El día que desapareció, la joven recibió una llamada de su novio; a quien no conocían ni los padres ni las amigas de la víctima. Ya han pasado 540 días.
Rosa Durán lleva 540 noches sin conciliar el sueño. La ausencia de su primera hija la ha llevado a una desesperación enorme. La angustiada madre relata que su hija, Mireya Astrid Orellana Durán, de 21 años, desapareció el 20 de enero del 2018. Ahí inició su calvario y el de su familia.
La madre de la joven guarda la esperanza que su hija aun está con vida, sin embargo, la desesperación la agobia y muchas veces despierta gritando: “mi hija dónde está”. Rosa, recuerda a su niña como una señorita humilde y sonriente.
A Mireya le gusta la Matemática, encontró esa pasión cuando estudiaba tercer ciclo, por eso soñaba con graduarse de licenciatura en Contaduría Pública y ser auditora. Pero además tenía más sueños ya como una profesional.
Sin embargo, ese sábado 20 de enero, fue el último día que asistió a las clases en la universidad Don Bosco, donde cursaba el tercer año de su carrera. La estudiante tenía una beca por sus buenas calificaciones.
“Sueño terminar mi carrera y ser una auditora para comprarte un camión y ya no trabajes más en el transporte público”, estas son las palabras que el padre de la joven recuerda de su hija.
Según el padre de la joven, las cámaras de la universidad captaron el momento en que la joven salió del centro de estudios, después de haber recibido lo que ellos consideran una misteriosa llamada.
Trascendió que ese día, Mireya habría recibido una llamada de un novio a quien ni los padres ni las amigas conocían.