El Salvador es la sede, por primera vez en su historia, de la “Copa del mundo de Pelota Mesoamericana Kuzcatan 2019”, en su versión Pok-ta-Pok o cadera.
Este torneo, en el que participan 110 jugadores procedentes de México, Belice, Guatemala, Honduras, Panamá y El Salvador, desarrolla la convivencia deportiva, el rescate del juego ancestral, sus aspectos históricos, culturales y su masificación.
El terreno de juego es el gimnasio del Instituto Nacional Francisco Menéndez (Inframen), donde los atletas hacen notar la preparación física y su compromiso con tradiciones y cultura antes y después de cada juego.
El evento es organizado por la Dirección de Arte, Cultura, Recreación, Deporte y Ciudadanía del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Mineducyt).
La selección que representa al país en estos juegos se denomina “Los jaguares de El Salvador”, está compuesta por 23 estudiantes mayores de edad y maestros de Educación Física de San Salvador, que se dividen en dos equipos.
Los maestros pretenden fomentar la práctica de este deporte entre sus estudiantes y de esta manera lograr que la iniciativa se vuelva popular en las escuelas.
Ejemplo de este esfuerzo es el Instituto Nacional de Aguilares, que se ha convertido en el único centro educativo del país en tener una selección de pelota maya.
Los alumnos fueron motivados por el profesor de Educación Física Endy Rivas, quien fue entrenado en 2016, junto a sus colegas, por una delegación guatemalteca. El docente asegura que le pareció que el juego de pelota no solo era un deporte nuevo, sino una herramienta para promover la cultura y la historia.
Cinco de estos jóvenes aguilarenses forman parte de la selección salvadoreña, gracias a las habilidades adquiridas en sus entrenamientos.
“Hoy en día, cuesta mucho acercar a los jóvenes a los deportes, pero esto para nosotros tiene un gran significado y debemos transmitirlo a nuestros estudiantes y nuestra gente”, afirmó Rivas.
El docente, quien a la vez es capitán de “Los jaguares”, comentó que al principio las personas los miraban extraños por las indumentarias, la pelota y la forma del juego, pero que su esfuerzo ha dado resultados positivos. “Al final somos los anfitriones de esta tercera copa regional y ese fruto nos vuelve orgullosos”, concluyó.