La fragilidad del consenso: Nicolás Maquiavelo y la República de Florencia

“Florencia, no obstante su pasado desafortunado, posee todo lo necesario para una renovación política triunfal”. Niccolo di Bernardo dei Machiavelli. Historias Florentinas.

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Retrato de Nicolás Maquiavelo del artista Santi di Tito (de la primera mitad del siglo XVI). / Foto Por edh / Museo Cívico Florentino, Florencia

Por Katherine Miller Doctorado en Estudios Medievales y Renacentistas de UCLA.

2020-02-23 5:40:38

Nicolás Maquiavelo, el gran secretario de la República de Florencia (1469-1527), era uno de los más importantes humanistas del Renacimiento europeo de los siglos XV y XVI. Entre los temas que abordó en sus escritos está el desarrollo de una república y sus instituciones desde la antigüedad clásica, igual como desde la historia nacional de su Florencia natal.

Prescindamos, de una vez, de la negatividad que se ha acumulado sobre sus escritos y pensamiento político a través de los siglos. Las investigaciones de los pensadores de las academias más prestigiosas a nivel mundial sobre el período renacentista han comprobado que una interpretación literal del pensamiento y obras de Maquiavelo no sobrevive examinaciones de la realidad histórica y política.

Así que, ya no es necesario considerar ninguna de sus obras bajo la lupa de lo que es, ahora, una evaluación literal y desfasada que no tomó en cuenta la enorme sofisticación y manejo irónico que utilizó Maquiavelo, como humanista y republicano, en su trayectoria como diplomático y como historiador quien definió, para el período de la modernidad temprana, la forma de una república, entre muchos otros asuntos.

Con eso como preámbulo, consideramos un bosquejo ligero de cómo Maquiavelo presentó las transiciones de la forma, desarrollo, decaimiento y eventual proyección del éxito, de un gobierno republicano. Por eso, visitamos sus escritos publicados sobre esta forma de gobierno en los Discursos de los primeros diez libros de Tito Livio (1531), El Príncipe (1532) y sus Historias Florentinas (1532). Las fechas solamente indican la aparición pública, en forma impresa. En las prácticas tradicionales y renacentistas, se ha comprobado que los manuscritos tenían una circulación privada durante varios años antes de ser impresos.

Como parte del desarrollo de sus ideas sobre el gobierno, Maquiavelo participó, durante largo tiempo, en reuniones secretas con sus colegas humanistas y republicanos–reuniones peligrosas para la seguridad personal de los participantes–en los famosos Orti Oricellari (Jardines de los Oricelli) en Florencia, entre cuyos objetivos estaba meditar sobre la configuración de lo que sería una república y como su propia ciudad-estado pudiera llegar a formarse como una república para el bien de toda la población entera de Florencia.

No es cuestión de ideas democráticas; por eso, se ocupa la designación “la población entera” y no solamente “ciudadano”. Los ciudadanos de Florencia eran, por un lado, un grupo de hombres de negocios como banqueros y mercaderes comerciantes organizados en gremios, igual como los antiguos hombres elites de una aristocracia guerrera y también grupos pequeños de intelectuales del gobierno que habían ganado el título de humanistas cívicos. Los primeros dos grupos estaban en permanente conflicto sangriento. Por turnos, podían formar gobiernos por “lotería”, un proceso que se asemejaría hoy a las “elecciones”. Pero en la mayoría de los casos de los siglos XV y XVI los cambios de gobierno se dieron por fuerza, por golpe de estado, por compra o por otros métodos, como negociación y forcejeo.

Gravado en madera de la ciudad de Florencia (1493) de la Crónica de Nuremberg, de Michel Wolgemut y Wilhelm Pleydenwurff.

Estudiando repúblicas, Maquiavelo, como buen humanista, estudió la vida clásica de Grecia y Roma, en sus Discursos, igual como la historia de las ciudades-estados, en El Príncipe, y examinó la historia misma de Florencia en sus Historias Florentinas. También utilizó las lecciones de su servicio político en la práctica, pues, sirvió como representante diplomático para el gobierno de Florencia.

Participó en el diseño de métodos de defensa militar en su Arte de la Guerra y hasta organizó una milicia nacional para Florencia. Sobre repúblicas, Maquiavelo comenzó con los Discursos. Examinó en esta obra las ideas del griego Polibio sobre Esparta, sobre la República de Roma, y, finalmente, sobre la República Serenísima de Venecia.

ITALIA MIA de Francesco Petrarca

Canzioniere, CXVIII.
Maquiavelo adjuntó este poema al final de
su obra, El Príncipe.

Italia mía, aunque hablando no serviría
para sanar tus heridas mortales
Que veo en su cuerpo tan bello….
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Ruego al Señor de los Cielos, y pido que
la piedad que te llevó a la tierra,
si pueda voltear su cara
hacia tu nación querida.

Canción, te pido cantar tu
significado, con cortesía, porque
tienes que ir entre gente orgullosa y
sus voluntades son ya llenas de
hábitos antiguos, siempre hostiles a la verdad.

Tu, Canción, intentará tu suerte
entre los pocos magnánimos
a quienes el bien es placentero.
Canta a ellos: “¿Quiénes me darán garantías?”
Yo ando llorando: Paz, paz, paz.”

Ahora, repasando el tema, se acuerda que una república es una forma de gobierno en que el estado es dirigido por representantes elegidos por los ciudadanos. La democracia directa en que el pueblo vota en masa sin la mediación de representantes no formó parte de la concepción, en la práctica, de este proceso. La democracia directa que vemos en Atenas en la Antigüedad era, para Maquiavelo y para otros pensadores renacentistas, un ejemplo negativo que fue presentado por Tucídides en su Historia de la Guerra Peloponeso, texto que estuvo disponible en latín en la península itálica aproximadamente a partir de la caída de Constantinopla ante los Turcos Otomanos en 1453, evento que trajo los textos de los griegos a la península para su traducción al latín.

El primer ejemplo de una república que menciona Maquiavelo es la descripción presentada por Polibio, un rehén griego viviendo en Roma durante el siglo II a. C. En su Historia de las Guerras Púnicas, Polibio comenzó con la pregunta de por qué Roma había llegado a tener el poder que tenía a solo 50 años de su fundación. Polibio encuentra la respuesta en el hecho de que Roma tenía una constitución con provisiones para tres poderes: una monarquía (ejecutiva), una aristocracia (unos cuantos individuos o grupos) y una democracia (la población). En el modelo de Roma, declara Polibio, la libertad pudiera ser mejor garantizada por medio de una separación de poderes.

Llegando a la república romana, Maquiavelo, siempre en los Discursos, repasa las distintas formas de una república, que él considera la mejor forma del gobierno. Cronológicamente, Maquiavelo comenzó a escribir los Discursos primero (cerca del año 1520), pero, por problemas políticos en Florencia, resultó que Maquiavelo sufrió el encarcelamiento, tortura y exilio por los Medicis cuando tomaron control de las riendas de gobierno. Él suspendió su trabajo en los Discursos y escribió El Príncipe, como aplicación para un ascenso en la administración gubernamental de los Médicis, y no como defensa de principados. (Véanse C.H. Zuckert. “Machiavelli´s Prince, Five Hundred Years Later” en The Review of Politics, Cambridge, 2013).

En El Príncipe, Maquiavelo elogió –ostensible e irónicamente—a aquellos banqueros Médicis, quienes habían conquistado Florencia. Por estos acontecimientos, Maquiavelo interrumpió su defensa histórica de las repúblicas para sobrevivir él mismo en el ambiente creado por los Medicis, un régimen autoritario de príncipes. La ironía retórica y teórica es el arma que utiliza Maquiavelo cuando describe, solamente al nivel literal en El Príncipe, las prácticas de los Medicis, enseñando a sus lectores y oyentes, en un segundo nivel, la crueldad y corrupción de los Medicis y, así haciendo una llamada escondida para una insurrección en su contra. Importante tomar nota de que Maquiavelo colocó el famoso poema, La Italia Mia de Francesco Petrarca al final de su obra, El Príncipe como canción nacionalista en apoyo a su llamada, en un segundo nivel del texto, para derrocar a los Médicis.

Siempre ansioso por promoción y ascenso para quedarse en una posición con los Médicis y así mejorar su seguridad económica en Florencia, ávido en su nacionalismo, Maquiavelo se acercó a la exploración del tema de las repúblicas en la verdadera historia de Florencia, y no en Roma, en sus Historias Florentinas. Como humanista, y no aristócrata, Maquiavelo, por necesidad, aprovechó de la política de patrocinio cultural de los Médicis para sobrevivir. Acepta una comisión del papa León X para escribir una historia de la ciudad. En 1525, presenta la obra completa al papa Clemente VII. Ambos papas eran Médicis. El manuscrito es circulado para discusión antes de su publicación en 1532, póstumamente. Pero Historias Florentinas no es propaganda para los Médicis; logra, en los intersticios de su historia, una fuerte subcorriente republicana, visible a los lectores y oyentes astutos que querían verla.

En Historias Florentinas, Maquiavelo no escribió en una manera ideologizada políticamente, así como lo había hecho en los Discursos y El Príncipe. Ha pasado desde lo abstracto hacia lo históricamente real. Como en El Príncipe, Maquiavelo sigue la práctica retórica de sus tiempos, como hizo Dante Alighieri en su Divina Comedia. Presenta sus ideas en distintos niveles. Dante utilizó cuatro niveles retóricos de interpretación, como se puede ver en su Carta a Can Grande. Maquiavelo sigue un régimen retórico parecido, pero de por lo menos dos niveles en contraposición irónica uno con otro. Así desarrolla su narrativa nacionalista y, sutilmente, republicana. Como en El Príncipe, la ironía funciona como una herramienta no solamente diplomática, sino profundamente política. Florencia, declara, es “a great and wretched city” (“una ciudad/estado grande y miserable”)—“wretched” (miserable, desafortunada) a causa del sectarismo sangriento y fracaso (con los Médicis y otros grupos) en su cultura política. Así como El Príncipe, las Historias Florentinas contiene un texto subversivo.

Florencia, en los verdaderos tiempos históricos de Maquiavelo, tenía una constitución que unía el poder de las elites con el de los que laboraban. Aseguró que el poder y control político no puede ser concentrado en una sola persona o grupo. Pero la arquitectura de las instituciones como una república quedó no muy claramente descrita porque estaba, histórica y continuamente, en un proceso de cambio y desarrollo.

Sabemos que, en esta constitución, había provisiones para Tre maggiori, tres grandes órganos de gobierno. Primeramente, había la Signoría, un concilio ejecutivo supremo que, originalmente era una sola persona. Paulatinamente, por medio de luchas legislativas por los humanistas cívicos, como Coluccio Salutati y Leonardo Bruni, se dio una metamorfosis en que se formó una Signoría distinta compuesta de nueve magistrados (humanistas) quienes controlaban los asuntos administrativos, judiciales y militares.

Eventualmente, y paralelamente, surgió el poder mercantil de los banqueros y comerciantes, organizados en gremios, quienes ganaron más y más control por medio de la riqueza del comercio que practicaban y la construcción de estructuras financieras como prestamistas y banqueros.

Estos banqueros y comerciantes llegaron a ser tan poderosos, por su acumulación de riqueza, que retaron a las antiguas elites de aristócratas que practicaban la guerra y las vendettas de sangre como oficio. Principalmente por medio del trabajo político de los humanistas cívicos, la Signoría fue transformada en una serie de “comités” que controlaban los distintos aspectos del gobierno (como el Ministerio de Guerra, etc.). Maquiavelo, como humanista cívico, amonestaba a sus lectores y oyentes que era necesario construir unas instituciones propias de una república de tal manera que pudiera mantener un consenso político, militar y judicial encima de—y simultáneamente con—los pleitos violentos de los banquero/mercantes y los aristócratas.

En el diario vivir, las instituciones descritas no siempre pudieron aplacar la violencia de los distintos grupos de poder y desembocaron en conspiraciones como la de los Pazzi contra los Medici, ad inifinitum. Era necesario, observa Maquiavelo, fusionar una suerte de consenso entre los estamentos en juego históricamente para el bien común de Florencia. La conformación, dice, de un consenso —no importa lo frágil que fuera— se puede superar la política de vendetta en las luchas para el poder.

En fin, en Historias Florentinas (I:115), Maquiavelo declara que “las instituciones de una república siempre se mantendrían firmes cuando cada quien sepa qué es lo que debe hacer, en quién puede tener confianza, y cuando ningún ciudadano, o por el miedo mismo, o por la ambición, necesite alentar una insurrección”. Esta última palabra, que se ha traducido como “insurrección” en español es, en el italiano del texto original, “innovazione”—una concepción hasta más irónica y sofisticada.

LECTURA RECOMENDADA:

Machiavelli, Niccolo. Opere di Machiavelli, Edizione Nazionale. (Salerno, 2001-2009. 20 vols.)

Najemy, John. Between Friends: Discourses of Power and Desire in the Vettori Letters of Machiavelli (Princeton, 1993)