"Hacemos lo posible para que no pierdan el año escolar": la desesperación de profesores ante niñas y adolescentes embarazadas

Directores de algunos centros escolares confirman que llevan a cabo programas de prevención y en algunos casos han logrado reducir el fenómeno.

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Imagen del cantón donde los estudiantes sacaron una de las menores nota de la PAES en 2017. Los estudiantes del Complejo Educativo del Guadalupe La Zorra, en San Luis La Herradura, obtuvieron 2.95 de promedio en la PAES 2017. En este lugar, que tiene acceso al estero de Jaltepeque, los jóvenes y niños se dedican a la pesca para subsistir. La desnutrición y la falta de recursos agrava el déficit de aprendizaje. EDH/ Jessica Orellana

Por Susana Joma

2021-05-23 9:00:49

Los embarazos precoces siguen como piedra de tropiezo para el desarrollo educativo de niñas y adolescentes, y de acuerdo con algunos directores consultados en el país, es en el área rural en donde las escolares aún tienden a desertar por esa causa.

El profesor Daniel Rodríguez, director del Centro Escolar Cantón El Cedro, de Panchimalco, sostiene que si bien desde hace varios años las instituciones educativas públicas tienen mandato de recibir a las niñas que salen embarazadas, a estas alturas los convencionalismos sociales y los prejuicios todavía provocan que ellas queden sin acceso a la educación.

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Para 2020, Ormusa, una de las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres, abordó con preocupación esta problemática, cuando las estadísticas del Hospital Nacional de la Mujer “Doctora María Isabel Rodríguez” apuntaron que en el primer trimestre se registraron 144 embarazos en niñas en edades comprendidas entre 10 y 14 años; cifra que para agosto, en plena pandemia, ya había incrementado a 258.

Decenas de niñas y adolescentes deben sobrellevar embarazos no deseados.
Foto EDH / Archivo

En el primer trimestre de ese año, 3,835 niñas embarazadas inscritas durante el mismo periodo tenían entre 15 y 19 años.

Aunque el profesor Rodríguez afirma que ni el año pasado ni en lo que va del presente se han dado casos de embarazos en su escuela, recuerda que en 2017 se presentaron dos; una niña que atendía el séptimo grado y otra el noveno, de las cuales solo esta última terminó estudios.

Para 2019 tuvieron un caso de una niña de tercer ciclo que tampoco continuó, aunque los profesores le insistieron de distintas formas, e incluso le brindaron opciones, como la de solo ir a retirar material para estudiar.

“La misma familia no quería, (por) la pena que la vean embarazada, pero en el caso del centro escolar le dimos todas las facilidades, la buscamos; mandamos a llamar a la mamá, pero aun así no mandaron a la muchacha”, comenta.

El educador sostiene que en 2013 y 2014, en esa escuela que está ubicada en la zona rural de la parte sur del departamento de San Salvador se daban de 3 o 4 casos de niñas embarazadas, pero hoy son menos debido a que en la escuela tienen una campaña sobre salud sexual reproductiva, misma que se lleva con apoyo de la Unidad de Salud contigua.

Según cuenta el profesor Rodríguez, los últimos casos de niñas embarazadas en su escuela son por noviazgos con jóvenes; además, siempre hay una tendencia a que se acompañen a temprana edad.

“En el caso de los adultos que han tenido cuestiones con las niñas les ha ido mal, los han denunciado y algunos están presos”, detalla.

Vidas truncadas

“Este tipo de cosas (que deserten por embarazos) para nosotros significa una derrota, porque siempre buscamos que les vaya bien a todos los estudiantes; y por eso en el caso del centro escolar hacemos todo lo imposible porque las muchachas no pierdan el año escolar”, insiste.

Según expone, hasta ahora de las alumnas de tercer ciclo que salieron embarazadas no ha visto que alguna siga estudiando el bachillerato; sino que se han quedado como amas de casa, sobre todo cuando no hay nadie que las oriente y brinde ánimos de salir adelante después que pasan el alumbramiento.

“Ahí se han quedado en noveno grado (las niñas). No es lo que uno espera de sus estudiantes. Uno espera verlas profesionales, porque es un gusto verlas cuando ya vienen de su trabajo”, comenta.

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El profesor Óscar Martínez, director del C. E. Anselma Sánchez de Mancía, de El Congo, Santa Ana, asevera que ni el año pasado ni en 2021 se les han presentado casos de niñas embarazadas, también gracias a que desde 2012 tienen un programa de orientación a los escolares, en donde se abordan temas como los hijos no deseados, el autocuidado del cuerpo y las enfermedades venéreas.

“La escuela de padres también ha ayudado mucho para que estos tomen conciencia que hay que hablar con las hijas sin ningún tapujo, sin ningún temor, hablándoles la verdad, sin andarles cambiando las versiones de las consecuencias de tener una relación sexual”, insiste.

Martínez precisa que cuando las niñas y adolescentes salen embarazadas, los docentes lo identifican porque ellas tienen ciertas conductas, se muestran retraídas, no participan en clases, se aíslan, no salen a recreo, no quieren comer, se ven bastante pensativas, preocupadas, en algunos casos es notable en su aspecto pues el color de la piel les cambia, de repente bajan o aumentan de peso.

Otras actitudes en la ciudad

Al consultar sobre el tema al profesor Hugo Canjura, director del Instituto Nacional Francisco Menéndez (Inframen), de San Salvador, señaló que en años anteriores se reportaba un promedio de diez casos de niñas embarazadas al año, pero en 2020 solo hubo 5 en el sistema regular.

Canjura expone que, a diferencia de la zona rural en donde se trata de esconder a las niñas, en la ciudad es diferente; son las mismas alumnas las que informan de su situación a la institución educativa, incluso llegan a presentar las constancias médicas de que por su estado no pueden participar en la clase de Educación Física.

El educador afirma que en la ciudad ahora las niñas, pese a su embarazo, continúan con su proceso educativo; incluso tratan de retomar sus actividades extracurriculares lo más pronto posible, como ocurrió con una cachiporrista que quería reintegrarse a la banda luego de unos cuantos días de haber dado a luz.

“Como la ley las ampara ellas saben que aquí no hay ningún problema (para que vengan a estudiar). Lo que hacen es modificar, por ejemplo si es de salud (cambian) la batita, o si es de general vienen holgadas con sus batas, normal”, indica.

Comenta que algunas escolares que salen embarazadas maduran rápidamente, cambian de actitud y se vuelven más responsables, y que salen bien en sus notas.

Canjura contrasta la situación de las niñas que salen embarazadas hoy con las de antaño; antes se les negaba asistir a clases y las pocas opciones que tenían era estudiar en sus casas y llegar a retirar el título después de la graduación. La situación era más dramática en colegios católicos, de donde eran expulsadas.

El director del Inframen explica que hoy las alumnas que se convierten en madres y cuentan con el apoyo familiar suelen continuar estudiando en la universidad, pero hay quienes no cuentan con ayuda alguna, por lo que tienen que trabajar pronto para mantener a su bebé.

Señala que a la fecha no hay un programa específico del Ministerio de Educación que les dé lineamientos de cómo actuar si se dan casos de niñas embarazadas, pero en el Inframen se auxilian de su bachillerato en Salud para llevar a cabo entre todos los estudiantes charlas sobre salud reproductiva y los derechos que las niñas tienen para seguir estudiando.

Los departamentos en donde en 2020 se dieron más casos de niñas y adolescentes embarazadas fueron San Salvador, La Libertad, Sonsonate, Santa Ana y Ahuachapán.