“Desde su nacimiento en el año 1981, la Universidad Gerardo Barrios (UGB) ha sufrido diversas transformaciones; ha crecido, tropezado y se ha vuelto a levantar como lo haría cualquier ser humano. Ha sido testigo del cambio del tiempo y de la sociedad, ha sido apoyo para muchos jóvenes y en sus pasillos han quedado grabadas risas y amenas pláticas, en sus salones han visto a muchos brillar cuando no creían ser capaces de ello. Su auditórium ha sido escenario de muchas historias de éxito, en donde los principales actores son jóvenes y adultos que, tras sacrificio y esfuerzo, dificultades y anhelos, han alcanzado su meta y son ahora premiados con un título y miradas de orgullo de sus madres, padres, hermanos y abuelos quienes han trabajado a su lado y han sorteado obstáculos para poder presenciar dicho momento.
Desde siempre, la capacidad y transformación que aquellos graduados generan ha sido el legado más valioso de la institución a la sociedad. Conforme la universidad alcanzó la madurez, los sueños de sus estudiantes se convirtieron en inspiración valiosa, fue de ese modo como decidió llevar a cabo la valerosa misión de accionar cambios en distintos ámbitos con el fin de dar a sus jóvenes un medioambiente más sano, una cultura más diversa, una sociedad más próspera.
Así, aunque ante el pasar del tiempo no ha sido inmune, los años no han hecho desaparecer en ella esa chispa con la que nació hace ya 4 décadas. Sin embargo, es normal preguntarse, ¿cómo es posible que algo que no es un ser, viva y sienta como ella lo hecho? La respuesta es simple. Si bien la universidad no vive por sí sola, sí lo hace su gente y son esas personas precisamente el motor que hace latir el corazón de la institución.
Es de ese modo como la UGB ha sido capaz de reír en cada jornada laboral, de sentir orgullo al presenciar las graduaciones y el crecimiento de sus estudiantes, de divertirse en cada descanso y de forjar relaciones fuertes y muy valiosas. Sin embargo, es también ese hecho el que explica la tristeza que la embarga al recordar compañeros cuyas sonrisas ya no la acompañan, el cansancio que siente ante un duro día de trabajo y la incertidumbre que vislumbra antes los cambios del presente. Todo ello, porque a la universidad la conforman muchos seres humanos que sienten, sonríen y temen, y cada una de sus emociones llegan hasta el lugar más recóndito de la institución.
Son esas personas quienes la han hecho fuerte, son quienes la han hecho crecer mucho más allá de lo que vislumbre hace 40 años y es gracias a ellos que sigue en pie y ha resistido en estos dos años tan plagados de dificultades e incertidumbre, pero desbordantes de oportunidades. Su esencia resiliente y tenaz es resultado de una maravillosa combinación de la propia esencia de cada uno de sus miembros, tanto del equipo como de sus amados estudiantes. A partir de este momento, sin duda, le espera un camino difícil, un sendero de cambios y transformaciones. No obstante, estoy seguro de que la universidad conquistará todos los obstáculos, pues ella tiene a su gente y su gente la tiene a ella. Además, instituciones públicas, privadas, nacionales e internacionales permanecen a su lado como importantes aliados, y le brindan su fuerza y soporte.
Ahora, tras pensar en los pasos que hemos transitado juntos y las vidas que te he visto iluminar, te imagino en el futuro impactando en jóvenes de nuestro país y del mundo, reinventándote hacia la tecnología sin perder jamás tu humanidad y construyendo una educación más cercana, dinámica y sostenible. Finalmente, no me queda más que decirte a ti, querida Universidad Gerardo Barrios, que, aunque ha pasado el tiempo, sigues más fuerte, estoy seguro de que seguirás creciendo y transformando vidas e impactarás generaciones por siempre”.
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