El drama de los albergados con males crónicos

Al encierro suma el hecho de que estas personas no reciben alimentos acordes a su condición y no tienen su medicina.

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Por Susana Joma

2020-03-14 9:30:40

Los compatriotas con enfermedades crónicas u otras condiciones que debilitan su salud y que requieren una dieta y tratamientos médicos especiales constantes, se han llevado la peor parte dentro de los albergues que el gobierno habilitó para cumplir la cuarentena preventiva por coronavirus. Un drama que se hace evidente en las redes sociales.

La situación fue tal que ayer a la 1:00 a.m., Jorge Gálvez, una de las cuatro personas que se mantienen en el albergue de Jiquilisco, Usulután, tras ingresar procedentes de Jalapa, Guatemala, en donde les operaron de los ojos, tuvo que ser trasladado al Hospital Nacional Saldaña, situado al sur de San Salvador.

Se trata de un señor que iba acompañado de su hija, quien está preocupada por la situación de su padre y el hecho de que las autoridades se resistían a que ella se quedara con él en el centro asistencia.

Este grupo de operados ya había externado, de forma reiterada ante los médicos encargados de este albergue, su preocupación de que su condición se complique en el periodo de cuarentena. Al final, sus ruegos tuvieron eco y un oftalmólogo llega a evaluarlos.

Siempre en Jiquilisco, el pasado viernes, otra albergada adulta mayor, hipertensa, que posee solo un riñón y tiene problemas cardíacos resentía que considerando su condición de salud no se le hubiera hecho el examen para determinar si era portadora del coronavirus, a fin de tener una pronta salida.

En ese sitio, Joel Castillo, de 87 años, un veterano de guerra también sufría a primeras horas de ayer la falta de atención médica especializada, dado que está ciego, padece de la próstata y su familia no tiene fondos suficientes para costearle una operación. Él toma medicinas para reducir la inflamación.

Para Mateo Portillo, de 66 años, quien vive en Santa Ana y vino en un vuelo procedente de Los Ángeles, la situación también es crítica. El llegó el jueves y como es diabético traía su insulina, pero como esta requiere refrigeración considera que a estas alturas ya se deterioró. No se inyecta su medicamento desde esa fecha. Para su fortuna, horas más tarde él y Joel fueron trasladados a otro sitio en donde se les explicó estarían en mejores condiciones.

A Elizabeth, de 44 años, albergada en Zaragoza, La Libertad, las cosas tampoco pintaron bien. Ayer se quejaba de dolor en el estómago, dado que ella no posee vesícula requiere una dieta especial que incluye frutas y verduras, pero su situación se ha complicado porque la comida que llevan al albergue no es adecuada para ella.