INFOGRAFÍA: ¿Cuál es la clave del éxito de los Jóvenes Talento en El Salvador?

Durante las últimas dos décadas, el programa Jóvenes Talento se ha convertido en un centro de desarrollo de inteligencia, ingenio y habilidades para cientos de estudiantes salvadoreños.

Durante las últimas dos décadas, el programa Jóvenes Talento se ha convertido en un centro de desarrollo de inteligencia, ingenio y habilidades para cientos de estudiantes salvadoreños.

Por Xenia González Oliva / @begoliva

2019-08-26 5:30:17

En El Salvador existe una paradoja alrededor del área de la matemática y la ciencia. Mientras que los resultados de la Prueba de Aprendizaje y Aptitudes para Egresados de Educación Media (Paes) siguen sin ser alentadores para estas materias, existe un programa que demuestra el talento y la capacidad que tienen los jóvenes salvadoreños para sobresalir en el área de las ciencias.

De 78,174 estudiantes que se sometieron a la prueba en 2018, el promedio de nota para matemática fue 5.22 y para ciencias naturales de 5.79. En esa prueba, el país reprobó ambas materias.

En las universidades, quienes escogen las carreras relacionadas a las ciencias exactas o a la tecnología no son mayoría en comparación con quienes se matriculan y gradúan de otras áreas.

Sin embargo, El Salvador ha contado por décadas con un semillero de talentos para las áreas de matemática y el resto de las ciencias exactas.

Jóvenes Talento
Riquelmi Cardona, el primer ganador de una medalla en una competencia de matemática, junto a José Manuel Cabrera, el más reciente ganador de una medalla de oro.

Gracias al sacrificio y pasión de cientos de estudiantes, sus instructores y profesores, el Programa de Jóvenes Talento (PJT) ha posicionado a El Salvador como un país donde hay jóvenes sobresalientes en matemática, química, física, biología e informática.

Incluso, el programa y el país han llegado a convertirse en un referente regional de cómo entrenar a jóvenes estudiantes.

Actualmente, los estudiantes del programa han brillado a nivel centroamericano e iberoamericano, logrando ganar altos reconocimientos en distintas disciplinas e incluso destacando en competencias de mayor calibre, como las diferentes olimpiadas internacionales.

Hasta el 29 de julio, gracias a los jóvenes del programa, El Salvador ha recibido 500 reconocimientos en diversas competencias de matemática, química, física, biología e informática. Del total, 310 han sido medallas de distintos tipos y 190 han sido menciones honoríficas.

Desde la primera vez que un joven salvadoreño ganó una medalla en una competencia de matemática en 1998, le han seguido 192 estudiantes más en obtener algún tipo de reconocimiento en olimpiadas regionales e internacionales.

Pero todos estos logros comenzaron de una manera modesta hace más de dos décadas. Desde sus inicios, el programa se cimentó bajo las ganas de aprender y sobresalir de un grupo de jóvenes, además del deseo por mejorar el nivel educativo del país de sus profesores.

En 1996, Riquelmi Salvador Cardona Fuentes cursaba noveno grado en el Complejo Educativo Católico “Fray Martín de Porres” de Soyapango. La matemática era una materia que le gustaba mucho, la encontraba sencilla y fácil de entender. Por su propia cuenta ya había terminado de revisar los ejercicios del libro de matemática de noveno.

Pese a su gusto por la materia, él nunca había pensado que su futuro se iba a centrar en ella, pero ese mismo año ocurrió algo que cambió el resto de su vida académica y su futuro profesional.

En 1996 también se dio el primer Certamen Nacional de Matemáticas Shell. Riquelmi participó y obtuvo el primer lugar. Le dieron una computadora, él se alegró mucho, pero pensaba que hasta ahí llegaría todo. El año siguiente, lo llamaron del Ministerio de Educación para ser parte de un grupo de entrenamiento de los jóvenes que serían seleccionados para participar en la Doceava Olimpiada Iberoamericana de Matemática.

Riquelmi comenzó a entrenar cada sábado con otros estudiantes, guiado por el ingeniero Carlos Canjura.

El cambio con lo que veía en estos entrenamientos respecto a las clases que recibía en la escuela fue drástico. “Yo pensaba que la matemática era fácil, pero no es fácil, requiere de mucho esfuerzo”, dice Riquelmi.

Descubrió que no sabía mucho de geometría. Ya no veía problemas repetitivos, veía problemas que le permitían pensar mucho más.

Esa olimpiada de 1997 en Guadalajara, México, fue una experiencia muy enriquecedora, pero también fue un golpe con la realidad.

“Los exámenes eran extremadamente difíciles para lo que nosotros podíamos hacer. Pensábamos que nuestros puntajes iban a ser más altos de lo que terminaron siendo”.

Aunque ninguno del grupo obtuvo algún reconocimiento, para ese entonces no había métrica de qué eran resultados malos. Al final del viaje, los jóvenes se reunieron en el aeropuerto y hablaron de continuar. Le preguntaron a su profesor si era posible continuar.

“Cuando el ingeniero Canjura vio nuestro interés aceptó encantado. Nos dio un voto de confianza que podíamos participar de nuevo y salir bien”, cuenta Riquelmi.

El entrenamiento siguió sin interrupción, solo descansaron durante las vacaciones de diciembre y aún así cada quien siguió estudiando por su propia cuenta.

Para la siguiente competencia iberoamericana de 1998, realizada en República Dominicana, Riquelmi iba con la esperanza de ganar una mención honorífica.

Ganar una medalla lo veía como una posibilidad, no como una realidad, pero se cumplió.

Riquelmi fue el primer ganador para el país de una medalla de bronce en una Olimpiada Iberoamericana de Matemática.

En ese momento no lo sabía, pero su logro y el de sus compañeros sentaría las bases para convencer a las autoridades del Ministerio de Educación y de la Universidad de El Salvador de permitir la creación de un programa enfocado en la educación de futuros científicos, el Programa de Jóvenes Talento.

“El mayor impacto que tuvo la medalla, aparte de lo que significó para mí, fue que sirvió como una prueba de la capacidad que se tenía en El Salvador. Venía de una escuela pública, no había tenido los mejores profesores, pero era una muestra que había mucha gente capaz. Abrió puertas”, dice Riquelmi.

A partir de entonces, Riquelmi nunca se separó del mundo de las olimpiadas, comenzó a ser tutor de las siguientes delegaciones hasta que salió del país para estudiar su carrera en Ciencias de Computación en la universidad de Illinois, Estados Unidos. Riquelmi regresó al país y volvió a continuar su apoyo con el programa.

Actualmente, tiene un doctorado en Matemática y es catedrático de la escuela de Matemática de la UES. Riquelmi también ha sido mentor de delegaciones que han participado en olimpiadas de Matemática, entre ellas de las que fue parte José Manuel Cabrera Guardado, de 14 años.

José Manuel es el rostro de las nuevas generaciones del programa.

En junio de este año, él ganó una medalla de oro en la XXI Olimpiada Matemática de Centroamérica y el Caribe. Esta ha sido la segunda medalla de oro que el país ha ganado en esta competencia.

Uno fue olímpico sin saber qué esperar, mientras que él otro ha sabido aprovechar la experiencia y apoyo de todos sus antecesores.

“Aparte de sentir la felicidad, me gusta que estoy haciendo ver bien al país en matemática. Lo que la gente de otros países verá es que El Salvador ganó una medalla de oro, sabrá que el país es bueno en matemática”, afirma José Manuel.