Doctor Félix Magaña de Paz: “El niño es una persona que tiene derechos, al igual que obligaciones”

Durante 48 años ejerció la pediatría en el Hospital San Juan de Dios de Santa Ana, desde donde veló por los derechos de los menores denunciando los casos de abuso, hasta ser amenazado de muerte, lo cual no le impidió realizar su trabajo.

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José Félix de Jesús Magaña de Paz fue por 48 años pediatra en el Hospital San Juan de Dios, de Santa Ana, y docente de la carrera de medicina en varias universidad del país. / Foto Por Yessica Hompanera

Por Violeta Rivas

2019-11-30 8:35:49

El doctor José Félix de Jesús Magaña de Paz, de 76 años, además de ser pediatra por más de 48 años ha sido docente de la carrera de medicina en varias universidades del país, principalmente en la zona occidental.

En cuanto a su niñez cuenta que fue muy afortunado por tener unos padres amorosos, principalmente su madre, quien fue muy detallista.

“Mi vida siempre ha sido muy dichosa, tengo que aceptarlo, Dios ha sido generoso conmigo, mis papás eran muy amorosos conmigo, tanto así que mi mamá tenía una foto mía por cada mes de mi vida, eso en esa época costaba mucho, pero ella lo hacía con mucho cariño, me pesaba y me media y todo lo anotaba en un librito que aún conservo”, cuenta el pediatra.

El médico dice que siempre tuvo la vocación de ser doctor, ya que desde niño le llamaba la atención la medicina y la educación. “Yo tengo una foto muy significativa, estaba de niño viendo una calavera, tenía como 6 años, y siempre he sentido el deseo de ayudar a las madres con sus niños, y siempre ha sido mi vocación, enseñar a los demás”, comenta Magaña.

Cuenta que se graduó en 1971, de la Universidad El Salvador como Doctor en Medicina. Todos los años de estudio residió en San Salvador y luego regresó a Santa Ana para desempeñarse como docente en la Universidad El Salvador, gracias a una plaza que consiguió, lo cual le favoreció porque estaría cerca de sus padres y en su tierra natal, además de tener un trabajo que le gustaba.

“Pero tuve tan mala suerte que a los dos meses de comenzar mi trabajo en la universidad fue que se la tomaron (por el conflicto armado) y me quedé en el aire. Pero por suerte, un amigo me dijo que si quería ser el director de Salud de Santa Ana, que Salud antes era por regiones; y acepté el reto y desempeñé ese cargo por muchos años”, narra el médico.

Recuerda que uno de los primeros trabajos que le tocó desempeñar en ese cargo fue el de tomar medidas sanitarias para que no se contaminaran los alimentos en el mercado central de Santa Ana y debido a que el inmueble se incendió abasteció a los afectados con agua potable y realizó otras acciones. En la época de los años 1970, aparte de tener la plaza como director comenzó a desempeñar el cargo de médico de consulta externa en el hospital San Juan de Dios, y luego le dieron una plaza para atender a pacientes en el área de pediatría.

Comenta que en ese cargo le tocó la gestión administrativa del área.

“La mayor satisfacción para mí fue introducir la hidratación oral en el área de pediatría, que con eso logramos disminuir la mortalidad infantil, quizás llegamos a tener la que tenemos actualmente de 0.1 %, esa experiencia nos ha dado crédito a nivel nacional”, dice el médico.

Explica que su trabajo como pediatra le dio sentido a su vida, que ya no la ejerce, pero sigue ayudando a sus colegas, ya que muchos amigos médicos le llaman para consultarle sobre algunos casos muy difíciles.

En sus casi 50 años de atender a niños, Magaña expone que se enfrentó a muchos casos médicos difíciles, pero el que más recuerda es el de una niña con anorexia nerviosa, de nombre Cristina, que llegó al hospital a los cuatro años, quien es quizás la única que está viva por ese padecimiento en el país.

Para poder identificarle la enfermedad, los médicos analizaron a la niña en todo su entorno, desde el medio ambiente en el que vivía hasta su estilo de alimentación, para verificar cómo se encontraba de salud, y ver qué la condicionaba para llegar a tener ese estado , ya que cometa se veía como un “fideito” por lo delgada que se observaba.

“La desnutrición no es una condición pura, aquí intervienen también los adultos y el entorno del niño, es por lo que he escrito durante mucho tiempo sobre la Lepina (ley de la niñez), del reconocimiento que se hace del niño como sujeto de derecho, eso quiere decir que el niño es una persona, que tiene derechos, al igual que obligaciones y deberes”, expresa Magaña.

Médico y docente

En cuanto a la docencia, el médico dice que son casi 50 años los que ejerció la profesión. Las clases que impartió fueron en la Universidad de El Salvador (UES), en la Universidad Católica de El Salvador (Unicaes) y en la Universidad Evangélica de El Salvador (Uees).

La base de la enseñanza de la pediatría, dice, es que el ser humano tiene que verse completo, no solo lo físico, sino lo social y medioambiental, cánones que dicta la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Magaña veló durante muchos años por los derechos de los niños, y siempre denunció los casos de abuso de los menores que llegaban al hospital, por lo que hasta llegaron a amenazarlos de muerte, menciona.

“El abuso infantil es quizás la primer causa de padecimiento de los niños, es muy frecuente. Los médicos lo reportábamos como abuso infantil, pero lo dividíamos como negligencia, abuso emocional, abuso físico y abuso sexual”.

Según el pediatra, el 10 % de los menores que atendió en el hospital padecieron de abuso. Para lograr identificar los casos, sus colegas le referían al paciente cuando detectaban un posible abuso, la medida era porque los otros médicos tenían temor de las acciones que los familiares de los menores podían realizar contra ellos al denunciarlos. Magaña comenta que los casos de los menores golpeados por los padres son casos sencillos porque los daños son evidentes, mientras que el caso difícil ha sido el de abusado sexual, porque el infante se encuentra amenazado, el agresor le advierte que si cuenta lo sucedido le va a pasar algo malo a alguien que la víctima quiere mucho, por eso los niños tratan de no decirlo, y es donde es necesaria la ayuda psicológica.

Una de las formas que tenía el doctor para detectar el abuso en los menores era el observar cuando la historia no coincidía con los daños físicos que presentaba el menor en su cuerpo, ya que llegaban con golpes graves y hematomas, que no eran causados por un accidente en el hogar. “Lo que hacíamos era primero investigar el caso, luego tener la mayoría de pruebas posibles y al final denunciarlo ante la Fiscalía o al Conna”, manifiesta.

El pediatra dice que el comprometerse a denunciar los casos de maltrato y de haber salvado muchas vidas de niños con problemas de desnutrición es lo que más satisfacción le ha dado su carrera como médico.

“Tal vez la gente no lo entienda, pero yo soy de las personas que tengo lo que quiero, Dios ha sido generoso conmigo, la gente me ha retribuido lo que he hecho por atender a los niños. Todavía me falta un deseo que se me cumpla, yo sueño que podamos transportar a nuestros pacientes en helicóptero, aquí sería fácil hacer un helipuerto, porque para muchos es vital el tiempo”, asegura. Otras de las necesidades del hospital son los respiradores de alta frecuencia, dice el pediatra, y los menores que necesitan de este equipo tienen que ser trasladados al hospital Bloom, en San Salvador.

Un programa que le gusta mucho es el del tratamiento de los menores con VIH, que se realiza en el hospital Bloom, el cual él hubiese querido que también se desarrollara en el hospital de Santa Ana.

Médico y docente

El doctor Félix Magaña nació en Santa Ana en 1943 y es el hijo mayor de cuatro hermanos, cuyo padre era agricultor y su madre una profesora, quien no pudo ejercer su carrera, pero sus hijos heredaron su vocación.

Se casó en 1968 con Venus de Magaña, con quien tiene tres hijos, tres hombres y una niña a quien llamaron Venus, por su madre y María por la Virgen, explica el médico.

Cuenta que su esposa es uno de los grandes pilares en su vida y en su carrera como pediatra, ya que ha permanecido a su lado apoyándolo en su tarea como docente y doctor.

Magaña cuenta que su carrera como médico es su vida y fueron años muy demandantes en el hospital San Juan de Dios de Santa Ana.