Las seis heridas de bala que tienen al borde de la muerte a Juanita, una niña de 11 años originaria de La Paz

Juanita estaba emocionada por empezar el año escolar. Pero ahora lucha por su vida en el hospital Bloom tras resultar herida de gravedad en un ataque con pistolas y escopetas contra su casa. Además, dos hermanos y su padre resultaron lesionados.

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La lluvia de balas habían caído en la casa de la familia de Juanita. Eran de escopeta y armas cortas, por eso traspasaron con facilidad las deterioradas láminas de la casa. Foto EDH/ Jessica Orellana

Por Óscar Iraheta

2020-01-29 5:55:42

Juanita tenía todo listo para iniciar la escuela el pasado lunes 22 de enero. Iría a segundo grado. Su madre le había comprado un bolsón nuevo, rosado y de princesas. Estaba alegre porque en la alcaldía del lugar donde vive le habían regalado diez dólares para iniciar el año escolar en una escuela del pueblo.

Pero la niña de 11 años aún no ha usado su bolsón y los diez dólares siguen ocultos en una de los cuartones tilosos que sostienen la casa de lámina donde vive junto a sus padres y hermanos. En esta humilde champa hay pobreza por donde se vea. Juanita es pobre.

Desde la fría madrugada del sábado 20 de enero, la menor se debate entre la vida y la muerte en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de Niños Benjamín Bloom. Juanita tiene seis heridas letales de bala en su cuerpo que la tienen al borde de la muerte. Juanita está grave.

“Juanita” está ingresada en el hospital Benjamín Bloom con múltiples heridas en su pequeño cuerpo tras ser herida en un ataque a su vivienda con armas de fuego. En el hecho, otros familiares también fueron lesionados.

 

La niña se encuentra en el hospital, está conectada a varios aparatos que le permiten vivir, no despierta y su estado de salud es delicado. Tiene lesiones de bala que le dañaron los intestinos grueso y el delgado, dañó en el ovario derecho, lesión en el útero, perforación en la pierna izquierda, herida en arteria femoral y quebradura en fémur derecho. Juanita tiene un daño para toda la vida.

El bolsón de Juanita se encuentra tirado en una mesa de madera donde la niña lo dejó antes de ser atacada en su casa. Foto EDH/ Jessica Orellana

La angustia que atormenta a la madre de la menor no le permite explicar con detalles las lesiones que tiene su hija, solo alcanza a entender que le cortaron una parte de su pierna para realizarle un injerto en la zona de la matriz. Al explicarlo, la señora llora sin parar.

Esa madrugada, mientras era auxiliada por los policías, vecinos y socorristas, quienes la cargaron por veredas hacia una patrulla policial, la niña miró a su madre y le recordó dónde había dejado el dinero, los diez dólares que le regalaron en la alcaldía.

“Me dijo que los diez dólares los había dejado guardados arriba de una madera, cuando los busqué ahí estaban. No tenía dinero para iniciar la escuela y por eso le dije que le pidiera al alcalde y él le dio amablemente dinero a mi niña”, relata la apesadumbrada madre, quien desde ese sábado, no se ha separado de su hija en el hospital Bloom.

 

Un letal ataque a toda la familia

El día que hirieron a Juanita, también lesionaron de bala a dos hermanos mayores y a su padre, según declararon los policías a El Diario de Hoy. Todos están estables de salud. Los agentes relatan que esa madrugada recibieron una llamada de auxilio de un ataque hacia una vivienda.

Los vecinos de la familia afirman que la ayuda de parte de la policía tardó varios minutos. Juanita soportó más de media hora tirada en el suelo de su casa y luego fue trasladada junto a sus parientes a un hospital nacional. Su complexión es delgada y por eso había temor de parte de los vecinos de que no soportara las letales heridas.

“No odio a nadie y solo quiero que mis hijos sobrevivan. Somos pobres, no tenemos nada en la vida y como podemos salimos adelante”, narra la señora sin contener su llanto. Foto EDH/ Jessica Orellana

Los médicos lograron estabilizarla y curaron de manera provisional sus extremidades, de lo contrario, hubiera perdido sus piernas y podría haber muerto, según ellos.

Juanita ingresó a las 10:00 de la mañana al hospital Bloom y luego a las 11:00 fue trasladada a la sala de operaciones a donde soportó una operación de más ocho horas. Juanita ha sido valiente.

La madre de la niña está destrozada, come poco y dice que ha perdido la cuenta de los días de sufrimiento que ha vivido. Pero sus pensamientos y sentimientos están también con sus otros dos hijos, quienes están en el hospital Rosales recuperándose de las lesiones de bala.

Su hija de 18 años, tiene una lesión en el tórax, al igual que su hijo de 20. Ambos están estables de su estado de salud.  Además, su esposo resultó con heridas de bala en el brazo, pero ya superó la gravedad de las lesiones y ya recibió el alta médica.

La señora no los ha visto, no puede dejar sola a Juanita porque es la que más sufrió del letal ataque del que prefiere no hablar mucho. No encuentra explicación de lo que ocurrió y tampoco tiene rencores con nadie. Solo quiere que sus hijos se recuperen de las heridas y dejar atrás este momento.

“No odio a nadie y solo quiero que mis hijos sobrevivan. Somos pobres, no tenemos nada en la vida y como podemos salimos adelante”, narra la señora sin contener su llanto.

La madre de la niña no se ha separado de la atención de su hija en el hospital Bloom. Aunque solo se conforma con verla, dice que tiene fe que se recuperará. Foto EDH/ Jessica Orellana

Los policías de la zona y vecinos detallan que a la 1:30 de la madrugada de ese sábado, se escucharon tres disparos en la parte baja del pueblo, media hora más tarde, reportaron otra ráfaga de tiros.

La lluvia de balas había caído en la casa de la familia de Juanita. Eran de escopeta y armas cortas, por eso traspasaron con facilidad las deterioradas láminas de la casa.

A un costado de la puerta principal, hubo dos perforaciones y más perdigones en otros lugares, por eso fue el trágico resultado del ametrallamiento.

Los vecinos se levantaron y corrieron en auxilio de las víctimas. Había llanto, gritos desesperados y unos heridos intentaban curarse con otros entre la oscuridad, la desesperación y el miedo.

Juanita dormía pegada a una división de lámina, por eso las balas traspasaron con facilidad sus ropas y dañaron su delgado y frágil cuerpo. Luego le seguían sus hermanos que estaban dormidos en otra habitación de la modesta casa que no sobrepasa los cuatro metros de fondo por igual medida de ancho.

La casa de Juanita tiene piso de tierra, tiene un corredor de menos de un metro, donde solo hay una mesa de madera y varios cántaros. Para llegar a la cama de Juanita solo hay un metro de distancia de la puerta principal. Al fondo hay otro espacio donde duermen el resto de la familia.

No tienen servicios básicos, no hay agua potable, no hay alimentos nutritivos necesarios. Lo que tienen en abundancia es pobreza.
Para ganarse la vida y ayudar un poco a la economía de la casa, Juanita le ayuda a sus padres y hermanos a recolectar leña seca, la cual abunda en las veredas y zonas verdes donde vive con su familia.

También, corta guineos, naranjas y otros frutos que sale a vender a los vecinos para lograr conseguir algunas monedas.  La noticia del ataque de Juanita y su familia se propagó de inmediato por todo este pueblo de La Paz, muchos están consternados de lo que pasó, pero pocos le ayudan a la niña y a su familia.

*El Diario de Hoy no publica las identidades reales y los lugares exactos para proteger a las víctimas.

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