Amado de Jesús Alvarado acaba de cumplir más de dos horas a pura brazada arriba de su tabla en el mar. Y cuando sale abraza a su esposa Flor, chinea a su hijo Liam y grita: “Esto es por él, por mi hijo”.
La historia de Amado, el crédito de Conchalío no fue fácil. Decidió participar en este evento por “El Salvador y por mi hijo” y lo hizo en inferioridad de condiciones.
El prone es una especialidad (los surfistas van acostados en su tabla y se impulsan con sus brazos) a la que no está acostumbrado y muy distinta de su disciplina, el longboard.
La tabla le llegó el sábado desde Guatemala y apenas pudo completar un entrenamiento antes de su debut mundialista. Sin embargo, le alcanzó para un digno décimo lugar.
Sus antebrazos enrojecidos hablan a la clara de la dificultades que tuvo para adaptarse a los 18 kilómetros recorridos entre las olas a un ritmo abrazador. Sin embargo, se había puesto como meta llegar al final del evento y no abandonar. “Se lo había prometido a mi amigo Mario (Amaya), terminar como sea. Y terminé”, dijo casi con lágrimas en los ojos.