La polaca Maria Andrejczyk no ganó oro en Tokio, pero sí en el cielo. La atleta se llevó la plata en la prueba de jabalina y la mejor idea que tuvo fue subastarla para solidarizarse con un menor que urge de una operación, y cuyos padres no tienen dinero para salvarle la vida.
Andrejczyk, en declaraciones a una televisora de su país, contó la historia y demostró que el triunfo tiene que ver más con ganar o no un evento deportivo, y que este éxito se puede ocupar para cuestiones más humanas, más valiosas: salvar la vida de alguien.
Maria conoció la historia de un chico polaco que se encuentra en Estados Unidos debido a sus problemas de corazón, y que urge de una operación para ser salvado, pero no tenía cómo costear el pago.
Ante ello, la ganadora de la medalla de plata en la jabalina de los Juegos Olímpicos de Tokio decidió subastarla, pese a que era la primera presea olímpica de su carrera (estuvo en Río 2016, a donde fue cuarta).
Milos, un chico polaco, urge de uan fuerte cantidad para poder ser operado y Andrejczyk consiguió 51 mil dólares para ayudar a sufragar el monto.
"El valor real de una medalla siempre permanece en el corazón. La medalla es sólo un objeto, pero puede ser de gran valor para otros. Esta plata puede salvar vidas en lugar de acumular polvo en un armario. Por eso decidí subastarla para ayudar a los niños enfermos", explicó la atleta.
Sin embargo, el gesto solidario de Andrejczyk tiene un trasfondo importante, pues la propia lanzadora de jabalina pasó por un problema de salud en 2018, cuando se le detectó un osteosarcoma, un tipo de cáncer de hueso, del cual pudo finalmente recuperarse y seguir con su vida deportiva.
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