Historia de la lucha libre en El Salvador

PRIMERA PARTE - Conoce más sobre el deporte de la lucha en nuestro país. Sus figuras, sus lugares emblemáticos y más

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El Marciano se lanza en voladora sobre El Bucanero, en el ring del desaparecido Jim Londos

/ Foto Por Archivo

Por Manuel Cañadas | Twitter: @Memecanadas

2015-01-08 5:19:00

Estos testimonios fueron aportados a principios del presente siglo por los mismo luchadores, por lo tanto tienen un rigor histórico; en esa oportunidad tuve el privilegio, de reunirme con Luis Alonso González, El Bucanero; el gran Tony Jackson, Sordomundo Cruz, Luis Alonso Merengue Castellanos, El Gran Chema, El Conde Rojo. Yo ya había tenido contacto con ellos con motivo de haberles hecho un homenaje en 1997 junto a otros admiradores del pancracio como Balmore Umaña, Salvador Meléndez.

Nuestro periódico MÁS! estaba reciente y una tarde a mediados del año 2000, conversando con nuestro director Rafael Cerna sobre ese movimiento, me encargó escribir aunque fuera a grandes rasgos, la historia de la lucha libre en el país. Fue una grata misión porque además muchos de ellos fueron mis ídolos de infancia. Y esto fue lo que salió.

Solamente bastó la iniciativa de un personaje emprendedor, con mucho de aventurero y bohemio, para inocular a otros, igual o más avezados, el virus de la lucha libre.Era el inicio de los años cincuenta, Salvador Guandique a la sazón inspector del Seguro Social practicaba la lucha grecorromana y la lucha olímpica en su Gimnasio Jim London, nombrado así en honor a un campeón mundial de la especialidad, junto a los también desaparecidos Tony Hidaldo y Gonzalo Hernández, el notable maestro que se volvió leyenda en el Instituto Nacional “General Francisco Menéndez”. San Salvador era un remanso de paz, muchas calles eran polvorientes, otras de rústico empedrado y muy pocas pavimentadas.

Las noticias de las guerras mundiales sólo habían llegado en forma de rumores y la vida capitalina transcurría tranquila, solamente inquietada, con algún sobresalto, por eventuales movimientos telúricos. El Jim London estuvo al principio en la Calle Arce, pero posteriormente fue trasladado al Barrio Lourdes. Fue cuando Salvador Guadique viajó a México y quedó impresionado con el movimiento de la lucha libre del cual había tenido noticias a través de revistas y de películas.

En la Ciudad de los Palacios conoció a un paisano que estaba metido en la actividad; luchaba con el nombre del Turco Ocón y lo convenció para que viniera al país para introducir aquella modalidad que causaba furor en tierras aztecas.

Dicho y hecho, al volver comenzaron la promoción para hacer llegar los primeros prospectos. Y de las diversas barriadas fueron llegando jóvenes ansiosos por aprender los lances, las llaves, los vuelos, los topes y los saltos mortales.

Así se fue integrando el movimiento que encarnaba la alegoría de la lucha del bien contra el mal, que el hombre lleva dentro desde tiempos inmemoriales.

Fue necesario entonces rebautizar a los aspirantes con nombre exóticos, paganos, diabólicos, dando paso a las máscaras, las cabelleras largas, las capas, los atuendos multicolores, los rituales desconocidos.Una legión de locos comenzó a dar de que hablar y asi fueron saliendo los técnicos, los rudos, los ídolos.

La lucha libre se volvió pasión y grito en el San Salvador de antaño. Calando profundamente en el sentimiento criollo para tomar el camino de la bohemia. Los pioneros fueron: Guillermón, El Suavecito, El Vampiro, El Cerrajero, El Halcón Negro y el Turco Ocón que lucharía como el Gorrioncillo Pecho Amarillo, que era el nombre de un licor que lo patrocinaba. Luego se incorporarían: La Sombra, El Bucanero, Tony Jackson, El Lucero, Bobby Laínez, Panchito Cortez, La Bestia, El Espectro, El Diablo Rojo y El Marciano quien había tenido un paso como arquero del Atlético Marte, equipo de la Liga Mayor de Fútbol.

Ellos surgieron entre muchos aspirantes, dado que se hacían grupos de 20 y se seleccionaban a cinco. La primera presentacion en el Jim London fue un fracaso, no por la falta de interés de la gente que llegó en buen número, pero llovió tanto que solamente quedaron ocho personas para asitir al alumbramieno de un espectáculo que, con el tiempo llegó a tener enorme poder de convocatoria que en sus mejores momentos hasta rivalizó con el fútbol.

Con los días los dirigentes inscribirían el movimiento en la Federación de Box y Lucha con el carácter de amateur, de tal suerte que para hacerse profesionales y devengar un salario los pancracistas debían hacer siete luchas que en la práctica se volvieron 14.

En el caso de otros luchadores que con el tiempo se volvieron célebres, Tony Jackson, El Mongol y el Cerrajero, primero tuvieron que luchar en las provincias antes de poder hacerlo en el antiguo Gimnasio Nacional, que fue el primer santuario de la lucha libre en el país. Posteriormente los tres personajes viajarían a Guatemala, donde se quedaron por varios meses alternando con figuras del patio de la talla de Osvaldo Krauss, Arístides Pérez, La Máscara Roja, Tarzán López y el mítico José Azzari, ídolo de los guatemaltecos.

La lucha libre había calado hondo en el sentimiento criollo para tomar el camino de la bohemia, de manera que en otros gimnasios como el El Samurai y El Dueñas comenzaron a enseñar los secretos del pancracio y en El Rean se le dió cabida a muchos que no habían aguantado el ácido en el Jim London.

El camino quedó listo para montar la primera exhibición digamos multitudinaria en el vestusto y carente de techo Gimnasio Nacional; en ese inicio a los luchadores les tocó repicar y decir la misa es que tuvieron que montar el ring con sus propias manos y salir a la calle con hojas volantespara repartirlas a sorprendidos peatones.

Otros se encargaron de hacer carteles y conseguir el permiso de los dueños de almacenes para poner los avisos en las vitrinas.