¿Los animales se quedarán en las ciudades para siempre?

Con la cuarentena a nivel mundial, los animales están explorando los espacios urbanos a los que nunca hubieran tenido acceso si no fuera por la pandemia. Los naturalistas y biólogos creen que este fenómeno demuestra la adaptabilidad de la naturaleza a cualquier fenómeno. La pregunta es, ¿qué pasará con estos animales una vez la vida vuelva a la normalidad?

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Foto EDH / Shutterstock

Por Diana Orantes / Agencias

2020-04-22 4:00:34

La frase “la naturaleza reclama lo suyo” se ha vuelto tan popular gracias a las constantes escenas de animales salvajes paseándose en las ciudades vacías de personas o animales marinos ofreciendo espectáculos en las playas y ríos.

Para el naturalista Joaquim Araujo, la humanidad está presenciando nada más que la “recolonización” de los espacios urbanos por la vida silvestre.

Estas especies que durante años habían vivido confinadas en espacios determinados ahora abandonan sus estructuras y se liberan gracias a la falta de movimiento y ruidos urbanos. De este modo, la naturaleza demuestra que tiene una alta capacidad de reacción y aprovecha toda oportunidad para ganar espacios. “Nosotros somos ahora los que estamos atemorizados y nos encerramos, y con nuestro miedo lo que hacemos es liberar a quienes nos tenían miedo”, explicó el experto.

Las personas han visto leopardos, osos, canguros, zorros, jabalíes, caballos, elefantes hasta seres más inofensivos como peces, delfines, cisnes o tortugas que deambulan muy confortables.

Para el naturalista Theo Oberhuber “la gente tiene más tiempo para ver las aves desde las ventanas, salimos al balcón, detectamos cosas que antes pasaron inadvertidas… Lo que está pasando es que ahora nos fijamos más en la naturaleza que lo habitual”. No obstante, esto no predice cambios reales, solo el tiempo y la evolución de la COVID-19 lo determinarán.

Miguel Ángel Valladares, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), explicó a la agencia EFE que estos episodios son “cosas normales”, sobre todo en localidades cercanas a parques naturales o reservas en donde hay abundancia de agua y comida lo que favorece a algunas especies. No obstante, consideró que son “anécdotas” que demuestran “que sin influencia humana, la naturaleza va recuperando su lugar”.

Otra experta, la profesora de la Universidad Pablo de Olavide, de España, Martina Carrete, asegura que solo algunas especies podrán adaptarse a este nueva vida después del coronavirus y serán aquellas capaces de tolerar a los humanos. En contraposición, Carrete sostiene que estas especies perderían la función ecológica que cumplen en su entorno natural.

Tras la cuarentena también se cree que el comportamiento de los animales volverá a ser el mismo. Al menos así lo pronostica el director de Biología del Zoo Aquarium de Madrid, Agustín López Goya. Mientras tanto las mudanzas de animales continuarán en todo el mundo.

En cuanto al cantar de los pájaros, Jérôme Sueur, especialista en acústica del Museo Nacional de Historia Natural de París, sostuvo que no se trata de una presencia mayor de aves, sino de que, en el silencio, se los puede escuchar cantar.

En otros casos, la falta de circulación de vehículos significa más posibilidades de sobrevivir para algunas especies. Es el caso del sapo común y la salamandra moteada, que suelen ser “atropellados cuando cruzan las carreteras”, según explicó Jean-Noël Rieffel, director regional de la Oficina Francesa de la Biodiversidad.

Para él, el final de la cuarentena planteará un desafío para mejorar la relación entre animales y personas. Según el científico, “la gente querrá estar cerca de la naturaleza, pero un exceso puede ser desfavorable para la fauna y la flora”.

Un mejor planeta

Los buenos cambios a favor del medio ambiente también llegaron hasta las alturas. El Ártico registró en marzo de 2020 un mínimo histórico de ozono troposférico, con 205 unidades Dobson (unidad de medida para el ozono total), según las imágenes de las concentraciones promedio mensuales difundidas el pasado 17 de abril por la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA).

El equipo de Ozone Watch informó que en un análisis de las observaciones satelitales, los científicos han descubierto que los niveles de ozono estratosférico alcanzaron su punto más bajo, con 205 unidades Dobson el 12 de marzo de 2020.

La NASA ha explicado que si bien estas bajas concentraciones de ozono son inusuales, no tienen precedentes. El ozono es un gas incoloro, que, químicamente es muy activo y reacciona fácilmente con muchas otras sustancias. Cerca de la superficie de la Tierra esas reacciones hacen que, por el ejemplo, el caucho se agriete, maltrate la vida de las plantas y animales y dañe los tejidos pulmonares de las personas.

La economista costarricense Christina Figueres recordó que el brote de la COVID-19 coincide con el propósito del Acuerdo de París de reducir las emisiones globales a la atmósfera en un 50 % y mantenerlo así hasta 2030. También señaló que el futuro bajo carbono supone garantizar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero pero no con la restricción de actividades comerciales, eventos, viajes o confinamiento de millones de personas.

“No es absolutamente viable y no es el horizonte de un futuro bajo carbono”, apuntó, pero sí lo sería “una economía bulliciosa y próspera en la que respiremos aire limpio y podamos reunirnos libremente entre nosotros; donde nuestros sistemas de energía, producción de alimentos, construcción y transporte se rediseñen para que sean aptos para un mundo más seguro y resiliente (…) millones de nuevos empleos en eficiencia energética, vehículos eléctricos, energía renovable, hidrógeno verde, redes inteligentes y fortalecidas en el lado de la energía”.

Y en relación al uso de la tierra, supone “plantar árboles y preservar bosques, los manglares, las praderas de pastos marinos y las turberas”.