Kevin Landos se describe a sí mismo como una persona ansiosa. Quizás por eso ha tenido una importante necesidad de practicar deportes. Quizás por eso, a pesar de su complexión delgada y relativamente corta edad, este joven taekwondista se perfila como uno de los referentes nacionales de esta disciplina a nivel nacional en su categoría.
Realmente se debe necesitar de una cuota extra de energía para someterse al rendimiento que tiene Landos casi todos los días. Tras estudiar sus materias de sexto grado (donde termina sus últimos requerimientos para pasar de nivel), Kevin termina sus deberes por la tarde y en la noche entrena, desde las 7:00 p.m., y aún así le quedará chance en algún momento para trotar en la máquina caminadora de su casa.
“Me ayuda a ser mejor persona, a ser más disciplinado, me ayuda en mi carácter, a respetar a los demás”, cuenta el atleta.
Kevin prueba que este deporte lo ha cambiado. Antes tuvo su etapa como prospecto de futbolista y de basquetbolista, pero es el taekwondo el que lo ha llevado más lejos en cuanto a éxitos y competiciones de toda clase.
Todo comenzó cuando uno de sus compañeros de clase se embarcó en esta odisea de las artes marciales, a lo que Landos no se quiso quedar con los brazos cruzados.
“Un compañero entró a la Escuela Leones de Taekwondo y nos llegó contando después sobre su deporte. Yo quise probar. En las primeras clases me costaba acostumbrarme, pero luego me adapté y me gustó”, recuerda.
Con la institución felina, Landos dimensiona lo que implica ser un atleta con proyección. No solo por su propio desempeño, sino también por la misma exposición a la que lo lleva esta disciplina.
Su primera experiencia internacional fructificó en una medalla de bronce en el Open G1 de Costa Rica, de la cual se llevó su primera grata impresión. “Fue una experiencia bien bonita, pues era la primera vez que salí y gané bastante experiencias. Sobre todo porque allá entrenaban más duro que acá en El Salvador”.