Cerrón Grande o Lago de Suchitlán, en el municipio de Suchitoto.

Durante 16 años, del 2003 hasta el 2019, Aracely salía a las 4:30 de la madrugada para poder estar puntual para comenzar la jornada laboral. Regresaba entre las 7:30 y 8:00 de la noche, recuerda uno de sus hijos. Pero la jornada continuaba en preparar las clases del siguiente día.

Tres años después de llegar a dar clases a Copapayo, el ministerio de Educación la nombró como directora del centro educativo.

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Sus familiares recuerdan que Aracely les contaba que siempre soñó con ser enfermera pero que vio en la docencia, la posibilidad de trabajar más rápido y por ello se inscribió en esa carrera, con el apoyo de su madre.

“Agarró profesorado por ser la carrera más corta; abandonó la idea de la enfermería. No era lo que quería pero terminó amando la docencia”, comentó una familiar.

A poco de comenzar a dar clases, Aracely vio que ese era su campo y se entregó totalmente a la formación de nuevas generaciones.

De acuerdo con familiares de la maestra, cuando Aracely llegó a la escuela de Copapayo solo había hasta sexto grado, pero en algún momento conoció a una persona que trabajaba con la organización Ayuda en Acción.

“Esa persona, que era coordinadora de esa organización, fue como la llave para ir conociendo a más gente que podía ayudar”, comenta una de sus hijas.

Entre los logros de Aracely en la escuela de Copapayo el que más destaca es que obtuvo que en la escuela se impartiera el bachillerato para que los adolescentes de ese lugar ya no tuvieran que viajar hasta el Instituto Nacional de Suchitoto.

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Pero además, con la ayuda de organizaciones logró dejar un centro de cómputo, una banda de paz con todos sus instrumentos... “Era buena para gestionar ayuda, era buena para relacionarse con personas que quisieran ayudar a la escuela”, explicó uno de sus hijos.

El traslado a Oratorio de Concepción

El 2019 le salió el traslado de Copapayo hacia la escuela Pío Romero Bosque, en Oratorio de Concepción, siempre en el departamento de Cuscatlán.

Cuando llegó, según cuentan algunos parientes, Aracely les comentó que le parecía que entre la plantilla de profesores había divisiones.

Aracely se tomó el reto de unir a los maestros de ese centro educativo. Sus familiares la recuerdan que hizo diversas actividades para lograr que hubiera más unión.

El lunes anterior, algunos maestros le reconocieron que ella llegó a armonizar las relaciones entre los docentes de la Pío Romero Bosque.

Uno de los hijos de Aracely dijo que durante la velación, un profesor de la escuela de Oratorio de Concepción se le acercó para comentarle: “Es increíble cómo su mamá logró transformar a los profesores de esa escuela en tan poco tiempo”.

“Ella se entregaba completamente. No puedo describirla con palabras cómo era ella como madre. Siempre trató de darnos lo mejor. Ella era bien dada con todos. Se entregaba en lo que hacía”, dijo uno de sus hijos ayer.

Esa entrega la notaban también sus alumnos.

Según sus familiares, mientras en los recreos algunos profesores se entretenían con sus teléfonos celulares, Aracely interactuaba con sus alumnos, a veces conversando con ellos en grupo y hasta jugando fútbol con ellos.

“Jugaba fútbol o cualquier cosa con sus niños. Los niños lo notaban y le comentaban que era diferente a los demás profesores porque no se centraba en su teléfono”, comentaron algunos parientes.

Uno de los familiares describió a Aracely en pocas palabras: Era conciliadora, siempre aprovechaba el tiempo para hablarle de Dios a las personas. Era una mujer llena de virtudes y de temor a Dios”, dijo, recordando también que a Aracely le fascinaba visitar Ataco (Ahuachapán) y comer macarrones con camarones.