El paracaidismo es uno de esos deportes extremos que más de alguno quisiera practicar alguna vez en la vida, una disciplina donde el miedo y el temor deben ser cosa del pasado, para entregarse al viento y a la alta velocidad para tratar de caer sin inconvenientes a tierra.
Durante el fin de semana, la Federación Salvadoreña de Paracaidismo realizó una jornada de saltos de práctica, en las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Ilopango, donde logró la participación de 20 paracaidistas, entre profesionales y novatos en este deporte.
Pero hay una historia particular que llamó la atención. Se trata de Marlon Henríquez, que en esta ocasión prefirió ver desde lo lejos cómo se desarrolló la jornada, pero no dudó en contar cómo ha sido su experiencia con el deporte de las alturas.
¿Sabes cuál es la historia del Monumento al Paracaidista de Ilopango?
Este joven de 24 años comenzó su aventura con el paracaidismo a los 19, precisamente en Ilopango, en el tradicional show aéreo, fue un flechazo a primera vista. “Conocí sobre el paracaidismo en un show aéreo en que se realizó un salto de presentación de paracaídas, creo que fue en el 2015 que los conocí (a la federación), ellos mencionaron que quiénes querían pertenecer a la federación y me llamó la atención, y desde entonces ahí estoy”, recordó.
El tiempo pasó y los intereses de Marlon fueron claros, la cocina, que le permitió graduarse como chef de una tradicional academia nacional, la fotografía de la cual es aficionado y el paracaidismo, cuando se unió a la federación.
La experiencia de tantos saltos es evidente, pero también asegura que le debe respeto a las alturas. “Cada salto es totalmente distinto. En cada uno siempre hay un poco de temor, miedo, pero es un miedo que se domina”, comentó.
Dentro de su registro como profesional destaca el dato de 89 saltos exitosos, una hora de túnel de viento y la oportunidad de haber saltado en México, cosas de las cuales dice estar orgulloso de pertenecer a la federación de esta disciplina deportiva.
Además, Henríquez dice que las emociones que ha podido experimentar y la mejora de su posición de vuelo son el legado que le ha dejado el paracaidismo en su vida. Ahora, Marlon tiene un sueño en este deporte que es poder tener las licencias internacionales, regidas por la USPA (United States Parachute Association) y poder compartir sus conocimientos con todos sus compañeros en El Salvador.
Ahora, para evidenciar esa relación especial con los cielos, a Marlon solo le queda un año para poderse graduar de piloto civil de la Escuela Flight Training, algo que está manejando a la perfección con su otra pasión, la cocina, donde ya tiene un par de triunfos conseguidos.
“Tengo dos restaurantes que he podido montar junto a dos amigos. La idea comenzó hace siete meses, durante la cuarentena. Uno es de pizzas napolitanas, en Antiguo Cuscatlán (FU KING DK), y el otro es de hamburguesas, en Ilobasco (The Artisan Burgers)”, comentó.
“Mi sueño es poder tener mis propios restaurantes y que las personas puedan degustar de una de las cosas que más amo hacer: cocinar. También espero poder ayudar a otras personas brindándoles empleo”, reflexionó el joven chef y paracaidista. Sin duda, para los sueños no hay límite.
Con reportes de INDES.
